No basta querer
ser buenos, debemos ser también astutos. De Italia nos llega un
buen ejemplo de cómo es posible, con un poco de astucia, limitar los efectos
del aborto.
La píldora
«RU-486» es un fármaco que provoca en la mujer embarazada una alteración
hormonal que se concluye con la expulsión del feto. Funciona entre la 4ª y la
7ª semana, es decir, cuando los efectos del embarazo aún no son visibles. Este
tipo de aborto se puede realizar sin hospitalización, de ahí el interés por
promoverlo.
Muchos países
de Europa y América han aprobado ya su uso y distribución.
En Italia,
donde aún no estaba permitida, se estaban realizando las primeras pruebas con
un programa piloto en el Hospital Santa Ana de Turín. El fármaco se administra
en varias sesiones. Un hecho le sirvió al ministro de salud, Francesco Storace,
para prohibir su uso: una mujer, en la segunda visita médica del tratamiento,
se percató de haber tenido ya el aborto en casa. Había expulsado el feto sin
darse cuenta.
En Italia el
aborto está permitido durante los primeros 90 días del embarazo, pero no puede
realizarse fuera de un hospital. Esta cláusula sirvió al ministro para prohibir
el medicamento.
Existen además
serias dudas sobre la RU-486. Sus promotores lo quieren presentar como algo
sencillo, casi como una Aspirina: la mujer lo toma y después desecha el feto
sin mayores complicaciones. Pero la realidad es distinta.
La píldora ha
sido calificada por algunos como una bomba hormonal, por las serias
alteraciones que provoca en el organismo de la mujer. En el 90% de los casos
produce fuertes hemorragias, algunas de ellas mortales, sobre todo si se dan
cuando la mujer está lejos del hospital (algo bastante probable).
También puede
provocar serios problemas cardiacos. En Estados Unidos, por ejemplo, se tienen
documentadas ya tres muertes debidas a complicaciones ligadas a la RU-486. Una
de las víctimas es -o fue- Holly Patterson, de 18 años, quien esperaba un hijo
de su novio. Ambos acudieron en secreto a una clínica de Planed
Parenthood de San Francisco, donde les proporcionaron el medicamento.
Holly tuvo una infección causada por la placenta que no fue expulsada
totalmente durante el aborto.
Ciertamente, lo
ideal hubiera sido que el ministro Storace prohibiera la píldora por el simple
hecho de ser abortiva; pero si el político se mueve en un contexto legal donde
el aborto ya está permitido, una dosis de realismo se hace necesaria. Si, a
corto plazo, no es posible prohibir el aborto en su totalidad, al menos hay que
limitar sus daños.
La astucia y el
realismo no les vienen mal a los hijos de la luz. MAB
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