Tomás Reggio, Beato
Obispo, 22 de Noviembre
Nació en Génova
(Italia) el 9 de Enero de 1818 de una familia noble. Aunque si podría prever
para él una carrera brillante, a los 20 años decidió ser sacerdote dejando todo
para atrás.
“Quiero hacerme
santo, cueste lo que cueste”, dirá Tomás en el momento en que su opción si
llegó a ser definitiva.
Recibió la
Ordenación Sacerdotal el 18 de Septiembre de 1841 y, con apenas veinticinco
años, fue nombrado vice-rector del Seminario de Génova y sucesivamente rector
del Seminario de Chiávari. En este servicio se dedicó con valor a la formación
de los futuros sacerdotes para que estuviesen dispuestos a comprometer la
propia vida, sin recelos, por Dios y por la Iglesia.
Precisamente en
cuanto dirigía el Seminario, desenvolvió una intensa actividad como jornalista
y fue uno de los cofundadores del primer jornal italiano católico,
preocupándose con defender la fe y los principios auténticos del
cristianismo.
En 1865, durante la
campaña electoral, el “Estandarte católico” así
se llamaba el jornal - condujo la lucha para promover listas de candidatos
católicos y pensó en crear un partido católico.
La idea era demasiado
audaz, y cuando en 1874 el “non expedit” sonaba claramente y los católicos
fueron invitados a no votar, el Padre Tomás “intuyó” que su jornal no podría
continuar. Acató las órdenes de los superiores y prefirió estar en sintonía con
el Papa y la Iglesia; apenas expuso su pensamiento cuando fue consultado por la
Santa Sede.
En 1877 fue
consagrado Obispo de Ventimiglia, diócesis muy pobre: lo cubrió varias veces,
fue pastor clarividente y verdadero guía espiritual de su rebaño, convocó tres
sínodos en quince años, creo nuevas parroquias, renovó la liturgia y se esforzó
por mantener el patrimonio artístico de las Iglesias.
En 1878 fundó la
Congregación de las Religiosas de Santa Marta, que tenían por finalidad responder
a las necesidades de todos los tiempos. Pidió a las hermanas se acogiesen a los
más pobres entre los pobres como Marta, que tuvo la ventura de servir
a Jesús con el humilde trabajo de sus manos. Estas religiosas
aprendieron de ella a adorar en silencio, a alimentarse de la oración, a
encontrar de rodillas las razones de una fe, que hay que descubrir a Cristo en
los pequeñitos con los cuales él se identificó.
Cuando, en 1887, un
terremoto devasto la Región, D. Reggio, a pesar de su avanzada edad, se
presentó inmediatamente junto a los afligidos por la catástrofe llevándoles
ayuda, y después convocó a los párrocos pidiéndoles que lo informasen sobre el
Estado de sus parroquias, a fin de providenciar las ayudas que recibía de
muchas personas, entre la cuales lectores de varios periódico.
Fue pródigo,
reservando para sí apenas su batina y su antiguo reloj, testimonio así que se
hizo pobre por su gente. Cuidó de modo especial de los muchos huérfanos
víctimas del terremoto, inicialmente asistió en algunos centros ya existentes
en la ciudad que él creó, más tarde, un orfanato en Ventimiglia entregó al
cuidado de las Religiosas de Santa Marta.
En 1892 escribió al
Papa: “Pido a Su Santidad que me exonere del cargo episcopal, a fin de poder
ser un simple sacerdote para que la diócesis no vaya a sufrir a causa de mi
edad y se confié a otro una tarea tan pesada”.
La respuesta del
Santo Padre fue sorprendente: en Mayo de ese mismo año, D. Tomás fue nombrado
Arzobispo de Génova. A pesar de sus 74 años de edad y de las dificultades,
aceptó humildemente el cargo para cumplir la voluntad de Dios.
Cuando en 1900 la
Italia católica decidió consagrar a Dios y a la Virgen el nuevo siglo, D. Tomás
Regio invitó a todos los Obispos de la Región a una gran peregrinación al Monte
Saccarello, donde se colocó la estatua del redentor. También él partió de
Génova en un carruaje de tercera clase, con otros sacerdotes y muchos
peregrinos, hasta Triora, pequeña localidad a los pies del Monte. El deseo de
proseguir a pie el itinerario de la peregrinación era muy fuerte, más no le fue
posible hacerlo, pues un malestar sé lo impidió. Fue el inicio de la enfermedad
que lo llevaría al término de su vida.
Falleció en la tarde
del 22 de Noviembre de 1903, respondiendo a aquellos que se preguntaban si
desearía alguna cosa: ¡Dios, Dios, solo Dios me basta! La respuesta fue la
expresión de eso que lo movió siempre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario