Hoy puede tener más sentido la frase: en
vida hermano, en vida... después de la experiencia.
Siempre suele suceder así, que vamos aprendiendo en el
camino, y que hay que estar despierto para que nuestros prejuicios o nuestras ocupaciones
no nos permitan pasar de largo frente a quien nos está pidiendo un “te quiero”,
o simplemente deseando que alguien lo valore… para poder dar más.
Es verdaderamente una fortuna... desear estar despierto
aún cuando las cosas no van como uno desearía... lo importante es saber dar
gracias. Vivir en gratuidad... porque todo es regalo, todo es don.
Un periódico italiano comentaba que el Papa Benedicto
XVI, es el Papa de las gracias, porque a todos les da las gracias, a los
gendarmes que lo custodian, a su secretario, al que le abre la puerta, a la que
le pasa un vaso de agua... ¡qué maravilla! Si aprendemos a dar las gracias,
creo que nos cambiaría la vida y hasta los estados de ánimo... ¡recibimos tanto
y damos tan poco!
Se nos regala un nuevo día, se nos regala las manos con
estos dedos que teclean mis ideas y las van esculpiendo en la pantalla de la
computadora y mis palabras como huellas llevan una dirección... son para
alguien. Se nos regala la tecnología y en cada instante un poco de aire para seguir
viviendo, se me regala la fe y la esperanza sin mérito alguno. Y bien se que
doy muy poco, por eso tengo deseos de agradecer.
Gracias, sería una nueva palabra que podíamos agregar a nuestro diccionario
diario. Pero no solo decirlo, es necesario que esa palabra nazca del silencio,
después de tomar conciencia que somos consentidos de Dios, que se nos regala Él
mismo en cada Eucaristía, en cada Evangelio.
Es curioso... pero también Dios nos da las gracias,
porque nos bendice (bien dice), porque habla bien de nosotros y cuando damos
gracias se multiplican las bendiciones y tenemos más para repartir y regalando
lo que Dios nos da, más crecemos, somos más cristianos, somos más divinos.
Si aprendemos a agradecer, nos daremos cuenta que en
nuestro corazón aumenta el deseo de servir, es decir de donarse. Decir gracias
a cada regalo nos conduce a la paz y a la alegría y es que en el mundo siempre
hay más bien que mal, hay más personas buenas que malas y a nosotros Dios nos
ha rodeado de personas maravillosas.
Es cierto que tenemos heridas... pero son buenas. Yo
mismo soy una persona herida que busca bálsamo para sus heridas y solo en la
gratuidad va uno encontrando la alegría siempre nueva del que se encuentra con
la sorpresa del regalo.
Ser consciente de que hoy puedo caminar... ¡cómo lo he
de agradecer! Darme cuenta que puedo ver... ¡cuánto he de agradecer! Darme
cuenta que puedo oír... Todo es regalo, todo tiene su encanto, todo tiene su
sorpresa.
Porque el amor hace nueva todas las cosas, el amor hace
eterno el instante y es desde ahí donde puedo agradecer.
Gracias, la palabra puede no decirnos nada... pero unida a nuestra existencia
puede decirlo todo porque toda nuestra vida será justamente eso “una acción de
gracias” después de todo la misma Eucaristía es eso... “ACCIÓN DE GRACIAS”.
Toda la vida como un don... pero es cierto que hay que
pasar por la experiencia de la ausencia del don para darse cuenta del valor de
la presencia, es necesario, vivir la ausencia del don, para ser consciente de
que nada nos corresponde como mérito, que he correspondido muy poco para lo
mucho que se me ha dado.
Vivir la gratuidad puede cambiar nuestra vida y nuestra
manera de ver la vida... y no lo digo como una “auto-ayuda” sino como la
realidad misma de la existencia que veo dibujada en la existencia de Cristo y
en su oración: “gracias padre porque así te ha parecido bien” o en la misma
actitud de Job: “si de Dios recibimos los bienes porque no hemos de aceptar los
males”.
Dios nos quiere libres y un corazón agradecido no está
atado a la criatura porque bien sabe que no es dueño sino solo administrador de
todos los bienes que Dios le ha querido compartir... y hemos de dar gracias
también por nuestras limitaciones que nos hacen vivir en la realidad humana y
no angelical y que nos permite vivir en humildad, sabiendo que no merecemos
sino que todo se nos da por amor.
Y es verdad que Dios no se entrega a nosotros en
pedazos sino que se da totalmente y a pesar de nuestras miserias el sigue
hablando bien de nosotros y nos sigue bendiciendo...
Por todo lo anterior qué bueno que hoy tengo la
oportunidad de decir gracias, por compartir así como soy sin ese afán de llenar
expectativas... sin ese afán de perfeccionista ni con la inquietud del “deber
ser”. Simplemente ser y ser lo que se es.
Que nuestra vida sea Eucarística y al final sea una
acción de gracias y podamos dejar está vida con estas palabras: “gracias Padre
porque así te pareció bien...”
Qué mayor alegría que recibir los regalos, viviendo
cada día como algo totalmente nuevo. Vendrán otros días... vendrán otras horas,
pero este día jamás se volverá a repetir... hoy es totalmente nuevo... por eso
hoy quiero que este día sea para ti y para mi... un motivo para decir GRACIAS y
sentir muy dentro de nuestro corazón la alegría de saber dar gracias. IH
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