La resistencia a los antibióticos está aumentando en todo
el mundo a niveles peligrosos. Día tras día aparecen y se propagan con
impensada rapidez nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro nuestra
capacidad para tratar enfermedades comunes ocasionadas por bacterias.
Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la
tuberculosis, la septicemia o la gonorrea, son cada vez más difíciles de
tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo su eficacia.
Por otra parte, el fenómeno de la resistencia a los
antibióticos hace que se incrementen los costos médicos, que se prolongue la
duración de las estadías hospitalarias y que aumente la mortalidad.
Se calcula que si esta tendencia no se revierte, para el año
2050 se producirán en el mundo 10,5 millones de muertes anuales como
consecuencia de la resistencia antibiótica, muy por encima del número de
muertes por cáncer (8 millones) o por los accidentes de tránsito (1,2
millones).
Son muchas las causas de esta situación. Por un lado, es
inevitable que los medicamentos vayan perdiendo con el tiempo su capacidad para
matar bacterias patógenas, debido a que las bacterias, por motivos de selección
natural y adaptación genética, tienden a volverse más resistentes a los
antibióticos.
Sin embargo, ese proceso se está acelerando de forma
exponencial debido a que los antibióticos se utilizan en exceso y a menudo de
manera equivocada, como, por ejemplo, en el tratamiento de infecciones virales,
como el resfrío o la gripe: se estima que los antibióticos no se prescriben
adecuadamente hasta en un 50% de los casos.
En cuanto a las soluciones, el trabajo es arduo, pero el
éxito es posible. En la Asamblea General de las Naciones Unidas de septiembre
de 2016 se incluyó por primera vez en la historia de la organización el
problema de la resistencia.
Los países miembros, entre ellos, la Argentina, se
comprometieron a abordar en forma amplia y coordinada las causas profundas de
la resistencia antibiótica no sólo en la salud humana, sino también en la salud
animal y en la agricultura.
En línea con este programa, la Organización Mundial de la
Salud ha instituido la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso
Responsable de los Antibióticos, que se celebró este año entre el 13 y el 19 de
noviembre, en un intento por comprometer en esta lucha a todos los
involucrados: las autoridades, los médicos y otros profesionales de la salud,
las sociedades científicas, la industria farmacéutica y todos y cada uno de
nosotros.
Las autoridades en salud deben asumir su responsabilidad y
ser líderes en el desarrollo de planes de acción para hacer frente al problema,
convocando a todos los sectores involucrados.
Los médicos y otros profesionales de la salud debemos
procurar no recetar antibióticos a menos que sean realmente necesarios y una
vez adoptadas todas las medidas posibles para averiguar y confirmar qué
antibiótico debe recibir cada paciente.
El sector veterinario tiene también una importante
responsabilidad, dado que más de la mitad del consumo de antibióticos a nivel
mundial se realiza en el campo de la medicina veterinaria. Por lo tanto, este
sector debe asegurarse de que los antibióticos administrados a los animales se
utilicen únicamente para el control o el tratamiento de enfermedades
infecciosas y bajo supervisión veterinaria.
La industria farmacéutica debe acelerar e intensificar sus
esfuerzos para investigar y desarrollar nuevos antibióticos que ayuden en el
manejo de las infecciones difíciles de tratar. Tienen también una responsabilidad
en la comunicación ética y objetiva de las ventajas de sus productos.
Por último, la población general es un actor clave en la
lucha contra la resistencia antibiótica. Es importante que sólo se tomen
antibióticos cuando son prescriptos por un profesional, evitando la
automedicación, y siguiendo estrictamente las instrucciones recibidas en cuanto
a dosis y duración del tratamiento.
Los resfríos, la gripe, la bronquitis y la mayoría de los
dolores de garganta no se curan con antibióticos. También pueden prevenirse las
infecciones lavándose las manos, preparando los alimentos en condiciones
higiénicas, velando por la seguridad de las relaciones sexuales y manteniendo
los esquemas de vacunación al día.
En resumen, la lucha contra las enfermedades infecciosas
cuenta con los antibióticos como un aliado fundamental. De todos nosotros
depende que esto siga siendo así. Dr. Lautaro de Vedia
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