María de la Providencia Smet, Beata
Fundadora, 07 de Febrero
Martirologio Romano: En
París, en Francia, beata María de la Providencia (Eugenia) Smet, virgen,
fundadora del Instituto de Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio. († 1871)
Nació en
Loos-Lez-Lille en Francia, en el seno de una familia que disfrutaba de un
relativo bienestar. Se llamaba Eugenia Smet. A los once años ingresó en el
convento del Sagrado Corazón de su ciudad natal, donde permaneció hasta los
dieciocho, y allí nació su permanente afán por ayudar a las almas del
purgatorio. Al regresar a su hogar, parte de ayudar a los
necesitados de su pueblo, decidió, aconsejada por san Juan Bautista María
Vianney, fundar un Instituto religioso llamado Instituto de las Auxiliadoras de
las almas del Purgatorio, cuyo fin era ayudar, con la oración, a las almas del
Purgatorio.
Marchó a París en
1853, y muchas dificultades le salieron al paso, sobre todo de las
autoridades religiosas locales. Eugenia María no se arredró y escribió al papa,
quien le mandó su bendición. Con ello, el arzobispo de Cambrai y el obispo de
Belley patrocinaron su obra; Eugenia María se convirtió en superiora de un
grupo de jóvenes acordes con su proyecto.
El 1º de julio de
1857 cada una de las congregantes tomó un nuevo nombre; el de Eugenia María fue
cambiado por María de la Providencia, en la que nunca dejó de confiar; pues su
frase preferida era “Es necesario ayudar bien a la Providencia”. Como carecían
de capellán, el superior de la Compañía de Jesús le envió al padre Basuiau,
quien las dirigió espiritualmente. En 1858, en un acto presidido por el
arzobispo de París, profesaron las primeras veintiocho novicias. A partir de
ese momento, el número de postulantes fue creciendo. En 1863, la madre María,
como superiora general, realizó su primera fundación en la ciudad de Nantes.
Tres años después el padre Basuiau partió hacia China. El vicario apostólico de
Kiang-Nan solicitó en 1867 la fundación de una casa en China. En octubre de ese
año partieron para dicho lugar las primeras hermanas, y posteriormente las
siguieron otras. De distintos países llegaron pedidos de nuevas fundaciones. El
26 de agosto de 1867 la madre María de la Providencia recibía la confirmación
de la congregación que le enviaba el sumo pontífice.
La infinita
paciencia con la que soportó varios sufrimientos provocados por un cáncer,
demostraron claramente la grandeza de su personalidad. No por eso cejó en su
actividad. Tuvo todavía fuerzas para organizar un nuevo convento en Bruselas,
pero sus energías disminuían. La guerra franco-prusiana de 1870 aumentó sus
congojas. Pudo sacar a sus novicias de París, antes que los alemanes la
sitiaran, y enviarlas a Nantes y a Bruselas.
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