lunes, 26 de febrero de 2018

Enfoque osteopático de las hernias lumbares

Cuando una persona padece una lumbalgia aguda que no cede de manera espontánea consulta al médico. Suele indicarse estudios de imágenes, donde puede observarse el estado de los discos intervertebrales lumbares. 
Los discos están formados por un núcleo central y un anillo periférico fibroso. Ambos contienen un gran porcentaje de agua, en especial el núcleo, que asume el rol de amortiguar y equilibrar las presiones que recibe la columna lumbar. 
Si bien hay discos intervertebrales a lo largo de la columna vertebral, su comportamiento varía en cada región. 
Los estudios pueden revelar la presencia de una o varias hernias o protusiones. La diferencia entre ambas es que en las hernias el anillo fibroso sufre una rotura y en las protusiones solo hay un abombamiento del mismo. 
Los pacientes suelen referir que hicieron un movimiento y se “herniaron”. Es importante explicar entonces que la hernia es probable que ya se hubiera producido, en un lento deterioro del disco, de acuerdo con la actividad y el biotipo del paciente.
La aparición del dolor puede deberse a la inflamación de los tejidos discales y circundantes. 
Cuando el paciente conoce el diagnóstico, asociado a que está atravesando un dolor, piensa que algo ha cambiado a partir de ese momento y suele atravesar un cuadro de angustia que no ayuda a su recuperación. 
Por eso lo primero que explico es que mi tratamiento no va a hacer desaparecer la hernia o protusión. Mi objetivo es ayudarlo a recuperar y mejorar las condiciones en que estaban esas estructuras, hoy inflamadas, antes de que comenzara el dolor, aunque el deterioro discal ya se había producido. 
Los niveles vertebrales en donde suelen producirse las hernias son en general sitio sobre exigidos por antecedentes traumáticos, posturales o laborales. 
Mi abordaje terapéutico radica en reconocer y restaurar la movilidad en estructuras que han perdido movilidad y contribuyen a que estos discos lesionados deban absorber mayores presiones y torsiones. 
Esto permitirá que la región se desinflame poco a poco aliviando el dolor. A largo plazo el tratamiento pretende evitar los cuadros agudos que dejan a su paso más deterioro de los tejidos. 
Alcanzado este objetivo comienza el control postural y muscular mediante ejercicios de rehabilitación, luego elegir junto al paciente una actividad física que permita mantener los logros obtenidos. Lic. Olga Garay

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