Ascensión del Corazón de Jesús,
Beata
Cofundadora de las Misioneras
Dominicas del Santísimo Rosario, 24 de Febrero
Martirologio Romano: En Pamplona, beata Ascensión del Corazón de Jesús (Florentina
Nicol Goñi), virgen (1940).
Fecha de beatificación: 14 de mayo de 2005 por el
Papa Benedicto XVI.
Nació en Tafalla (Navarra, España), el 14 de marzo de 1868, última hija
del matrimonio de Juan Nicol y Águeda Goñi. Su padre era comerciante de calzado
y aperos de labranza. Fue bautizada y se le impuso el nombre de Florentina, por
la memoria de la santa que se celebra en esa fecha. Recibió la educación propia
de las niñas de su estrato social, y luego fue a Huesca, al centro que las
religiosas Dominicas de la Tercera Orden tenían y que se conocía como el Beaterio
de Santa María Magdalena y Santa Rosa. Allí descubrió su vocación
religiosa.
Cuando tenía 17 años, el 22 de octubre de 1885, fue admitida en la
comunidad de religiosas de Santa Rosa de Huesca. Tuvo un noviciado feliz, se
sentía llena de fervor y desbordante generosidad; todo le parecía poco para lo
que ella anhelaba entregar a Dios; además, lo hacía con alegría y
espontaneidad. Profesó al año siguiente y recibió el nombre de Ascensión del
Sagrado Corazón.
Encontró ciertas dificultades cuando, en 1907, fue nombrada directora
del Externado, pues su carácter jovial y alegre le atraía las muestras de
afecto de las niñas; las superioras consideraron desmedida la familiaridad
amistosa hacia la joven religiosa directora. Para corregirla, la trasladaron a
otros trabajos comunitarios, donde no tenía necesidad de tratar a las pequeñas.
Pasada esta prueba, regresó a la enseñanza, fortalecida por la práctica de la
virtud de la obediencia.
En 1912 el Gobierno clausuró la Escuela normal de Santa Rosa de Huesca.
Las religiosas se hallaron de pronto sin su trabajo apostólico de preparación
de docentes y sin su fuente de recursos económicos. Aquí se sitúa el primer
encuentro de la madre Ascensión con el padre dominico fray Ramón Zubieta, que
llegó hasta Huesca a buscar religiosas que quisieran integrarse en el trabajo
de la misión de Urubamba y Madre de Dios en Perú.
Como la orden ya tenía intención de enviar a América, en particular a
Perú, a las religiosas a las que el Gobierno había privado de su Escuela
normal, el proyecto pasó al Consejo de la Casa, mientras el padre Zubieta
recibía en Roma la ordenación como obispo de Aráa (15 de agosto de 1913). Se
formalizó el proyecto misionero y cinco hermanas del Beaterio de Santa María
Magdalena y Santa Rosa de las Religiosas Dominicas de la Tercera Orden
partieron el 17 de noviembre de 1913; llegaron a Lima el 30 de diciembre,
después de hacer escala en Río de Janeiro. El viaje en barco proporcionó a
monseñor Zubieta la oportunidad de conocer más a fondo a las religiosas, y en
particular a la madre Ascensión, a quien iba a profesar un profundo y afectuoso
respeto, evidente en todas sus cartas.
El Beaterio de Nuestra Señora del Patrocinio de Lima fue escogido para recibir a las madres de Santa Rosa de Huesca, a las misioneras que se iban a dedicar al apostolado en su prefectura apostólica de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios en Perú. El Beaterio sufría entonces de relajación y falta de vida regular. El obispo dispuso que todas se sometieran a las reglas y constituciones de las madres de Huesca y, el 2 de febrero, nombró a la madre Ascensión superiora responsable; pero la reacción de las hermanas peruanas fue muy enérgica y se procedió a organizar la elección: el 1 de abril fue elegida para el cargo de priora por la comunidad del Patrocinio por una mayoría de votos muy grande.
El espinoso proceso de integración de las dos comunidades de Lima reclamó la presencia de la madre Ascensión en el Beaterio del Patrocinio, donde había sido elegida priora. Las adversidades la condujeron a un desprendimiento mayor y a buscar sólo en Dios su consuelo, aun en medio de soledades y aridez espiritual.
El Beaterio de Nuestra Señora del Patrocinio de Lima fue escogido para recibir a las madres de Santa Rosa de Huesca, a las misioneras que se iban a dedicar al apostolado en su prefectura apostólica de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios en Perú. El Beaterio sufría entonces de relajación y falta de vida regular. El obispo dispuso que todas se sometieran a las reglas y constituciones de las madres de Huesca y, el 2 de febrero, nombró a la madre Ascensión superiora responsable; pero la reacción de las hermanas peruanas fue muy enérgica y se procedió a organizar la elección: el 1 de abril fue elegida para el cargo de priora por la comunidad del Patrocinio por una mayoría de votos muy grande.
El espinoso proceso de integración de las dos comunidades de Lima reclamó la presencia de la madre Ascensión en el Beaterio del Patrocinio, donde había sido elegida priora. Las adversidades la condujeron a un desprendimiento mayor y a buscar sólo en Dios su consuelo, aun en medio de soledades y aridez espiritual.
A finales de abril de 1918, pasó por Lima el padre Theissling, maestro
de la Orden de Predicadores, en visita canónica; aprobó la obra y les encomendó
la fundación de acuerdo al nuevo Derecho canónico de 1917, pues ya tenían diez
religiosas españolas y veinte peruanas, y contaban ya con cuatro casas.
El padre Osende, o.p., trabajó en las Constituciones y aceleró el
proceso jurídico. Así nació la Congregación de las “Misioneras Dominicas del
Santísimo Rosario”. El 27 de septiembre fueron aprobadas las primeras
Constituciones. Y el 5 de octubre se erigió en Lima la congregación; la madre
Ascensión fue nombrada superiora general. Se decidió que el noviciado se hiciera
en Pamplona (España).
Con ocasión de la visita ad limina de Mons. Zubieta al Papa Benedicto
XV, la madre Ascensión y la madre Visitación pudieron también tener la
entrevista con el Papa, y le trataron un número importante de problemas que
sólo podían ser resueltos por la Santa Sede. El 25 de marzo de ese mismo año la
Congregación fue agregada a la Orden de Predicadores.
La desmedida actividad y la falta de descanso habían agotado a monseñor
Zubieta; su salud cedió y finalmente, el 19 de noviembre de 1921, murió santamente,
a los 57 años de edad.
La madre Ascensión siempre se negó a que la llamaran fundadora. Para
ella el fundador era Mons. Zubieta, pero, al morir este, recayó sobre ella toda
la responsabilidad de la naciente fundación, así como la interpretación del
carisma de la Congregación, a la vez misionero y educativo.
La inauguración del colegio de Sonsonete, en El Salvador, en 1924, marcó
el momento de la autonomía de la Congregación. La madre Ascensión desplegaba
una prudencia audaz, unida a su exquisita misericordia, durante los aciagos
tiempos de la guerra civil española, la segunda guerra mundial y la revolución
comunista en China; un gobierno lúcido y firme al servicio de las religiosas
que, con indecibles obstáculos, se consagraban a la difusión del Evangelio en las
misiones y en las escuelas.
Habían pasado los seis años reglamentarios desde la fundación de la
Congregación y la celebración del primer consejo general; se convocó el primer
capítulo general, donde la madre Ascensión fue elegida priora general. La
Congregación fue tomando forma de institución internacional.
En 1926, a pesar de las reticencias de la madre Ascensión debido a las
necesidades locales, ante la insistencia del obispo del lugar, la Congregación
se hace cargo del Colegio Nacional de Cuzco. Se fundó una comunidad para
atender la Escuela de educandas y, por tanto, la Congregación se abrió a la
educación civil, además de la educación propiamente religiosa. Más tarde se harán
cargo también del Colegio Nacional de Arequipa, en 1928, y luego de otro más en
Puno.
La Congregación recibió la aprobación de Roma ad experimentum por siete
años. La llamada misionera a China se hacía cada vez más apremiante; en
septiembre de 1932, ese proyecto tan deseado podía iniciarse; al frente de la
expedición de China iba la madre Ascensión.
El segundo capítulo general, celebrado en Pamplona, reeligió por segunda vez a la madre Ascensión; y se dirigió a China por segunda vez. Otro Beaterio, Santa Rosa de Zaragoza, se incorporó a la Congregación. Ese año, el 22 de diciembre, Roma permitió a la Congregación su división en provincias.
El segundo capítulo general, celebrado en Pamplona, reeligió por segunda vez a la madre Ascensión; y se dirigió a China por segunda vez. Otro Beaterio, Santa Rosa de Zaragoza, se incorporó a la Congregación. Ese año, el 22 de diciembre, Roma permitió a la Congregación su división en provincias.
El tercer capítulo general volvió a reelegir a la madre Ascensión. Esta
vez su salud ya no tendría los recursos para soportar el peso de tantas
responsabilidades y exigencias. El 6 de enero del año siguiente se le declaró
la enfermedad que la llevaría a la muerte. El 22 de enero recibió el viático y
la extrema unción, en medio de sufrimientos muy agudos, que sobrellevó con
virtud; murió con fama de santidad el 24 de febrero en la ciudad de Pamplona.
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