domingo, 18 de febrero de 2018

Cuando el castigo se convierte en mi castigo

El tema de los castigos o consecuencias, es uno de los temas en los que nunca va a existir un acuerdo general, pues cada quien lo aplica a su manera si se pudiera decir.
Los niños y las niñas aprenden de las experiencias más que de lo verbal, esto quiere decir, que le podemos decir mil veces no hagas esto porque…, que lo van a hacer mientras que cuando experimentan, rápidamente aprenden.
Ellos deben saber que todo lo que hacemos tiene consecuencias que pueden ser buenas o negativas, y si nosotros como padres y madres responsables de ellos no aplicamos bien las consecuencias, ténganlo por seguro que vamos a experimentar grandes problemas en un futuro cercano.
He escuchado a muchísimos padres decir; vieras que en la escuela no se porta así, se porta tan bien, pero conmigo.
¿Ha escuchado esta frase, o peor aún la ha dicho usted? ¿Sabe por qué su hijo(a), en la escuela NO se comporta como lo hace en la casa?, porque en las escuelas existen límites establecidos en primer lugar, y en segundo lugar existen las consecuencias a X actitudes.
Cuando mi hijo, estaba en primer grado, el estilo de disciplina que aplicó su maestra fue el del árbol y las manzanitas. Ella pegó el dibujo de un árbol en la pared de la clase, y dentro del árbol había 19 manzanitas con el nombre de cada uno de los alumnos (as).
La mecánica consistía, en que si estaban dentro del árbol hasta finalizar el día, recibían un premio, que era 2 pennies (moneda de USA). Pero fuera del árbol, había los siguientes números 2, 5, 10, y la palabra Director. Esto significaba que si lo sacaban del árbol tenía 2 minutos menos de recreo, 5 o 10 minutos y ya en último caso sería enviado a la oficina del director. Al final del día, había niños (as) que habían recibido 2 pennies y los guardaban en una cajita, y los que estaban fuera del árbol en el N° 2 recibían 1 pennie, los que estuvieran en el 5, 10 o Director, no recibían pennie.
¿Qué ganaban?, pues cada dos semanas las maestras hacían una minitienda, y ellos podían ir a comprar con sus pennies. El que tenía más pennies por supuestos podía comprar más juguetitos o mejores premios.
No voy a comentar si estaba o no de acuerdo con este método, es sólo un ejemplo de lo que hacen las maestras para conseguir que sus alumnos tengan un comportamiento adecuado en la escuela, y que en la casa no lo tienen.
Queremos que cuando nuestros hijos(as), nos oigan decir: NO, ellos inmediatamente obedezcan. ¿Pero esto no ocurre muy seguido verdad?, la razón es muy sencilla, están acostumbrados a que hablamos y hablamos pero NO actuamos.
Es nuestra responsabilidad enseñarles a obedecer en el momento.
Una frase muy conocida entre los padres y madres es: Si no haces lo que te dije, te voy a… castigar, no vas a ir a tal lado, el mayor problema es que NO cumplimos lo que decimos, ellos son muy inteligentes, y lo que dicen es: ¡ahh, de por sí, no lo va a cumplir!
Para poder enseñar obediencia, tenemos que primero disciplinarnos nosotros mismos, y aprender a cumplir lo que decimos. Cuando aprendamos a cumplir lo que decimos, es muy importante escoger sabiamente el castigo, porque de lo contrario: El castigo se convierte en MI Castigo.
Muchos padres y madres no saben castigar, castigar no quiere decir que le pegue 3 fajasos, o que lo mande a la cama a dormir, o que le prohíba ir a casa del papá o mamá divorciada… estos no son castigos inteligentes.
Los castigos se aplican para mejorar una conducta, pero la mayoría lo aplica tan mal que empeoran la conducta y hasta hacen que sus hijos(as), los hieran con palabras como, te odio, ojalá te mueras, por qué no nací en otra familia y se crea un abismo entre padres e hijos.
El castigo debe ser pensado inteligentemente, por ejemplo:
Don Juan, le pidió a Mario de 8 años que recogiera los juguetes del piso. Mario, como es normal, lo ignoró. ¿Qué puede hacer Don Juan? Don Juan debe llamar a Mario y hablarle viéndolo a los ojos, sin alzar la voz, y sin usar palabras ásperas. ¡Te dije que recogieras los juguetes y no lo hiciste, ahora vas a tener un castigo, primero tienes que ir ya a recogerlos, me los vas a dar y no vas a jugar con ellos hasta dentro de 1, 2 o 3 días, o por el día de hoy no vas a jugar con X (juego o juguete que les gusta mucho)
Por supuesto que Mario, va a llorar, y le va a suplicar al papá, y a don Juan se le va a hacer el corazón añicos, pero si no tomamos las decisiones en el momento a la larga va a ser peor. La próxima vez que don Juan le hablé a Mario, es probable que reaccione rápido o que don Juan tengo que imponer otro castigo pero siempre calmado e inteligentemente.
Los castigos que no son pensados, no crean cambios de conducta, generan más problemas y enfrentamientos. Además los niños(as), por más pequeños que sean, les encanta que les hablemos como adultos y no como bebés, por lo que al ponernos a su altura les estamos enseñando: que los amamos, que queremos su bien, que los respetamos.
Le animo a que pruebes diferentes estilos de castigos o consecuencias, evite  el castigo físico,  hable con su hijo(a), lleguen a acuerdos y verá que ellos madurarán más fácilmente. AC

No hay comentarios.:

Publicar un comentario