El tema de los
castigos o consecuencias, es uno de los temas en los que nunca va a existir un
acuerdo general, pues cada quien lo aplica a su manera si se pudiera decir.
Los niños y las
niñas aprenden de las experiencias más que de lo verbal, esto quiere decir, que
le podemos decir mil veces no hagas esto porque…, que lo van a hacer mientras
que cuando experimentan, rápidamente aprenden.
Ellos deben saber
que todo lo que hacemos tiene consecuencias que pueden ser buenas o negativas,
y si nosotros como padres y madres responsables de ellos no aplicamos bien las
consecuencias, ténganlo por seguro que vamos a experimentar grandes problemas
en un futuro cercano.
He escuchado a
muchísimos padres decir; vieras que en la escuela no se porta así, se porta tan
bien, pero conmigo.
¿Ha escuchado esta
frase, o peor aún la ha dicho usted? ¿Sabe por qué su hijo(a), en la escuela NO
se comporta como lo hace en la casa?, porque en las escuelas
existen límites establecidos en primer lugar, y en segundo lugar
existen las consecuencias a X actitudes.
Cuando mi hijo,
estaba en primer grado, el estilo de disciplina que aplicó su maestra fue el
del árbol y las manzanitas. Ella pegó el dibujo de un árbol en la pared de la
clase, y dentro del árbol había 19 manzanitas con el nombre de cada uno de los
alumnos (as).
La mecánica
consistía, en que si estaban dentro del árbol hasta finalizar el día, recibían
un premio, que era 2 pennies (moneda de USA). Pero fuera del árbol, había los
siguientes números 2, 5, 10, y la palabra Director. Esto significaba que si lo
sacaban del árbol tenía 2 minutos menos de recreo, 5 o 10 minutos y ya en
último caso sería enviado a la oficina del director. Al final del día, había
niños (as) que habían recibido 2 pennies y los guardaban en una cajita, y los
que estaban fuera del árbol en el N° 2 recibían 1 pennie, los que estuvieran en
el 5, 10 o Director, no recibían pennie.
¿Qué ganaban?, pues
cada dos semanas las maestras hacían una minitienda, y ellos podían ir a
comprar con sus pennies. El que tenía más pennies por supuestos podía comprar
más juguetitos o mejores premios.
No voy a comentar si
estaba o no de acuerdo con este método, es sólo un ejemplo de lo que hacen las
maestras para conseguir que sus alumnos tengan un comportamiento adecuado en la
escuela, y que en la casa no lo tienen.
Queremos que cuando
nuestros hijos(as), nos oigan decir: NO, ellos inmediatamente obedezcan. ¿Pero
esto no ocurre muy seguido verdad?, la razón es muy sencilla, están
acostumbrados a que hablamos y hablamos pero NO actuamos.
Es nuestra
responsabilidad enseñarles a obedecer en el momento.
Una frase muy
conocida entre los padres y madres es: Si no haces lo que te dije, te voy
a… castigar, no vas a ir a tal lado, el mayor problema es que NO
cumplimos lo que decimos, ellos son muy inteligentes, y lo que dicen es:
¡ahh, de por sí, no lo va a cumplir!
Para poder enseñar
obediencia, tenemos que primero disciplinarnos nosotros mismos, y aprender a
cumplir lo que decimos. Cuando aprendamos a cumplir lo que decimos, es muy
importante escoger sabiamente el castigo, porque de lo contrario: El
castigo se convierte en MI Castigo.
Muchos padres y
madres no saben castigar, castigar no quiere decir que le pegue 3 fajasos, o
que lo mande a la cama a dormir, o que le prohíba ir a casa del papá o mamá
divorciada… estos no son castigos inteligentes.
Los castigos se
aplican para mejorar una conducta, pero la mayoría lo aplica tan mal que
empeoran la conducta y hasta hacen que sus hijos(as), los hieran con palabras
como, te odio, ojalá te mueras, por qué no nací en otra familia y se crea un
abismo entre padres e hijos.
El castigo debe ser
pensado inteligentemente, por ejemplo:
Don Juan, le pidió a
Mario de 8 años que recogiera los juguetes del piso. Mario, como es normal, lo
ignoró. ¿Qué puede hacer Don Juan? Don Juan debe llamar a Mario y hablarle
viéndolo a los ojos, sin alzar la voz, y sin usar palabras ásperas. ¡Te dije
que recogieras los juguetes y no lo hiciste, ahora vas a tener un castigo,
primero tienes que ir ya a recogerlos, me los vas a dar y no vas a jugar con
ellos hasta dentro de 1, 2 o 3 días, o por el día de hoy no vas a jugar
con X (juego o juguete que les gusta mucho)
Por supuesto que
Mario, va a llorar, y le va a suplicar al papá, y a don Juan se le va a hacer
el corazón añicos, pero si no tomamos las decisiones en el momento a la larga
va a ser peor. La próxima vez que don Juan le hablé a Mario, es probable que
reaccione rápido o que don Juan tengo que imponer otro castigo pero siempre calmado
e inteligentemente.
Los castigos que no
son pensados, no crean cambios de conducta, generan más problemas y enfrentamientos. Además
los niños(as), por más pequeños que sean, les encanta que les hablemos como
adultos y no como bebés, por lo que al ponernos a su altura les estamos
enseñando: que los amamos, que queremos su bien, que
los respetamos.
Le animo a que
pruebes diferentes estilos de castigos o consecuencias, evite el castigo
físico, hable con su hijo(a), lleguen a acuerdos y verá que ellos
madurarán más fácilmente. AC
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