Eremita, 07 de Mayo
Martirologio Romano: En
Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Antonio, ermitaño, que inició su vida
monástica en el monte Athos y después la prosiguió en el monasterio de esa
ciudad, denominado de las Grutas (1073).
Etimológicamente: Antonio
= Aquel que es digno de estima, es de origen latino.
Durante la época de
la evangelización de Rusia floreció mucho la vida monástica bizantina. El
monasterio de Studios, en Constantinopla, así como los que surgieron de él, se hallaba
en la cumbre de su esplendor (aunque muy poco después iba a empezar a decaer su
influencia) y comenzaban a hacerse las grandes fundaciones del Monte Athos.
Pero los primeros monasterios que hubo en Rusia, que debían su existencia a la
intervención de los grandes príncipes y obispos griegos, no tuvieron mayor
importancia. La época del florecimiento de la vida monástica en Rusia empezó
con la fundación del monasterio de las Cuevas en Kiev (Kiev-Pecherskaya Lavra).
Dicho monasterio no nació por iniciativa de los grandes de este mundo, sino que
fue fundado por monjes rusos y para monjes rusos. Mons. Alejandro Sipiaguin ha
escrito que fue “el primer monasterio ruso, cronológicamente hablando y también
el primero en importancia, por los grandes valores espirituales con que
enriqueció el tesoro de la religión del pueblo”. Sus fundadores, “primeras
luces brillantes encendidas por Rusia ante la imagen del Cristo universal”,
fueron San Antonio y San Teodosio Pechersky.
Antonio nació el año
de 983, en Lubeck, cerca de Chernigov. En su juventud vivió algún tiempo en la
soledad, según el ejemplo de los anacoretas de Egipto. Pero pronto comprendió
que esa forma de vida, como cualquier otra, exigía cierta preparación. Así
pues, emprendió el viaje al Monte Athos, donde practicó la vida eremítica con
los monjes del monasterio de Esfigmenu. Al cabo de algunos años, su abad le
mandó que regresase a su patria, a pesar de la repugnancia de Antonio,
diciéndole: “El Señor te ha fortalecido en el camino de la santidad, y ahora te
toca guiar a otros por ese camino. Vuelve a tu patria, con la bendición del Monte
Santo; ahí serás padre de muchos monjes”.
Antonio obedeció.
Sin embargo, como no encontrase paz ni soledad suficientes en los monasterios
fundados por los príncipes, se refugió en la cueva de un acantilado a orillas
del Dniéper, en Kiev. Se alimentaba de pan, verduras y agua, cultivaba una
parcela de tierra y pasaba el resto del tiempo en oración. Algunas personas
acudían a consultarle o a pedirle su bendición; de cuando en cuando, le hacían
algún regalo, que el santo distribuía inmediatamente entre los pobres. Algunos
de esos visitantes acabaron por quedarse con él. El primero fue el monje Nikon,
que era sacerdote; a éste siguieron otros aspirantes a la vida religiosa, los
cuales vivían en celdas excavadas en la roca. Ampliaron algunas cuevas para
instalar la capilla y el refectorio. Al contrario de otros abades de la época,
San Antonio aceptaba a todos los candidatos que poseían las cualidades
necesarias, ya fuesen ricos o pobres, libres o esclavos. La comunidad creció
tanto, que empezó a faltar el sitio. Entonces, el príncipe Syaslav les ofreció
las tierras situadas en lo alto del acantilado, y ahí construyeron los monjes
un monasterio y una iglesia, dedicados a la Dormición de la Santa Madre de Dios.
El cronista Néstor dice: “Muchos monasterios fueron construidos con la ayuda de
los príncipes y los nobles, en cambio, este monasterio se construyó con
lágrimas, ayunos y oraciones. Antonio no poseía oro ni plata y por ello se
valió de estos medios”.
San Antonio confió
pronto la dirección de la comunidad a un monje llamado Barlaam. Después, para
no verse mezclado en las disensiones de los nobles de Kiev, se retiró a
Chernigov, donde fundó otro monasterio. Sin embargo, más tarde volvió a
Pecherskaya Lavra y ahí murió, en su cueva, el año 1073, a los noventa años de
edad.
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