Obispo, 01 de Abril
Elogio:
En Roma, conmemoración de los santos
mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber,
Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano,
que la Iglesia se complace en honrar juntamente.
La inscripción
de este grupo de mártires tiene una curiosa historia cúltica: parte de una
capilla que hubo en la archibasílica de San Juan de Letrán, dedicada a san
Venancio y un conjunto de mártires que posiblemente pertenecieron al mismo
conjunto martirial. Esa capilla se encontraba al lado de la de San Juan
Evangelista (que existe desde antiguo y hasta la actualidad), pero en alguna de
las sucesivas remodelaciones de la gran basílica romana, fue reemplazada por
capillas de personajes que se juzgaron más relevantes en la época en que haya
sido quitada.
Había
albergado desde el siglo VII las reliquias del obispo y sus compañeros, así
como pinturas y esculturas que adornaban su tumba y narraban su historia. Según
Anastasio el bibliotecario, historiador papal del siglo XV, el papa Juan IV,
que gobernó la iglesia entre el 640 y el 642, era dálmata, e hijo de Venancio
(podría tratarse de hijo en sentido propio, o de discípulo). Las luchas arrianas
y las invasiones de pueblos (posiblemente eslavos) estaban haciendo estragos en
la península de Istria y en Dalmacia, por lo que hizo trasladar un primero de
abril las reliquias de estos venerados mártires a Roma, y las presentó al culto
en la capilla lateranense mencionada, así como hizo pintar en el ábside el
martirio de estos santos para que se preservara la historia.
También el
papa León III, 150 años más tarde, embelleció la capilla de estos santos, y
pontífices posteriores estimularon su culto con indulgencias. Lamentablemente
las sucesivas destrucciones y refacciones en la archibasílica acabaron con
todos estos testimonios de culto, de lo que apenas nos han quedado las breves
crónicas, y como las pinturas se perdieron, también la memoria de los hechos
concretos en los que dieron su testimonio. El Cardenal Baronio preservó la
memoria inscribiéndolos en el Martirologio Romano, y otros martirologios
siguieron su ejemplo. El hagiógrafo hispánico Tamayo Salazar (siglo XVII)
inscribió a Venancio en su calendario haciéndolo obispo de Toledo, pero fue,
sin duda, un error de los tantos de este curioso hagiógrafo que enriqueció el
martirologio hispánico tomando de prestado nombres de todo el resto del mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario