En un mundo
lleno de sonidos: tambores, trompetas, guitarras, órganos, bubucelas, matracas,
etc., pareciera ser que no tenemos ni un segundo libre para pensar. La música atraviesa en nuestros oídos
penetrando en nuestra mente. Así es como se ‘pegan’ ritmos que luego se
manifiestan en la consonancia rítmica de los dedos sobre la mesa, el pie en el
suelo del salón de clases o las improvisados ‘bongós’ sobre cualquier material
sonoro.
La música es
parte de nuestra vida, debemos reconocerlo. Es más, ahora con la música online,
youtube y todos los aparatajes disponibles para buscar ritmos y melodías, somos
capaces de reconocer con facilidad a qué artista hace referencia. Pero, ¿somos capaces de escuchar la música de Dios?
Sí, dije bien:
la música de Dios. Es una música
tenue, no con muchos arreglos musicales o sonidos extravagantes. No es ni
reggaetón ni balada, ni merengue ni bachata, ni cumbia ni villera. La música de
Dios es un estilo propio, único e inigualable que resuena en lo más profundo de
nuestro interior. Esta música tiene compases; notas mayores y
menores. Usa blancas, negras y corcheas. Fusas y semifusas. Todas ellas en la
más perfecta melodía que jamás oído alguno ha podido escuchar de mano humana ni
de computadora electrónica.
La música de
Dios transmite un mensaje genuino. Un
mensaje cuyo destinatario es único, porque eres tú mismo. Dios te canta
al oído, te canta sólo a ti. Podrías preguntar, pero ¿qué es lo que canta?
Canta para que bailes. Canta el plan que desde siempre ha pensado para ti
porque te quiere ver feliz. Canta la melodía de tu vida, titulada con tu nombre
y firmada con su puño y letra; y quiere que sigas esta melodía, que bailes su
música.
Bailar la música de Dios es seguir su voluntad. A algunos
les pedirá un ritmo más rápido, porque pueden ser capaces de seguirlo; a otros,
más bien, les pedirá ritmos más lentos debido a su flaqueza o dificultad
personal. Sea cual sea el ritmo que Dios te invite a bailar: ¡báilalo! No
tengas miedo a seguir sus compases. Cada nota está perfectamente pensada. No te
sueltes ni te alejes de Él para no perder el ritmo. ¿Ves qué fácil es bailar la
música de Dios?
¿Cómo saber qué ritmo Dios me pide
seguir?
Siempre
necesitarás ayuda para descubrirlo, por ello Dios ya lo pensó y puso en su
Iglesia sacerdotes y religiosos/as para ayudarte a escucharle. Basta abrir el corazón a Dios y a acercarse a
sus instrumentos que te ayudarán a conocer esta dulce melodía. Sé
que la imagen de la ‘música de Dios’ suele resultar un poco ‘cursi’, pero cuando
hay amor las cosas más cotidianas se tornan las más profundas. Así como en una
composición maestra la música es melódica, tiene armonía en tonos bajos y
altos, es rica en movimientos sonoros… así también Dios nos muestra su voluntad
a diario.
¿Estás dispuesto a bailar la música de Dios? No lo
pienses tanto y déjate llevar por su ritmo siempre, como ya dijimos, acompañado
por alguien que sabe bailar. Que Dios te bendiga en este camino que emprendes
junto a Él y te haga ver las maravillas que se descubren siguiendo sus
pasos. La vida es hermosa, más
hermosa será si la vives al ritmo de Dios. ¡Qué disfrutes el baile! EH
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