Desde el año 2013, el 2 de mayo se denomina el Día Mundial contra el Bullying con el objetivo de concientizar a la sociedad sobre los riesgos
del acoso escolar. La temática no solo preocupa a los padres sino también al
sistema educativo, que detecta que debe actuar de forma urgente ante
situaciones de violencia entre los menores.
Cuando se habla de bullying, se hace referencia a la forma que un
individuo se dirige a otra persona, de forma verbal o física, causando un daño
temporal o permanente en la víctima.
Es un hostigamiento constante de una o más personas hacia sus pares en
la cual, la víctima sufre de amenazas, intimidación, manipulación e incluso
agresiones físicas el cual puede ser dentro del ámbito escolar como también en
ámbitos por fuera de la escuela, y aunque suceda fuera del horario escolar,
sigue siendo un tema de la comunidad educativa.
En esa línea es que surge la inquietud de muchos padres de niños y adolescentes
sobre cómo detectar o darse cuenta de cuándo pedir ayuda. Andrea Abadi,
Directora del Departamento Infanto Juvenil de INECO indica que «un adulto puede
darse cuenta que un chico está sufriendo hostigamiento cuando hay un cambio de
actitud repentina, está muy irritable, tiene alteraciones en el sueño o,
sencillamente, se niega a levantarse para ir al colegio, para entrar o deja de
conectarse con una red con la que venía conectándose. Por eso, lo primero que
hay que hacer es validar la queja del chico, decirle que esto se tiene que
contar, que no tenga miedo a las represalias y que los adultos los pueden
ayudar y estarán presentes para protegerlos de estas situaciones».
«El bullying sigue siendo un tema pendiente en las escuelas y en las
familias con hijos pequeños y adolescentes. El acoso escolar es una de las
problemáticas actuales más preocupantes que podrían asociarse a algo mucho más
amplio como la muerte por suicidio», expresó Teresa Torralva, presidente de
Fundación Ineco quien junto con la comunidad de Malargüe, está llevando
adelante un proyecto que busca identificar y describir, a través de métodos
cualitativos y cuantitativos, los factores asociados a las conductas suicidas y
parasuicidas en adolescentes.
Las estadísticas indican que las muertes por suicidio son un fenómeno
mundial que atraviesa todas las culturas y religiones. No existen actualmente
poblaciones que no se encuentren afectadas por esta problemática. Si bien hay
evidencia que indica que el 90% de las personas que fallecen por suicidio
presentan un trastorno psiquiátrico, el mismo resulta de una compleja
interacción de factores tales como vulnerabilidad genética, estresores,
factores fisiopatológicos y aspectos socioculturales.
Para estos casos, la Dra. Abadi indica que «existe evidencia sobre
programas a nivel mundial que demuestran la disminución en la incidencia del
bullying en diferentes comunidades y están relacionados a mejorar la empatía,
la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de aceptar al diferente y de
incluirlo. En este sentido, tiene que ser una asignatura transversal, todos los
días del año».
En esta línea, cuando una persona es expuesta reiteradas veces por otra,
la víctima de bullying puede experimentar distintas emociones que pueden
derivar en depresión, ansiedad o baja autoestima, lo que luego genere en el
mismo una poca capacidad de interacción y desarrollo psicosocial.
«El acoso escolar constituye un enemigo silencioso ya que quien es
agredido se encierra en sus propios pensamientos y alejándose de su círculo,
nutre la soledad, la tristeza y el miedo sin poder poner en conocimiento a su
familia. Hay que involucrar a toda la comunidad educativa como miembros de un
programa anti bullying. Para ello deben comprometerse todos: padres, alumnos,
docentes, administrativos, encargados de limpieza. Es importante que haya
pautas de convivencia dentro del colegio así como también campañas antibullying
sostenidas en el tiempo», afirma Abadi, de INECO. BP
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