Es
necesario decir que hoy más que nunca, Dios nos quiere santos y no espera que
nos conformemos con una existencia mediocre.
La santidad es un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte.
La santidad es el rostro más bello de la Iglesia.
Todos estamos llamados a ser testigos, a compartir con los todos la acción de Dios en nuestra vida es por esto qué hay testimonios muy distintos, porque la vida divina se comunica a cada uno de forma distinta.
Para ser santo no se necesita ser obispo, sacerdote, religioso o religiosa, cada uno podemos ser santos en el estado de vida al que Dios no ha llamado.
Por eso aquí te
dejo mis 5Tips para educar a nuestros hijos para que busquen
ser santos en el mundo actual y dar testimonio.
PRIMERO. Hay que preguntarle al
Espíritu Santo que espera Jesús de cada uno.
Es necesario
que nuestros hijos se acostumbren a discernir cuál es la voluntad de Dios para
ellos en cada momento de la vida y para eso debemos nosotros enseñarles a
discernir. Hay muchas formas de hacerlo, pero lo principal es que estén
dispuestos a preguntarle a Dios y después a hacer lo que les pide. A veces será
por medio de sus papás, otras por algún comentario en la homilía del padre,
otras veces los signos que se nos van presentando, otras veces alguna petición
en particular, etc. Lo importante es que aprendan a escuchar la voluntad de
Dios y después a llevarla a cabo. Es bueno tener en cuenta que lo que viene de
Dios trae paz y alegría al corazón.
SEGUNDO. Es necesario que
conozcan a Jesús para que se identifiquen con Él.
Nadie ama lo
que no conoce, por eso debemos darles a conocer a Jesús y su vida terrena para
que tengan ejemplo de santidad. Jesús se hizo igual a nosotros en todo, menos
en el pecado, por lo que en Él está nuestro modelo de vida. La Virgen María
también es un gran modelo pues es la persona más parecida a Jesús en toda la
tierra. Para esto podemos echar mano de los recursos didácticos que existen en
internet, ya sean videos, cantos, juegos, dibujos para colorear, etc. Para que
sea algo agradable, divertido y cercano a nuestros hijos.
TERCERO. Deben esforzarse en
cuerpo y alma.
En empeño de
ser santo implica una batalla constante y continua contra nosotros mismos y
contra lo que el mundo nos presenta, por eso nuestros hijos deben comprenderlo
para que estén dispuestos a librar esta batalla. Si los enseñamos desde
pequeños a vencerse a sí mismos en las cosas pequeñas, cuando lleguen las cosas
más grandes, esas que con los años nos van agobiando, serán capaces de librar
la batalla por ellos mismos y podrán usar las armas espirituales que le demos
proporcionado. Por eso es bueno que les acerquemos los sacramentos en el tiempo
adecuado, que les enseñemos a rezar el Rosario y que lo hagan constantemente,
que sepan que también existen ejemplos de otras personas que lograron vivir
conforme a lo que Dios les pidió, que son los santos y que pueden seguir su
ejemplo y camino de santidad. Si les vamos dando a conocer las bodas de
diferentes santos podrán ellos también escoger las que más les gusten y las
podrán tomar como camino de vida, siempre tomando las virtudes de ellos y
llevándolas a su vida cotidiana.
CUARTO. Que se pongan pequeñas
metas alcanzables.
Cómo esto de la
santidad es un proceso, es bueno que nuestros hijos comprendan que es día con
día. Así que podríamos ayudarles con actividades y calendarios donde vayan
anotando sus logros y ofreciéndolos a Dios, por ejemplo, en tiempo de adviento
o cuaresma acostumbren a seguir un calendario con actividades que les ayuden a
prepararse. En tiempo ordinario podemos poner un recipiente vacío y uno con
cuentas para que cada vez que cumplen una meta, o cuando logran vencer alguna
tentación así, físicamente pueden ofrecer sus acciones y también las pueden
hacer conscientes. Con esto pueden hacer conciencia que la santidad se alcanza
con actos concretos.
Y QUINTO. Que no tengan miedo a
la santidad.
A veces
pensamos que ser santos implica ser serios, ser perfectos o que nos va a quitar
la alegría y nuestra energía, pero en realidad no es así. Por el contrario la
santidad nos ayuda a ser plenos porque estamos cumpliendo la misión que Dios
nos ha encomendado, nos ayuda a tener más energía o estar más animados en
nuestro día porque tenemos la motivación de agradar a Dios y de dar testimonio.
Así que hagamos
de la santidad un estilo de vida para que nuestros hijos vean la santidad como
algo deseable y que trabajen por alcanzarlo. Lo que es una realidad es que para
ser santo hay que estar enamorado de Dios y por eso queremos estar siempre con
Él, ya sea en esta vida pero principalmente en la vida eterna. SdelV
No hay comentarios.:
Publicar un comentario