Los cuerpos y las mentes
humanas son manejables: nos ajustamos y compensamos todo lo que nos
desequilibra. Cuando te sale una ampolla en el pie izquierdo, cambias tu peso
al pie derecho y sigues caminando. La respuesta a la ansiedad es muy similar:
uno ajusta su comportamiento a un factor de estrés y sigue adelante con su día.
Con el tiempo, esto puede convertirse en un hábito o incluso convertirse en
parte de tu personalidad, hasta el punto de no notar la ansiedad en sí misma.
Si alguno de los rasgos de carácter que enumeramos a continuación se parece a
ti, no tienes por qué preocuparte. Mientras no te causen malestar ni afecten a
tu vida cotidiana o a tus relaciones con los demás, lo más probable es que no
se trate de nada grave. Dicho esto, ser consciente y estar atento a estos
rasgos de personalidad puede ayudarte a prevenir problemas de salud mental.
Perfeccionismo
Los perfeccionistas siempre se
exigen a sí mismos y a los demás el máximo nivel de exigencia, lo cual suele
ser positivo. Sin embargo, mantener unos ideales elevados para cada proyecto y
cada tarea es imposible, insostenible y a menudo innecesario. Y para un
perfeccionista que necesita tener el control total de la situación, no cumplir
con estos estándares autoimpuestos o verse obligado a bajarlos se siente como
una tortura emocional. Si eres un perfeccionista, practica la compasión hacia
ti mismo y hacia los demás. En lugar de tener los mismos estándares para todo,
añade el término ‘suficientemente bueno’ a tu vocabulario mental.
Una personalidad de abeja
ocupada
‘Ocupado, ocupado, siempre tan
ocupado’, si ese es el nombre del juego para ti en el trabajo y en la vida,
podrías estar sintiéndote ansioso todo el tiempo. En muchos casos, esta
necesidad constante de estar ocupado proviene del miedo a no ser aceptado o
querido por los demás si se hace menos de lo que se hace normalmente. El
peligro de este tipo de mentalidad es la ansiedad creciente y un alto riesgo de
agotamiento. “Lo que esa persona necesita ver es que, aunque no lo haga todo,
sigue gustando a la gente, la gente le sigue respetando”, dice Tanisha Ranger,
psicóloga clínica, al Huffington Post.
Introversión
Los introvertidos son
propensos a guardar sus sentimientos y pensamientos en su interior. Cuando todo
va bien, gestionar su mundo interior es fácil, pero cuando tienen problemas
emocionales o se sienten estresados, mantener esos pensamientos y emociones
reprimidos puede provocar una ansiedad paralizante. Abrirte a los demás y
compartir tus pensamientos y emociones, aunque sea un poco cada vez, puede
convertirse en una salida para todos esos sentimientos negativos y el estrés.
La procrastinación
Los procrastinadores crónicos
son perezosos y despreocupados, no están ansiosos, no se preocupan: éste es el
estereotipo común. Y, como la mayoría de los estereotipos, es erróneo. En
realidad, cada persona afronta el estrés y la ansiedad de forma diferente. Y
para muchos, la forma de enfrentarse a los problemas cotidianos, a las situaciones
estresantes y a las tareas difíciles es evitarlas o dejarlas para el último
momento. Sin embargo, la prórroga es una solución provisional, que puede sentar
bien en el momento, pero que suele acabar agravando la ansiedad. Si esto te
suena, utiliza este impulso de evitar las dificultades como una bandera roja.
También puedes intentar dividir los proyectos grandes en tareas más pequeñas y
manejables.
Resistencia al cambio
¿La gente piensa que eres
testarudo o dice que te resistes al cambio? Adaptarse y hacer las cosas de
forma nueva no es fácil, pero incluso los pequeños cambios pueden causar mucha
preocupación y miedo a algunas personas. Los individuos a los que el cambio les
resulta imposible suelen ser propensos a la ansiedad. Para estas personas,
enfrentarse a grandes cambios, como la pérdida de un trabajo, puede resultar
descontrolado y causar una ansiedad insoportable. Si estás luchando contra este
problema, la diversión es tu mejor amiga. Sal de tu zona de confort probando
nuevas aficiones o experiencias divertidas. Esto, a su vez, te dará la
perspectiva y la flexibilidad que podrás aplicar en otras áreas de tu vida.
Para complacer a la gente
Ser amable y servicial es sin
duda un rasgo de carácter que muchos encontrarán útil o atractivo, pero ser un
jugador de equipo a menudo puede volverse en contra de ti de maneras que no
esperas. Aunque es estupendo participar en actividades sociales y desvivirse
por ayudar a la familia, los compañeros de trabajo, los amigos, los clientes,
los vecinos, etc., a veces puedes acabar arrinconándote. Si notas que dices que
sí incluso cuando estás cansado o no tienes tiempo por miedo a ser rechazado o
a que no te guste, podrías ser una persona que complace a la gente. Las
personas con estas tendencias deben aprender a establecer límites personales.
Escúchate a ti mismo: ¿Realmente quieres ayudar al vecino con la jardinería?
¿Realmente necesitas comprar un recuerdo para todos los miembros de la familia
cuando viajas al extranjero? Intenta ajustar las expectativas de los demás a tu
propio horario, presupuesto y niveles de energía. SF
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