«Cada vez se reivindica más una mayor justicia social, mayor
participación en el gobierno y en la vida económica, iguales oportunidades en
el campo de la educación y una justa distribución de los recursos de la nación.
Los ciudadanos están tomando cada vez mayor conciencia de su propia dignidad y
de sus derechos humanos»
«En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay
que establecer como fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto
es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el
hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al
mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello,
universales e inviolables y no pueden renunciarse por ningún concepto»
«El tipo de desarrollo que la Iglesia promueve va mucho más
allá de las cuestiones económicas o tecnológicas: comienza y termina con la
integridad de la persona humana creada a imagen de Dios y dotada de la dignidad
y los derechos humanos inalienables que Dios le dio»
«En la época actual se considera que el bien común consiste
principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana. De
aquí que la misión principal de los hombres de gobierno deba tender a dos
cosas: de un lado, reconocer, respetar, armonizar, tutelar y promover tales
derechos; de otro, facilitar a cada ciudadano el cumplimiento de sus
respectivos deberes. Tutelar el campo intangible de los derechos de la persona
humana y hacerle llevadero el cumplimiento de sus deberes debe ser oficio
esencial de todo ser público» I
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