Presbítero,
01 de Julio
Elogio: En Angulema, en Aquitania, san Eparquio,
presbítero, que pasó treinta y nueve años en completa soledad, entregado sólo a
la oración y enseñando a sus discípulos que «la fe no teme el hambre».
País: Francia - †: 581
Eparquio abandonó el mundo contra la voluntad de sus
padres y se retiró a un monasterio, tal vez al de San Eparquio de Dordogne. Ahí
sirvió a Dios a las órdenes del abad Martín. Como sus virtudes y milagros le
hubiesen hecho famoso, el santo, para evitar la tentación de la vanagloria,
dejó el monasterio y se retiró a la soledad en las cercanías de Angulema. Pero
sus virtudes eran demasiado esplendorosas para permanecer ocultas, y el obispo
de la región obligó a san Eparquio a aceptar el sacerdocio. Aunque vivía en la
soledad, el santo tuvo algunos discípulos. Como deseaba que orasen sin
interrupción, les prohibió el trabajo manual. Cuando alguno de sus monjes se
quejaba de que no tenía lo necesario para vivir, san Eparquio le recordaba las
palabras de san Jerónimo, «la fe no tiene miedo al hambre». Y así era en
realidad, porque los fieles, que tenían en gran aprecio a san Eparquio por los
milagros que obraba, le daban generosamente cuanto él y sus discípulos
necesitaban. San Gregorio de Tours afirma que el culto de san Eparquio estaba
muy extendido en el siglo VI. San Gregorio lo llama Cibardo; con el tiempo,
dicho nombre se transformó en Separco y después en Eparquio. En realidad,
sabemos muy poco acerca de este santo, fuera de lo que relata San Gregorio de
Tours.
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