Religioso,
27 de Junio
Elogio: En Corneto, cerca de Bovino, en la Apulia, beato Bienvenido de Gubbio,
religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que se conformó con la vida de
Cristo pobre por su humilde servicio a los enfermos.
País: Italia - †: c. 1232
Bienvenido, natural de Gubbio, en Umbría, era soldado
de profesión y, como la mayoría de sus congéneres, un iletrado. En cuanto quedó
bajo la influencia de los franciscanos, se dejó llevar por la paz y el bien y,
en 1222, tomó el hábito de los frailes menores. Desde el momento en que entró a
la orden, modeló su vida enteramente sobre la de san Francisco. Voluntariamente
y por cuenta propia, se hizo cargo de los leprosos y los cuidó con una
abnegación sin límites e incluso los lavaba de la cabeza a los pies. Más
méritos tenía su entrega total, porque sus cuidados estaban inspirados en un
afecto sincero por los que sufrían: los trataba con una delicadeza exquisita
aun ante los casos más repugnantes y además, porque él mismo padecía diversas
enfermedades que soportaba sin quejarse jamás. Pasaba gran parte de la noche en
oración y a menudo, durante la misa, se le presentaba la visión de un Niño muy
hermoso; en esas ocasiones, los frailes veían a Bienvenido que extendía los brazos
como si quisiese alcanzar la aparición. Su comportamiento era tan ejemplar, que
nadie le hizo jamás un reproche o una reconvención. Sin embargo, en la
reclusión de la vida religiosa hubiese pasado inadvertida o ignorada por el
mundo su santidad, de no ser porque el cielo le había dotado con gracias
sobrenaturales rarísimas que extendieron su fama hasta muy lejos. Bienvenido
murió en la localidad de Corneto, en la Apulia, en 1232. Cuatro años después su
muerte, los obispos de Venecia y de Amalfi solicitaron a la Santa Sede que
sancionase su culto y, para apoyar su propuesta, presentaron una lista de
milagros. El Papa Gregorio IX aprobó ese culto en las dos diócesis, y el papa
Inocencio XII confirmó, en 1697 el culto «ab immemoriale».
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