Theotokos
es una palabra griega que significa Madre de Dios (literalmente, ‘la que dio a
luz a Dios’). Su equivalente en español, vía latín, es Deípara. Es el título
que la Iglesia cristiana temprana le dio a María en el Concilio de Éfeso de 431
en referencia a su maternidad divina.
Maiestas
Mariae
Theotókos es
también un tipo iconográfico de la Virgen en el arte bizantino, en el que
aparece sentada en un trono con el Niño Jesús en su regazo, mirando ambos al
frente. En este modelo iconográfico se basa otro característico del arte
románico: la Maiestas Mariae (majestad
de María o suprema alteza –en los cielos).
Maestà (‘majestad’ en italiano) es la denominación de un tema iconográfico del arte cristiano medieval occidental que representa a la Virgen en Majestad, una forma de representar la Virgen con el Niño en que la Virgen María aparece entronizada; de forma similar a la Theotokos del arte bizantino.
Maiestas Mariae (‘Majestad
de María’ en latín) es un concepto mariológico y de la historiografía del arte
para referirse al concepto de la Virgen como trono del Niño Dios.
Es
una iconografía propia del Románico y el Gótico, que se divulga a partir del
siglo XII, fundamentalmente en las iglesias dedicadas a María y en algunas dedicadas
a algún santo. La visión del Cristo apocalíptico (Pantocrator)
fue sustituida por la de la Virgen, como trono del Salvador y mediadora entre
los hombres y Dios.
El
culto mariano se popularizó extraordinariamente en la Baja Edad Media, al mismo
tiempo que, intelectual y sociológicamente, se producía la sublimación del
concepto bajomedieval de mujer (el amor cortés de los trovadores).
María,
Trono de la Sabiduría
La
palabra Sabiduría tiene en la Sagrada Escritura varios significados: en primer
lugar la Sabiduría personal o subsistente, esto es, el Verbo Divino, y
Jesucristo como Hombre, ya que en Él la Humanidad creada estaba unida a la
Divinidad en unidad de persona; en segundo lugar, la Sabiduría impersonal,
hábito o cualidad de los seres inteligentes, y por último, la Sabiduría, Don
del Espíritu Santo.
Bajo
estos tres significados la Virgen María es llamada y es verdaderamente Trono o
Sede de la Sabiduría.
María
Santísima, Trono de la Sabiduría, de la Sabiduría personal. El Verbo es el
perfecto y subsistente conocimiento de todo el ser Perfectísimo e Infinito que
es el Padre.
El
Verbo Divino se encarnó en el seno purísimo de María, así vino al ser Madre de
Dios, Madre del Verbo, Madre de Cristo Hombre, Madre de la Sabiduría.
Por
eso, principalmente se le invoca como Trono de la Sabiduría porque puso el
Verbo su sede en las Purísimas entrañas de Ella.
Él
se hizo para Sí, en el seno Virginal, una morada muy digna y escogida, habitó
en Ella, y después de nacer fue llevado en sus brazos durante sus primeros años
y estuvo sentado sobre sus rodillas. Siendo realmente también, por decirlo así,
el Trono humano de Aquel que reina en el Cielo.
María
Santísima, Sede de la virtud de la Sabiduría
El
hábito de la Sabiduría reside en el entendimiento del ser humano y tiene por
objeto propio el conocimiento de las cosas naturales y sobrenaturales y sus
causas, se eleva al conocimiento y contemplación de la Causa primera e
increada, necesaria, absoluta, es decir, Dios; ve y contempla a Dios en todas
las cosas de la naturaleza, todo lo refiere a Dios, se remonta hasta Dios y en
El descansa; de todo lo creado toma base para admirar, bendecir y amar a Dios,
último término al cual están dirigidas todas las cosas. Y es así como esta
Sabiduría, de especulativa se hace práctica, de estéril se convierte en
operativa, del entendimiento pasa al corazón y lo ensancha y lo consuela y le
infunde un gozo, un sabor y una unción, por lo cual precisamente se llama
Sabiduría.
Por
encima de todos los santos, María poseyó en grado perfecto la virtud de la
Sabiduría, más aún, Ella es la Sede de la Sabiduría. Fue dotada por Dios de un
entendimiento naturalmente perfecto, ejercitado y enriquecido por la continua y
altísima contemplación y por el conocimiento de la Escritura.
María,
después de Jesucristo, tuvo el corazón mejor dispuesto para la gratitud, para
la admiración, para el amor: disposición acrecentada hasta el máximo por la
fiel correspondencia a la obra de la gracia que la llevó al más perfecto
conocimiento de Dios posible a una mente creada.
María,
Sede del Don de Sabiduría
Hay
una Sabiduría que no se adquiere con los recursos humanos, sino que es un Don
sobrenatural infundido por el Espíritu Santo.
Este
Don, como enseña Santo Tomás de Aquino, es distinto en su naturaleza del hábito
de la Sabiduría.
Este
Don consiste en un profundo conocimiento de Dios y de sus altísimos misterios,
conocimiento encaminado no tanto a satisfacer la inteligencia que contempla,
cuanto a alimentar y atraer la voluntad con la fuerza del amor. El alma en la
que se ha desarrollado este Don se sumerge y se abisma enteramente en Dios, en
sus perfecciones Infinitas y en sus Misterios, y allí se goza de tal manera que
todo lo que no es de Dios o no conduce a Dios se le hace pesado y enojoso, le
resulta insípido.
En
los treinta años que vivió en íntima unión con la Sabiduría Encarnada, cuántas
veces recibiría María en el secreto de la Casa de Nazaret los vívidos rayos de
la Sabiduría Eterna en los que Ella recogía hechos y misterios; palabras y
recuerdos en el santuario de su corazón y los conservaba. Era el tesoro de las
diversas riquezas que, pasando por su alma de Madre, se convertían en leche de
vida, de sabiduría y de gracia para sus hijos. Ella más que ninguna criatura
angélica o humana, penetró en los profundos Misterios de la Divinidad, rozando,
por decirlo así, los confines de lo Infinito.
María
llevó en su seno a la Sabiduría Increada pero su mente y su corazón fueron más
anchos y capaces que su mismo seno, dice San Buenaventura. Con toda razón, la
Iglesia la invoca Trono de la Sabiduría. FRG
No hay comentarios.:
Publicar un comentario