Os
voy a contar unas historias muy bonitas. Había una niña en Francia llamada
Teresita. Un día sintió que Jesús quería que le dedicase su vida.
Entró en un convento de carmelitas y desde muy joven escribía cartas animando a
los misioneros que estaban lejos, muy lejos enseñando a todos lo que
Jesús nos enseñó. Santa Teresita del Niño Jesús es la patrona de las
misiones, junto a San Francisco Javier, aunque nunca salió de su convento para
ir a las misiones.
Otra
historia de la Biblia es la de un niño que se llamaba Samuel. Estaba durmiendo
y oyó una voz que le llamaba. Creyó que era Elí. Elí le cuidaba y
enseguida que decía algo, Samuel corría a obedecerle, aunque estuviera
durmiendo. En esta ocasión no le había llamado. De nuevo oyó una voz y se
despertó. Al final Elí pensó que era Dios quien le llamaba y le dijo a Samuel
que le dijese: “habla Señor que yo te escucho”.
Os
cuento estas historias para que aprendamos varias cosas.
Nosotros podemos ser misioneros.
Hay
muchos pueblos en distintos países que no tienen lo indispensable. Carecen de
alimentos, de escuelas, de ropa. Pero lo más importante es que no conocen el
Evangelio, no han oído hablar de Jesús. Allí van muchas personas a ayudarles.
Son misioneros.
No
os asustéis, no os voy a mandar a África o Asia. Teresita es la patrona de las
misiones y nunca estuvo allí. ¿Sabéis que hacia? Rezar por todas las personas
que iban a enseñar el Evangelio. Rezaba mucho para que entendiesen que Dios es
nuestro Padre y María nuestra madre del cielo. Para que aprendiesen que
Jesús es Dios y vino a salvarnos y decirnos que nos amemos los unos a los
otros.
Dios nos llama, tenemos que estar
atentos.
Samuel
también estuvo atento a la llamada de Dios. Y me diréis “a mi Dios no me llama”
y yo te digo que estés atento para decirle lo mismo que Samuel, que le
escuchas. Te llama cuando obedeces a mamá, te llama cuando vas contento al
colegio, te llama cuando ayudas a tu hermano.
Eso
es lo que hacen los misioneros, cuidan, curan, enseñan y rezan con los que lo
necesitan, no saben, están enfermos y no conocen a Jesús.
Rezamos por los misioneros.
Por eso nosotros
podemos ser misioneros, rezando por los que no conocen a Dios y escuchando a
Dios en lo que podemos hacer para ser mejores.
Hacemos actividades para comprender
mejor nuestra misión.
Ahora,
entre todos, vamos a hacer una imagen de María con el Niño.
Es
muy fácil necesitamos dos pelotas blancas, una grande y otra pequeña. Cartulina
o fieltro blanco y azul, rotuladores rojo para la boca y negro para los ojos.
Lana amarilla o negra para el pelo.
Escribiremos
en un papel una oración a la Virgen María o al Niño Jesús, pidiéndole por los
niños que no conocen a Jesús, por las personas que pasan hambre, por los
cristianos que sufren por serlo... etc.
Lo
doblamos, dibujamos una flor y lo metemos en una cajita a los pies de María. También
escribimos algo bueno que hemos hecho en la semana: hemos comido algo que mamá
nos puso y no nos gusta, he ayudado a mi hermanita a vestirse, he puesto la
mesa... etc.
Igual
que Samuel, hemos estado atentos a lo que Dios nos ha pedido. Lo
escribimos y ponemos en la cajita.
Así
todas las semanas del mes de octubre, mes de las misiones, cuando acabe el mes
iremos al jardín y en un hoyo enterraremos todos los papelitos. Seguro que en
su lugar crecerá alguna hoja o florecita silvestre.
María
con el Niño irá visitando la casa de cada niño, cada semana y allí
también rezaremos con Ella el Avemaría. MLR
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