Sor Dorothy acompaña espiritualmente a los artistas de circo y educa en la
fe a sus hijos
La Hermana Dorothy lleva 18 años en el mundo del circo y muchos la
consideran ya como de la familia.
Desde hace 18 años, la hermana Dorothy Fabritze, religiosa de las
Misioneras del Sacratísimo Corazón de Jesús, ejerce su labor evangelizadora en
el mundo del circo, donde ya es toda una institución.
“Tengo lo mejor de los dos mundos”, confiesa en un reportaje de National
Public Radio, en referencia a la vida nómada circense y a la estabilidad del
convento al que pertenece, en Pennsylvania (Estados Unidos).
Sor Dorothy vive y viaja con payasos, domadores, funambulistas, trapecistas
y acróbatas para velar por su instrucción religiosa y acompañarles
espiritualmente, una labor evangelizadora que se completa con la presencia de
un sacerdote para celebrar misa algunos domingos.
“Para eso estoy aquí, solo quiero vivir el mensaje del Evangelio”, explica.
Aunque en ocasiones echa una mano con labores más prosaicas, como hizo
recientemente en Palmdale (California),
cuando salió a pista a saludar antes de un número en el que una pareja de
artistas demuestra puntería y sangre fría con el arco y las flechas: “Son un
matrimonio excelente. Él le dispara y ella se quieta. ¡Yo no lo haría!”,
bromea.
Sor Dorothy cuenta que al principio los miembros del circo la rehuían un
poco, pero ya no es así: “No les pongo nerviosos, aunque delante de mí son más
cuidadosos en su forma de comportarse o hablar”.
La religiosa va cambiando de circo. Los últimos meses ha acompañado al
Circo Vargas donde fue muy bien recibida, sobre todo por Ingrid Silva, de 23
años, una trapecista a quien preparó para la Primera Comunión y con quien había
perdido el contacto. “Estaba en la taquilla vendiendo entradas cuando vi venir
a la hermana Dorothy, y me llenó de paz verla”, cuenta Ingrid, quien se declara
‘muy feliz’ de su regreso.
Katya Quiroga, co-propietaria del circo, afirma que trae serenidad a la
troupe: “Se ha convertido en parte de nuestra familia, nos sentimos muy
honrados de tenerla aquí”.
Cuando le preguntan durante cuánto tiempo continuará en este ministerio,
Sor Dorothy lo tiene claro: “Dios me pidió empezar y Dios me dirá cuándo
parar”. Mientras tanto, dice, cada vez que regresa a su convento tiene mucho
que contar: “Las hermanas se interesan mucho en cada una de mis pequeñas
historias”… y ella no las defrauda. RenL
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