En el año 2008, cuando era aún Arzobispo de San
Antonio (Texas), Mons. Gómez publicó en el diario Today’s Catholic un artículo
en el que explicaba el sentido católico del Día de Acción de Gracias, “un
día especial, donde ante todo se celebra la unidad familiar. En
efecto, las familias se reúnen en Thanksgiving con más frecuencia que en
cualquier otra fiesta, incluyendo la Navidad”.
El Prelado relató que “antes de la ‘primera’
celebración de Thanksgiving en 1621 en suelo norteamericano, el 30 de abril de
1598, en Texas, Don Juan de Oñate ya había declarado oficialmente un ‘Día de
Acción de Gracias’, que fue conmemorado con el santo sacrificio de la Misa”.
Oñate, contó el Prelado, “hizo lo más propiamente
católico: celebrar la Eucaristía, una palabra que viene del término griega
Eukaristein, y que significa, precisamente ‘acción de gracias’. Esta es la razón por la cual, pese a que Thanksgiving
no es una fiesta de guardar en el calendario católico, el calendario litúrgico
de la Iglesia en los Estados Unidos lo celebra con la solemnidad de dos
lecturas –una del Antiguo y otra del Nuevo Testamento– y
con una emblemática lectura del Evangelio de Lucas: el pasaje del ‘Magnificat’
de María”.
Mons. Gómez resaltó que “aunque la Virgen María lo
vivió de manera única y privilegiada, todos (…) podemos elevar nuestra acción
de gracias a Dios porque nos ha dado más de lo que imaginamos o merecemos,
simplemente porque, como nos dice nuestra Santa Madre, Él ha hecho obras
grandes por nosotros, y su nombre es santo”.
“Por eso, los católicos no sólo debemos celebrar el
Día de Acción de Gracias con profundo espíritu de oración, agradecimiento y
alegría, sino que la celebración de este día nos debe llevar a recordar que
nuestra vida como católicos es una constante acción de gracias. A través de
nuestros actos de la vida cotidiana, que deben todos ellos dar gloria a Dios, y
de manera especial a través de la celebración de la Eucaristía”.
El Arzobispo de Los Ángeles, la arquidiócesis más
grande de Estados Unidos, recordó además que “este fin de semana iniciamos el
tiempo especial del Adviento. A través de él nos preparamos para recibir el
supremo regalo de Dios: su propio Hijo, hecho uno de nosotros para reconciliar
a la humanidad”.
“Rezo –concluyó– de todo corazón a nuestra Santa
Madre, la gran agradecida del Señor, para que nos prepare con un corazón lleno
de acción de gracias para los grandes misterios de la Navidad”. ACI
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