Los cambios en el estilo de
vida reducen hasta 40% la probabilidad de desarrollar enfermedades y trastornos
mentales. Qué se puede hacer en la rutina cotidiana para prevenir el
envejecimiento.
Se sabe que llevar un estilo
de vida saludable previene enfermedades y contribuye a una mejor salud física y
mental. Esa es la clave que los médicos nos dicen al abordar el tema de la
prevención de enfermedades de todo tipo, desde las cardiovasculares hasta las
cognitivas. Pero para tener un buen estilo de vida saludable, es clave
incorporar hábitos que mejoren nuestra calidad de vida.
Los expertos afirman que el
practicar ejercicio regular, no fumar, no comer demasiado, tener un buen
descanso sin interrupciones y dormir al menos 8 horas son hábitos saludables
que mejoran la calidad de vida y previenen varias enfermedades. Y sobre todo,
insisten en que previenen el riesgo de padecer deterioro cognitivo hasta un
40%.
Los datos surgen de un
documento publicado en 2020 por la Comisión de la prestigiosa revista The Lancet en el que los expertos
indicaron que el daño cognitivo podría prevenirse o retrasarse al enfocarse en
12 factores de riesgo modificables, que incluyen obesidad, diabetes tipo 2,
inactividad física, consumo excesivo de alcohol y tabaquismo.
En la actualidad, hablar de
bienestar hace referencia a alcanzar una mejora en la calidad de vida de las
personas, estimulando la mente y manteniendo la capacidad funcional en el
desarrollo evolutivo.
El doctor Julián Bustin, Jefe
de Gerontopsiquiatría y de la Clínica de la Memoria de INECO afirmó que “se ha
demostrado que ejercitarse regularmente, junto a la estimulación cognitiva y la
actividad social, aumenta la sensación de bienestar personal en todas las personas,
especialmente en las mayores de 60 años. Existen 12 factores de riesgo para el
deterioro cognitivo que los podemos modificar con nuestros hábitos, lo que
permitiría reducir en un 40% las posibilidades de tener un deterioro de ese
tipo. Estos son: sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, obesidad, diabetes,
discapacidad auditiva, bajo nivel educativo, lesiones traumáticas en la cabeza,
contaminación del aire, consumo excesivo de alcohol, depresión y contacto
social poco frecuente”, detalló el experto, que afirmó que si bien un 60%
representa lo que se denomina riesgo desconocido, en cambio, el 40% restante es
potencialmente modificable y ese es el que podemos adoptar y cambiar.
Para el especialista, “se
trata de factores que pueden ser modificados a partir de la adquisición de
diferentes hábitos saludables, tales como la realización de actividad física,
la incorporación de dietas balanceadas, el desarrollo de un descanso adecuado,
la estimulación cognitiva, la actividad social, control de los factores de riesgo
cardiovasculares (p. ej.: presión arterial, colesterol, azúcar en la sangre,
etc.) y todos los elementos necesarios para mejorar la audición (p. ej.:
audífonos)”.
Hoy en día, los avances en el
campo de la salud y las mejoras en el estilo de vida de la sociedad, llevaron a
un crecimiento sustancial de la esperanza de vida, generando mayor interés por
parte de este grupo de la población en incluirse en mayor cantidad de
actividades sociales y educativas.
Siguiendo el parámetro de
riesgo precisado por expertos en el artículo de The Lancet se puede diferenciar los mayores riesgos por edad que
existen.
-En la infancia, un 8% está
vinculado al nivel educativo.
-En la edad adulta, un 8% está
relacionado con la pérdida auditiva, un 3% a una lesión con traumatismos
cerebrales, un 2% a hipertensión y luego le sigue 1% por consumo de alcohol y
otro 1% por tener obesidad.
Ya en la tercera edad se
observa que fumar representa un 5%, la depresión, un 4%, el aislamiento social,
otro 4%, el sedentarismo, 2%, la contaminación del aire, 2% y la diabetes, 1%.
Según la Alzheimer's Research UK, la principal organización benéfica de
investigación de la demencia del Reino Unido, existen 12 hábitos para reducir
el riesgo de demencia en las personas a cualquier edad, especialmente en el
último tercio de vida.
1- Dormir al menos siete horas
por noche
2- Desafiar regularmente al
cerebro
3- Cuidar el bienestar mental
4- Mantenerse socialmente
activo
5- Cuidar la audición
6- Comer una dieta balanceada
7- Mantenerse físicamente
activo
8- Dejar de fumar
9- Beber responsablemente
10- Mantener un nivel
saludable de colesterol
11- Mantener una presión
arterial saludable
12- Manejar la diabetes lo
mejor posible
Los científicos esperan que al
crear conciencia sobre los factores de riesgo, que cambian a medida que las
personas envejecen, puedan tomarse medidas para reducir sus posibilidades de
contraer la enfermedad. De hecho, este tipo de patologías se convirtieron en el
‘mayor temor’ de las personas con respecto al envejecimiento, según reveló el
director médico de Alzheimer's Research
UK, el profesor Jonathan Schott.
Y si bien un número cada vez
mayor de personas se someten a pruebas genéticas para conocer las
probabilidades de desarrollar algún tipo de trastorno cognitivo, para los especialistas
“una mayor conciencia pública sobre los cambios en el estilo de vida podría
reducir los casos en decenas de miles al año”.
Trabajo y salud mental
La doctora María Roca,
Coordinadora Científica de INECO y
Directora de INECO Organizaciones,
destacó la importancia que tiene la salud emocional, el manejo del estrés y la
gestión de las emociones en el ámbito laboral. “Estamos aproximadamente un
tercio de nuestra vida o más en nuestro puesto de trabajo, por eso la
importancia que esto tiene si se piensa que otro tercio se debería estar
descansando”, dijo Roca.
El trabajo puede ser un dador
de estrés y de desafíos, pero simultáneamente puede ser también un dador de
bienestar. Desde las neurociencias, lo que se dice es que nuestro cerebro está
preparado para adaptarse a estos cambios, pero que ellos y el bienestar también
se construyen y que hay maneras particulares de hacerlo”.
¿Pero, a qué se considera
bienestar? La ciencia lo define como una habilidad que se cultiva y se
construye, pero, como la mayoría de las habilidades humanas, su construcción
requiere de la inversión de tiempo y esfuerzo. La construcción y el cuidado del
bienestar deben convertirse en un hábito que se cultive no de manera
artificial, sino inmerso en nuestra realidad cotidiana.
El camino hacia el bienestar
es un sendero lento y pausado que se transita día por día, por eso, los
expertos coinciden en que para empezar no son necesarios cambios abruptos,
alcanza con modificar pequeños hábitos cotidianos y sostenerlos a lo largo del
tiempo para obtener resultados.
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