En el basto
mundo de las supersticiones existe una que, además, se aplica mucho en nuestro
lenguaje; y es que decirla es un semejante de haber arrancado mal (o bien, porque se adapta) el día cuando
ya, desde temprano, nuestra suerte está marcada por el sencillo hecho de
habernos levantado de la cama bajando primero un pie o el otro.
Si nuestro día
va de maravilla y todo ‘nos sale bien’, de acuerdo con lo esperado, entonces
seguro nos levantamos con el pie derecho, pero, en el caso contrario, fue el
izquierdo el que primero tocó el piso, sin duda. A esto obedece la creencia,
pero, por supuesto y con todas sus letras: no es verdad. ¿Cómo podría ser que
un hecho tan aislado dirija nuestro rumbo y cambie nuestras situaciones
cotidianas? Sencillamente no es posible.
Pues bien, si
creerlo es absurdo por tratarse de un hecho aislado e imposible, tampoco
deberíamos decirlo.
Probablemente
esta sea una de las frases que más se usan como una de esas expresiones
ingenuas, inocentes y sin mala intención, pero, si nace de una creencia que no
corresponde a nuestra fe (y ojalá no
perteneciera a la de nadie), es motivo suficiente para erradicarla.
En casos como
este podríamos pensar que sólo se trata de una forma de hablar, simple
retórica, pero nuestro lenguaje comunica todo el tiempo y nuestro testimonio
también, así que no debería estar en el vocabulario de un cristiano.
Y sí, tal vez
no sería tan grave, tal vez sólo es un decir. Pero, si es un decir, mejor que
sea bueno. KYMG
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