Según un estudio reciente, los
microplásticos han permeado casi todos los aspectos de nuestras vidas, desde
los océanos hasta las fuentes de alimentos y ahora, lo que es más alarmante, en
nuestros cuerpos, incluidas las placentas humanas. Sorprendentemente, cada
placenta examinada en el estudio tenía evidencia de estas partículas
microscópicas de plástico. Si bien los primeros informes sobre microplásticos
en placentas aparecieron en 2020, el estudio actual tiene como objetivo evaluar
el grado y la diversidad de la contaminación plástica.
Para ello, los investigadores
comenzaron extrayendo lípidos y proteínas de 62 muestras de placenta donadas
mediante una técnica conocida como saponificación. Después de eso, las muestras
se hicieron girar rápidamente en una ultracentrífuga, que separó los microplásticos
de la muestra y formó un gránulo concentrado. Luego, los investigadores
llevaron a cabo pirólisis en los gránulos de plástico, lo que implica calentar
el gránulo hasta que se produce la combustión y luego analizar los gases
liberados para determinar la composición del polímero.
“La emisión de gas entra en un
espectrómetro de masas y le da una huella digital específica”, dijo el
investigador principal, el Dr. Matthew Campen, en un comunicado. “Es bastante
genial”. Sorprendentemente, cada muestra mostró contaminación microplástica,
con niveles que oscilaban entre 6,5 y 790 microgramos por gramo de tejido. El
polietileno, que a menudo se ve en bolsas y botellas de plástico, constituía la
mayor parte del material plástico. Además, se descubrió PVC, nailon e incluso
poliestireno. Si bien las cantidades de microgramos de estos plásticos pueden
parecer insignificantes, su impacto en la salud sigue siendo incierto, y
algunas investigaciones indican el potencial de alterar las funciones
corporales. Los microplásticos, definidos como de 5 milímetros o menos, a
menudo se registran en la escala nanométrica. En teoría, algunos microplásticos
son lo suficientemente pequeños como para atravesar diversas membranas.
Campen dijo que a medida que
aumenta la dosis, aumentan las preocupaciones. Si detectamos efectos en las
placentas, toda la vida mamífera del planeta puede verse afectada. Esas no son
buenas noticias, pero se necesitan más estudios para descubrir si los
microplásticos pueden viajar desde la placenta al feto.
Campen también expresó su
preocupación por la rápida acumulación de microplásticos en las placentas. A
diferencia de muchos otros órganos, que acumulan contaminantes con el tiempo,
la placenta sólo existe durante ocho meses, afirmó. En el futuro, el equipo pretende
mejorar su enfoque para medir las concentraciones de microplásticos. Su
objetivo es contribuir a los estudios que investigan los factores que influyen
en la absorción y dispersión de microplásticos en la placenta y en todo el
cuerpo. El estudio se publica en Toxicological Sciences. JQR
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