En la última cena (Mt 26; Mc 14; Lc
22), el Señor Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía y el
Sacramento del Orden, este último con el objetivo de seguir celebrando el
primero y así, perpetuar la presencia del mismo Señor en las especies
eucarísticas. Sin embargo, hay
sacerdotes ‘diocesanos’ y sacerdotes ‘religiosos’. ¿Cuál es la diferencia?
El ministerio sacerdotal confiado a los apóstoles fue, posteriormente,
comunicado por ellos a otros que los sucederían en la misión, a los cuales
llamaron Epíscopos (obispos) (1 Tim 3,1ss; 2 Tim 1,6). Este ministerio, además de la potestad de
celebrar los sacramentos, conlleva el oficio pastoral. Con el tiempo, los
mismos apóstoles van asociando a su ministerio a otros a los que llaman presbíteros (Hch 14,23), sin olvidar la presencia
casi inmediata de los diáconos (Hch 6,1-7). Así, cada
comunidad cristiana, situada en un territorio determinado, estaba pastoreada
por un obispo con un grupo de presbíteros y diáconos, situación que
continúa hasta hoy. El oficio del presbítero (sacerdote) ha sido siempre el de colaborar con su obispo en el
ministerio pastoral de la Iglesia.
Por otra parte, desde los primeros siglos de la Iglesia, se empezó a gestar
un movimiento de personas que de manera individual se alejaban de la vida común
para dedicarse únicamente al Señor, especialmente yéndose al desierto,
conocidos como eremitas y anacoretas. Con el tiempo, se empiezan a
reunir en grupos para compartir este estilo de vida. Esto es el germen de los
que más a delante se llamará vida
religiosa. Esta consiste en vivir la consagración al Señor, como
sacerdote o como hermano, en una comunidad con un carisma específico, esto es,
la intención con la cual fue fundada: atender a los jóvenes, a los niños sin
hogar, a las prostitutas, a los enfermos, a los privados de libertad, a los
inmigrantes, entre otros.
Esto nos lleva, entonces, a hablar del modo de vivir diverso del único
sacerdocio confiado por el Señor Jesús a su Iglesia, esto es, sacerdote
diocesano y sacerdote religioso. Es el mismo sacerdocio vivido de modo
diverso, en cuanto a su comunidad específica.
El
sacerdote diocesano tiene
un modo de vida que brota de lo que los apóstoles fundaron en las primeras
comunidades: un obispo y un grupo de sacerdotes con él pastoreando un
territorio determinado llamado Diócesis (de
ahí su nombre, diocesanos). El carisma particular está inspirado en Cristo
Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas (Jn
10). Propiamente, atienden las parroquias y otras dependencias de la
diócesis. Están bajo la autoridad exclusiva de su obispo, por medio de las
promesas hechas el día de su ordenación: castidad, pobreza y obediencia.
El
sacerdote religioso tiene
las mismas facultades de un sacerdote diocesano, es decir, la capacidad de
celebrar los sacramentos, pero lo que lo distingue es su modo de vivir. Ya no
es entorno a un obispo en una diócesis determinada, sino en una comunidad
especifica de religiosos, con un carisma propio, inspirado por el fundador de
tal comunidad, bajo la autoridad de un hermano superior de la misma comunidad.
Toda la comunidad bajo la autoridad y cuidado del obispo de la diócesis en la
que reside. Cada uno profesa, antes de su ordenación sacerdotal, los votos de
pobreza, castidad y obediencia. Así tenemos a los Redentoristas, Vicentinos,
Carmelitas, Siervos de Jesús, Salesianos, Somascos, Jesuitas y muchos más.
En síntesis, es el mismo sacerdocio, sólo que el diocesano lo ejerce bajo
la autoridad de un Obispo en un territorio específico llamado Diócesis,
mientras que el religioso lo ejercer bajo la autoridad de un Superior,
siguiendo el carisma de su fundador y viviendo en una comunidad. SB
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