sábado, 23 de noviembre de 2024

Comer a deshoras el fin de semana puede hacer que engordes…

Si eres de los que tiene una rutina diaria de comidas, pero el fin de semana comes a horas diferentes, puede pasarte factura. Te contamos por qué.
Hay muchos factores que influyen en el aumento de peso. Dormir mal, dormir poco, llenar los platos demasiado, no hacer suficiente ejercicio… estos son algunos de los malos hábitos ya conocidos, aunque cada cierto tiempo aparecen nuevos que se incorporan a este listado. Ahora la Universidad de Barcelona apunta otro nuevo: el eating jet lag. Esto es la irregularidad en el horario de las comidas durante los fines de semana con respecto al resto de días de la semana. 
En opinión de los investigadores, poner en práctica este hábito (muy extendido entre los españoles) podría estar relacionado con un aumento en el índice de masa corporal (IMC). “Los resultados del estudio que hemos realizado indican que cambiar los horarios de las tres comidas durante los fines de semana está asociado a un aumento de peso”, según señala María Fernanda Zerón, de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona, y una de las autoras del estudio.
Según comenta, “el mayor impacto sobre el IMC se produciría cuando tenemos una diferencia de horarios de 3,5 horas o más”. A partir de este punto es cuando el riesgo de obesidad podría verse incrementado, ya que, según el trabajo, “los participantes en el estudio que presentaron más de 3,5 horas de eating jet lag incrementaron su IMC en 1,3 kg/m2”.
Tal y como indica la autora, “en los últimos años se ha visto que, en función de la hora del día en la que comamos nuestro organismo, asimila de forma diferente las calorías”. Esta diferencia está relacionada con “nuestro reloj biológico, el cual organiza temporalmente nuestro organismo para asimilar y metabolizar las calorías que consumimos durante el día”.
Por ejemplo, explica Zerón, “durante la noche, que el cuerpo se prepara para dormir, la tolerancia de los carbohidratos es menor, ya que necesitamos más insulina para metabolizar la glucosa que obtenemos de los alimentos, por lo que este tipo de productos estaría desaconsejado durante la noche”. Sin embargo, “durante el día, el cuerpo tolera mejor la glucosa” por lo que es mejor incluir los hidratos en esta hora del día.
Para ir más allá de estos datos, los autores realizaron este estudio con el fin de ver si, además de la noche y el día, el horario regular durante toda la semana podría influir o no en el aumento de peso.
Para llevar a cabo este trabajo, los autores contaron con una población de 1.106 jóvenes de entre 18 y 25 años de edad. Sobre ellos, analizaron la relación entre el IMC y la variabilidad de horarios de las comidas durante el fin de semana respecto al resto de días, para lo que usaron un nuevo marcador que engloba los cambios en los horarios de las comidas (desayuno, comida y cena) durante los fines de semana.
Pero, ¿a qué puede deberse ese aumento de peso en los jóvenes con horarios irregulares? Según Zerón, esto ocurre porque “nuestro reloj biológico prepara el cuerpo para enfrentarse a distintos cambios y situaciones que suceden durante el día, por ejemplo, comer. Cuando la ingesta tiene lugar de una manera regular, el reloj circadiano asegura que en el organismo se pongan en marcha las vías metabólicas que ayudan a asimilar los nutrientes ingeridos en ese momento. De esta manera, el reloj, de alguna forma, se anticipa a la hora de comer y prepara el cuerpo para asimilar y metabolizar la energía de los alimentos a la misma hora del día”. Sin embargo, “cuando comemos a una hora diferente y nuestro organismo no está preparado para recibir alimentos en esas horas, es posible que el metabolismo sea menos eficiente y, por tanto, haga que subamos de peso”. Esto puede deberse a que “los nutrientes pueden actuar sobre la maquinaria molecular de los relojes periféricos (fuera del cerebro), alterando su horario, y, por lo tanto, modificando las funciones metabólicas del organismo”, explican los autores.
Para explicar la relación entre el eating jet lag y la obesidad, los investigadores sugieren que cada fin de semana los individuos se someten a una ligera cronodisrupción, es decir, a la falta de sincronía entre el tiempo interno del organismo y el social.
“Nuestro reloj biológico es como una máquina y, como tal, está preparado para desencadenar la misma respuesta fisiológica o metabólica a la misma hora del día y cada día de la semana. Unos horarios definidos de alimentación y sueño ayudan a mantener la organización temporal del organismo y a promover la homeostasis energética. Por tanto, las personas que tienen una mayor alteración de horarios serían más propensas al sobrepeso y a la obesidad”, aclara Trinital Cambras, del Departamento de Bioquímica y Fisiología de la Universidad de Barcelona.
Planificación, deporte y sueño
Este trabajo se publicó en la revista Nutrients y se trata del primer estudio que muestra la importancia de la regularidad en los horarios de las comidas, incluyendo los fines de semana, para el control del peso y que, según los autores, podría ser un elemento a tener en cuenta como parte de las pautas nutricionales para prevenir la obesidad.
Según valora Paula Crespo, presidenta del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana, “este estudio es interesante porque no se ha hecho en animales sino en personas”, aunque cree que “el grupo de edad seleccionado (adolescentes) podría no ser el más adecuado dado que en esta franja de edad es donde más obesidad hay”.
Además de esto, la nutricionista critica que “no se haya analizado el tipo de alimentos ingeridos” algo que considera “muy relevante”, ya que, según ella, “es durante los fines de semana cuando más comida insana se consume”.
Aparte de esto, Crespo valora el estudio y cree que gracias a él “se abre una vía de investigación desconocida hasta el momento y sobre la que se debería seguir investigando”. De hecho, según informa, “ya hay revisiones sistemáticas de estudios realizados en trabajadores por turnos cuya conclusión es que este tipo de personas tienen más riesgo de obesidad que otro tipo de profesionales”.
No obstante, la nutricionista opina que este riesgo no se debería tanto “al horario en sí como a la calidad de los alimentos que se ingieren en esas deshoras”. Según ella, “estas personas tienden a elegir alimentos rápidos, insanos y calóricos y estos serían los causantes del aumento de peso”.
Con todo ello, su consejo para evitar aumentar de talla sería hacer una buena planificación de las comidas, independientemente de los horarios en los que se consuman. “La planificación y la disponibilidad de alimentos saludables o picoteos saludables” son los ingredientes de su receta para hacer frente a la obesidad en personas que tienen poco tiempo para comer o en aquellas con horarios complicados.
Además de este consejo, los autores de la Universidad de Barcelona aconsejan mantener una regularidad en los horarios de comida y sueño con el fin de preservar la salud y el bienestar. “Además de la dieta y del ejercicio, que son dos pilares en el tratamiento de la obesidad, también se deberían tener en cuenta factores como la regularidad en el horario de las comidas, ya que se ha visto que puede tener un impacto en el peso corporal”, concluyen.

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