¿Por qué
algunos padres no quieren hablar con sus hijos del valor del dinero y de las
ventajas de conocer las finanzas? ¿Por qué tienen que aprender estas cosas por
la calle, cuando hay otros padres que si lo hablan con sus hijos? ¿Por qué
crear, conscientemente, esa desventaja a los hijos, cuando el dinero está
omnipresente en casi todas nuestras actuaciones?
Hay un
sinnúmero de empresas enfocadas expresamente, a sacar de cualquier forma, el
dinero que tienen los niños, en cada una de sus edades. En la televisión abunda
la incitación al consumo, dirigida a los más pequeños, que tienen que soportar
la enorme presión, para iniciarlos en el gasto y en el consumismo irracional. Para
cuando lleguen a aprender en la escuela, lo que es el dinero, ya deberían tener
unas bases elementales de lo que es, cómo se consigue, para qué sirve, etc. El
dinero, como muchas de las cosas, es un elemento demasiado importante en la
vida de todos los que se están formando, incluso de los que nos creemos ya
formados, como para que los niños, no tengan una base sólida que les ayude a
comprender, la mayoría de sus entresijos.
Es una tarea
muy importante para los padres, explicar a los niños que ‘No es más rico el que
más dinero tiene, si no el que menos lo necesita’ y que ‘El dinero no trae la
felicidad’. El dinero es una herramienta que nos facilita el intercambio de
bienes y servicio. Muchas veces es la herramienta que premia o castiga nuestro
comportamiento.
El valor del dinero explicado a
los niños
1. A los hijos
hay que darle sólidas bases financieras, para que pueda desenvolverse en ese
campo tan necesario, porque también será una ventaja competitiva sobre los
demás. Deben tener sabiduría financiera, para que comprendan hoy y utilicen el
día de mañana, los mecanismos de las finanzas, el dinero y las inversiones.
2. El primer
contacto de los niños con el dinero, son los obsequios que reciben de sus
padres o de sus parientes mayores. Normalmente desconocen su valor, no saben
qué hacer con él y solamente les sirve para jugar. Termina guardado en un
cajón, con otros papeles o en una hucha. Todavía no han aprendido los números y
por lo tanto a contar. Suelen saber que esos billetes o monedas que les dan sus
padres en la Iglesia, para irlos educando, se entregan en el cesto de la
colecta y en el mejor de los casos, saben que es para los ‘pobres’ o para
ayudar a la Iglesia, aunque sean concepto que todavía no han desarrollado.
3. A partir de
los siete u ocho años, los niños deben empezar a conocer lo que es el dinero y
para lo que sirve. Qué son las finanzas, las inversiones y sus términos más
comunes. Que es el ahorro, sus ventajas y cómo se lo deben ir fomentando. A
esas edades ya aprenden en la escuela a sumar y a restar, de manera que se
hallan en condiciones de manejar dinero, aunque desconozcan los conceptos de
caro y barato.
4. Fomentar el
concepto del ahorro en la hucha, alcancía o cerdito de barro, no debe ser un
objetivo en vías de extinción. Es la primera herramienta de enseñanza, para que
los niños empiecen a conocer el valor del dinero y el significado que tiene la
palabra ahorro. Educar a los niños sobre el valor y el uso del dinero, puede
traducirse en adultos mejor cualificados, para gestionar y rentabilizar sus
finanzas. Los niños tienen que comprender que no es fácil ganar dinero, que es
muy bueno el ahorrarlo y que cuando se acaba, hay que trabajar muy fuerte para
conseguir más.
5. Hacerles ver
con ejemplos claros, la de cosas que se puede hacer con el dinero ahorrado, en
función de lo que puedan entender, en cada una de las edades. Cuando son
pequeños, no se les puede hablar del interés compuesto, pero sí de la
acumulación, para conseguir objetivos, que de otra manera no podrían alcanzar.
Una de las estrategias que da buenos resultados, consiste en hacer con los
hijos una relación de todas sus necesidades y del dinero que conlleva cada una
de ellas. De esta forma conocen sus gastos totales y caen en la cuenta del
valor de las cosas, pues, muchas veces, no tienen conciencia de ello. A partir
de esa información, se concretarán qué gastos atienden los chicos con su paga y
cuáles siguen asumiendo los padres, procurando que las decisiones estén
consensuadas por las dos partes.
6. La paga
semanal, que en cada país se llama de una forma diferente, es la cantidad fija
en su cuantía y periódica en su pago, que les dan los padres, abuelos, tíos u
otros familiares, para que los niños empiecen a cubrir sus propios gastos o
caprichos. La paga no es una obligación de los padres, la paga no se merece,
pues no es un derecho de los hijos, es una entrega voluntaria de los padres y
que suele marcar el inicio de una cierta independencia financiera. Nunca se
debe convertir a los padres en los cajeros automáticos de los hijos, para que
los usen cuando quieran obtener dinero. En cada país y en cada familia, según
las costumbres y las posibilidades, el concepto y la cantidad de la paga varían
ostensiblemente. Los padres deben hablar con otros familiares y amigos, para
saber cuál es el nivel adecuado de la paga, en función de las edades y de la
situación económica familiar. No siempre los más ricos dan más paga. Muchas
veces, quieren a través de la paga, fomentar los valores y las virtudes de los
hijos y esa es una de las mejores herramientas.
7. Los niños
aunque reciban la paga desde temprana edad, no empiezan a tener el concepto del
gasto hasta los trece años aproximadamente y suele ser una de las primeras
herramientas pedagógicas. No debe estar relacionada con los meritos realizados,
como el buen comportamiento o por haber hecho tareas que entran de las
obligaciones en una familia normal, como son el sacar la basura, poner la mesa,
hacer la cama, tener la habitación arreglada, etc. Más bien la herramienta
pedagógica debe ser aplicada en su eliminación o disminución, como castigo en
caso de que no hayan cumplido las normas elementales de comportamiento o convivencia.
Puede ser una forma de aprendizaje a convivir dentro de una familia.
8. Dependiendo
del volumen de la paga semanal recibida, puede ser el momento de que el niño se
inicie en la forma de abrir una cuenta en el banco o que la vaya depositando en
algún instrumento financiero, que le sirva para ir ahorrando para sus estudios
futuros o para ayudarse en compras de cosas importantes, como equipos de
música, el primer automóvil, etc. En muchos países, dos de cada tres menores de
14 años, son titulares de algún producto bancario como: Tarjeta de Crédito,
cuenta de ahorro, cuenta para pago adelantado de estudios, compra de acciones,
etc. Con unos dólares mensuales ahorrados, se puede formar la mentalidad de los
banqueros del futuro. Se puede iniciar a los niños, a que en el futuro, sean
aprendices de brujos de las finanzas, pues la paga semanal puede ser un
mecanismo perfecto, para que los niños aprendan y planifiquen su dinero. De su
disciplina en los gastos dependerá su crédito futuro, para el bien o para el
mal. Los padres deben explicar muy bien a sus hijos sus ventajas e
inconvenientes, así como deberán estar muy pendientes, de la forma con la que
utilizan dichas tarjetas de crédito.
9. En la paga,
no debe estar incluido el concepto de los gastos, que les corresponden realizar
a los padres, como son la compra de las ropas, útiles escolares, alimentación
esencial, etc. Es aconsejable que los niños colaboren con su paga (en todo o en
parte), en la compra de aquello que no se considere necesario o imprescindible.
La paga debe servir para ir ejercitando la voluntad, en lo relacionado con el
valor de las cosas, el consumo y el ahorro.
10. Aunque
gastar la paga sea un acto de libre disposición por los niños, los padres deben
estar muy vigilantes, para saber en todo momento, cuales son las tendencias que
están desarrollando, por ejemplo si gastan en alimentos perjudiciales, si es en
caprichos de ropa que no necesitan, música o lectura inadecuada, excesivas
tarjetas de teléfono, etc.
Conozco a unos
padres que cuando sus hijos iban cumpliendo 18 años y entraban en la
universidad, les iba suspendiendo la paga semanal y les daban a cada uno de ellos
una Tarjeta de Crédito, para que gastaran lo que necesitaran. Las condiciones
eran muy simples: Todos los meses se revisan conjuntamente las cuentas, si
había abusos o derroches, se cancelaba la Tarjeta de Crédito.
Los gastos
quedaban al buen criterio de la justificación de los hijos. Debido a la buena
educación recibida, relacionada entre otras cosas con el valor del dinero, las
finanzas y la austeridad, no hubo ni un sólo problema. Mantuvieron la Tarjeta
de Crédito de los padres, hasta que se independizaron económicamente, después
de terminar en la universidad. FG
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