Se
lo asocia a menudo con enfermedades degenerativas como el Alzheimer, pero hay
señales tempranas de esta alteración. Cómo el diagnóstico precoz permite
mejorar las expectativas de salud mental a largo plazo.
La
búsqueda de la juventud o la preservación de la vejez, el ‘antiaging’ está de
moda. Sin embargo, en esta noción de estar bien, de mantenerse joven -tan
popular en las rutinas de actividad física virales en redes sociales- no está
tan presente otro envejecimiento, si bien está incluido en el contexto general,
el mental, el de nuestras capacidades no solo cognitivas sino emocionales,
interpersonales y todas aquellas que nos hacen distintivos como seres humanos.
El
tiempo pasa y así como el proceso de senescencia, de envejecimiento celular
está implícito en su origen, y no nos preocupa hasta que aparecen algunos
signos evidentes, de la misma manera que las células epiteliales y otras van
perdiendo su vitalidad, también lo hacen las neuronas y en definitiva todo el
sistema nervioso.
Este
proceso no es ajeno a lo que ocurre en toda estructura u organismo vivo que
está destinado a cumplir un ciclo de inicio, evolución, crecimiento,
decrecimiento y cierre.
Sin
embargo, este ciclo no se cumple de la misma manera en todos y así vemos
personas cada vez de mayor edad que tienen un aspecto saludable. También ese
fenómeno podemos intentar replicarlo en nuestro sistema nervioso y salud mental
en general. La clave estará en detectar tempranamente los signos del deterioro
cognitivo y empezar aún antes de la aparición de los primeros a tomar medidas
que nos servirán el resto de nuestra vida.
Tendemos
a pensar en el término deterioro cognitivo a veces solamente ligado a
patologías degenerativas en estadio avanzado, siendo el caso más frecuente el
de la demencia y en particular la de tipo Alzheimer. Sin embargo, esto comienza
mucho antes y de maneras que en algunos casos sin estar en esos estadios
avanzados ya nos compliquen la vida cotidiana y a veces perder grados de
libertad dada la limitación en nuestras diferentes capacidades.
El
envejecimiento es una evolución natural y así como primer punto a abordar es
cuáles son las diferentes etapas del mismo.
Etapas del deterioro cognitivo
El
mismo es un espectro de cambios con diferentes grados, pero pueden agruparse de
la siguiente manera:
1.
Sin Deterioro Cognitivo (SDC): No hay diferencias notables en las habilidades
de pensamiento o habilidades cognitivas complejas.
2.
Deterioro Cognitivo Subjetivo (DCS): Ligero deterioro en las habilidades de
pensamiento, pero no lo suficiente como para afectar el funcionamiento diario.
3.
Deterioro Cognitivo Leve (DCL): Disminución de las habilidades de razonamiento,
memoria, lenguaje y percepción.
4.
Deterioro Cognitivo Moderado y Grave: Dentro de este amplio apartado, se
incluyen las demencias y aspectos que comprometen la autonomía. Se trata de un
deterioro grave que afecta las actividades diarias como conducir, pagar
facturas y el autocuidado.
Estas
etapas o niveles son típicos a medida que envejecemos en cuanto a las dos
primeras: Sin Deterioro Cognitivo (SDC) y Deterioro Cognitivo Subjetivo (DCS).
Los
dos niveles siguientes Deterioro Cognitivo Leve (DCL) y demencia, representan
trastornos cognitivos con diferentes grados de severidad y están en relación a
una muy importante cantidad de factores sobre los que, a pesar de lo que se
cree, podemos hacer algo en cuanto a la prevención y la disminución del riesgo.
Las
diferentes líneas actuales de investigación sugieren que el inicio del
deterioro cognitivo puede comenzar tan temprano como a los 40/45 años, mientras
que el riesgo de demencia aumenta con la edad, especialmente después de los 65
años.
Cuáles son los síntomas
tempranos del deterioro cognitivo
Los
mismos varían en los diferentes casos, pero las personas con deterioro
cognitivo leve pueden presentar, por ejemplo:
-
Dificultad para Encontrar Palabras: Luchan para expresarse verbalmente.
-
Extravío de Objetos: Pierden o desplazan de lugar objetos con frecuencia.
-
Olvidos: Se les pasan citas o eventos programados.
-
Sobrecarga ante tareas complejas: Se sienten abrumados por tareas algo más
complejas.
Es
importante evaluar correctamente la magnitud de estos episodios ya que también
los encontramos en cuadros como a la ansiedad y/o depresión, cada vez más
frecuentes. Así los olvidos, o dificultad para encontrar palabras pueden ser
parte de estos y hay que diferenciarlos de aquel que está relacionado con un
deterioro cognitivo. No hay que asumir esto último ante un síntoma de ese tipo,
para evitar preocupaciones innecesarias que pueden ser profecías autocumplidas,
ya que el deterioro cognitivo también está asociado a nuestro estado anímico en
particular en adultos mayores.
Estrategias preventivas
1. Ejercicio: Cada
vez está más claro que la actividad física regular mejora la salud general, la
cerebral y también reduce factores de riesgo sistémico que inciden en la salud
mental como las enfermedades cardíacas, metabólicas etc. Al mismo tiempo, al
reducir la probabilidad de enfermedad más graves y/o crónicas como el cáncer,
las complicaciones, así como el costo psicológico que esto implica, se protege
el caudal cognitivo y el costo emocional que implica.
Las
mejores estrategias en cuanto a este ítem, son una combinación de ejercicios
aeróbicos a los que en general se les suele dar importancia, pero cada vez es
más clara la actividad protectora en todos los niveles de actividades físicas
con sobrecarga o fuerza en particular en personas por encima de los 45/50 años.
Con
estas actividades mejora la irrigación vascular, la que sostiene la
neuroplasticidad y disminuye así el riesgo de deterioro cognitivo. Existen
muchos trabajos que muestran la incidencia de programas aún breves de
ejercicios sobre la memoria, o la concentración, por ejemplo.
2. Alimentación. Aquí
el consumo de frutas, verduras, granos enteros, nueces, semillas, aceite de
oliva, pescado, una dieta mediterránea sigue los mismos parámetros que las
indicaciones habituales para evitar el envejecimiento prematuro. La hidratación
abundante, sin sobrehidratarse, es un requisito indispensable. En este sentido
el consumir muy poco alcohol está asociado a una mejor salud cognitiva. Hay
quienes inclusive sugieren directamente suspender todo consumo de cualquier
tipo de bebida alcohólica. En lo que hay consenso es en cuanto al tabaco, las
indicaciones son suspender completamente si es que se fuma. Esto por supuesto
es relativo a cualquier tipo de sustancia o modalidad que implique fumar.
3. Dormir bien. Tener
una buena higiene de sueño, con las indicaciones que se dan habituales en
cuanto al tiempo de 7-8 horas y la calidad del mismo y evitar el uso de
pantallas antes de dormir, que está plenamente probado su efecto. De hecho,
ciertas patologías de sueño que hemos mencionado están asociadas directamente
con el Alzheimer (Insomnio y apnea de sueño: riesgos para la salud que van
mucho más allá del cansancio diurno). No hay que olvidar que la consolidación
de la memoria ocurre durante el sueño.
4. Mantener la mente activa. A
la ejercitación física, se agrega la búsqueda de ejercicios en todos los
dominios. En cuanto a lo mental, cualquier forma de estímulo simplemente como
la lectura, escritura, participar en actividades educativas, resolver juegos de
ingenio de diferente tipo etc., es una indicación que sigue las mismas reglas
que las del ejercicio físico.
Sobre
esto es importante rescatar que se trata, al igual que este, de un compromiso
personal en el cual, al igual que otras rutinas, es más importante la
constancia que la intensidad. Es decir, hacer todos los días una rutina mental,
aun cuando parezca de menor nivel es más importante que intentar proezas que
impliquen una dificultad en la cual se hagan pocos días y luego se abandonen.
El mantenimiento de una rutina, los ‘retos’, el llevar un registro de los mismos
forma parte de un mismo proceso en el que se estimula constantemente a nuestro
cerebro.
5. Socializar. Similar
a lo anterior, el buscar mantener una actividad que implique encuentro con
otros, escuchar opiniones diferentes a las de uno mismo, nos mantiene activos.
Es interesante que, en los estudios sobre el bienestar y la felicidad que se
hacen desde hace años en el mundo, los ejercicios de pensamiento positivo, en
el cual uno intente trabajar en una línea relativa a la de la psicología
positiva, permite trabajar varios aspectos al mismo tiempo, pero entre ellos la
capacidad cognitiva concreta, es decir la memoria, la concentración etc.
En
este sentido los ‘retos’ de tiempo determinado, como el que popularizado Tim
Ferris de llevar un conteo de pensamientos críticos (y retomar el mismo con el
advenimiento de una idea negativa), o los programas de Martin Seligman de
pensamiento positivo, son guías útiles.
6. Control del estrés. Se
ha hablado mucho de este factor, en particular su rol en el envejecimiento prematuro
(Estrés y ansiedad: ¿por qué pueden producir envejecimiento prematuro?) pero
dada su importancia no hay que dejarlo de lado en este listado. Su impacto,
como hemos visto, afecta a diversas funciones que pueden generar un efecto
cascada en otras áreas importantes (sueño, alimentación, bienestar etc.).
7. Evitar el uso crónico de
sedantes. Esta práctica lamentablemente está muy expandida y
relacionada con factores mencionados anteriormente como el estrés o la calidad
del sueño. Si bien está demostrado que no existen efectos duraderos en cuanto
al uso por periodos relativamente breves, e inclusive existe una regresión en
las imágenes en apariencia degenerativas en estudios de imágenes cerebrales,
también es claro que en cuanto al uso crónico el deterioro puede llegar a ser
significativo. Los protocolos de retiro progresivo de ansiolíticos o periodos
libres de los mismos han demostrado ser exitosos.
Por
otro lado, en cuanto a diferentes factores que hacen al deterioro cognitivo,
como decía antes, no necesariamente puede estar ligado a una patología
neurodegenerativa, sino también a la ansiedad o depresión crónicas, que pueden
estar siendo enmascarado por el uso de ansiolíticos sin poder abordar
cuestiones que mejoren la calidad de vida y, por ende, prevenir mayor deterioro
cognitivo. Uno de los peligros que se evalúa cada vez más en la práctica
clínica es la dependencia que generan y de allí la cronicidad y estos efectos
negativos. (Alerta ansiolíticos: el peligro de generar dependencia).
En
línea con esto el tema de la automedicación es peligroso en estas etapas, aun
con medicamentos aparentemente inocuos, como se mencionó en una nota reciente
(Qué riesgos tiene para la salud pública que 22 fármacos de venta bajo receta
pasen a la categoría de venta libre) en cuanto a una propuesta para liberar de
control médico a un listado de medicamentos.
8. Prevención de lesiones
craneales. Un factor que puede parecer no significativo, es el de
protegerse de caídas, en especial de golpes en la cabeza y entre ellos está la
prevención de actividades de riesgo sin una adecuada protección, como puede ser
el uso de casco en deportes como el ciclismo, o patinaje, y las diferentes
formas en las cuales hay mayor riesgo de caídas.
Una
de las características del proceso de envejecimiento es que nuestra capacidad
de orientación y equilibrio están disminuidas y por ello incrementar las
medidas de protección, sin por ello dejar de hacer actividades que en sí mismas
tengan otros beneficios, como estar al aire libre.
9. Realizar controles de salud
frecuentes y controlar otros
factores que impacten en el bienestar general. Así el control de enfermedades,
el seguimiento de estudios de las mismas, como pueden ser aquellas más ligadas
a la edad como las cardiovasculares metabólicas, odontológicas, patologías de
la vista, auditivas etc. y en particular la prevención de las mismas es de
cardinal importancia.
En
línea con esto, si hay factores sintomáticos que generen inquietud o dudas, es
muy importante una evaluación especializada de funciones neurocognitivas
integradas con una evaluación completa, ya que en muchos casos solo el uso de
test habituales puede no dar un panorama claro, sea en uno como en otro sentido
(sub o sobre diagnóstico). Es importante entender que el deterioro cognitivo no
es una condena y algo sobre lo cual conviene esconderse, es lo mismo que en
otras áreas, como por ejemplo, cuando se realiza el control de la presión
arterial, de la agudeza visual o estudios obligatorios desde cierta edad para
detectar posibles patologías oncológicas.
Cuando
antes se pueda actuar de una manera preventiva las expectativas son mejores, y
siempre se podrá hacer algo. Como regla general en cuanto a la prevención
siempre hoy es mejor que mañana y ceñirse a estos aspectos no implica padecer
una patología, de la misma manera que ejercitarse físicamente no es ningún
grado de discapacidad.
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