Las redes sociales están inundadas de modas absurdas
y, más de una, peligrosa. La última en el centro de las críticas es la conocida
como ‘mukbang’, que consiste en ingerir grandes cantidades de comida basura en
directo. La arriesgada práctica, llevada a cabo desde hace varios años, acaba
de costarle la vida a la influencer asiática Pan Xiaoting, que murió en plena
conexión tras llevarse 10 horas comiendo.
La muerte es la última consecuencia de comer en
exceso. Pero, antes de llegar a este extremo, ¿qué provoca en el cuerpo una
sobreingesta de alimentos? “Al introducir comida rápida en nuestro organismo,
por el tipo de alimentos que la caracterizan y porque -como su propio nombre
indica- tendemos a comerlas a gran velocidad y en mayor cantidad, las
digestiones son más lentas y pesadas, produciendo malestar al hacer que el
estómago trabaje de más. También puede provocar estreñimiento y gases por el bajo
o nulo aporte de fibra”, explica Mireia Elías Fernández, nutricionista y
fundadora de Alimentación3S.
Una ingesta reiterada de comida rápida “provoca
obesidad y todas las patologías consecuentes a esta, como diabetes,
hipertensión arterial, aterosclerosis, enfermedades cerebrovasculares,
patologías renales, hígado graso, e incluso cáncer”, resume la experta.
A la larga, su consumo puede inducir en las personas
problemas de memoria y aprendizaje, y depresión. Además de fatiga y debilidad,
por el déficit de vitaminas y minerales, que conlleva este tipo de
comida.
Luis Cabañas, presidente del Colegio Oficial de
Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODiNuCoVa), resalta que
la falta de una educación nutricional correcta “hace que abunde la desinformación
sobre qué es saludable y sobre las consecuencias que provocan determinados
tipos de alimentos sobre la salud a largo plazo”. El experto coincide en que
una ingesta reiterada de comida rápida basada en alimentos procesados de mala
calidad nutricional puede provocar, en primera instancia, sobrepeso al tratarse
de alimentos con alto contenido calórico.
Según Francisco Tinahones, endocrinólogo, hay mucha
variedad de productos incluidos en el concepto de comida rápida, pero la más
clásica es una alimentación rica en grasas, casi siempre de origen animal. “La
mayoría de los productos, al ser ricos en grasas, tiene un alto contenido
calórico. La grasa tiene casi el doble de calorías que los hidratos de carbono
y las proteínas para una misma cantidad. Por ejemplo, una hamburguesa de tamaño
grande con queso y una ración grande de patatas fritas aportan casi 1.500
calorías, un 75% de las que se necesitan al día”.
¿Con
qué frecuencia se podría consumir comida basura?
Es importante marcar una diferencia en cuanto a la
frecuencia de consumo de comida rápida, comenta la especialista del IMEO. “Cuando
hablamos de comida rápida refiriéndonos a pizzas precocinadas, snacks salados,
bollería industrial, bebidas azucaradas, helados, perritos calientes, patatas
fritas, etc., no es recomendable tomarla nunca. Sin embargo, si esa comida
rápida se refiere a ensaladas ya preparadas o sándwiches, entonces el daño es
menor”.
Por ello, la nutricionista aconseja intentar siempre
escoger ensaladas aliñadas con aceite y vinagre en vez de con salsas; que
contengan algo de proteína, como huevo, atún o jamón cocido; y que no lleven
bacon o cebolla caramelizada, por ejemplo. En cuanto a los sándwiches, la misma
recomendación, que es evitar que lleven mayonesa, salsas y demás. Es mejor que
contengan algo de tomate, salmón ahumado, huevo cocido… Aun así, insiste en
eludir este tipo de comida lo máximo posible.
En opinión de Tinahones, “el consumo esporádico de
estos productos no genera grandes problemas, pero tiene que ser en el seno de
una alimentación que cumpla los criterios de dieta mediterránea, donde la fruta
y verdura son esenciales, y la pirámide de la alimentación saludable. Hay
sujetos que dentro de sus hábitos tienen la comida rápida totalmente
restringida y tampoco me parece mala decisión”.
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