La
fatiga muscular es algo muy habitual entre los deportistas profesionales y no
profesionales y se caracteriza, sobre todo, por la falta de fuerza y la
incapacidad de tener un rendimiento óptimo en entrenamientos o ejercicios que
realizamos de forma habitual. Hay muchas causas de su aparición pero una de las
más importantes está ligada a la alimentación y al sobreesfuerzo que hemos
realizado que ha hecho que nuestro cuerpo se resienta.
Como
informa Aarón Fueyo, preparador físico, diplomado en fisioterapia y profesor
del Grado de Ciencias del Deporte de la Universidad Internacional de la Rioja,
“la fatiga muscular se produce por la disminución de la capacidad contráctil
del músculo y por el desajuste de la señal nerviosa que desencadena la
contracción muscular de forma voluntaria”. Se produce por “alteraciones en el
intercambio de sustancias químicas que son necesarias para la contracción
muscular como el sodio, el calcio o el potasio”, indica.
Como
explica el traumatólogo Vicente de la Varga, miembro de la Sociedad Española de
Cirugía Ortopédica y Traumatología, la fatiga muscular se produce cuando “los
músculos no tienen la fuerza suficiente para continuar”.
La
mayoría de las causas están relacionadas con la alimentación y por eso “es tan
importante seguir una nutrición adecuada pre y post entrenamiento para retardar
la aparición de la fatiga”, informa Fueyo.
Así,
tal y como informa el traumatólogo, la fatiga muscular puede aparecer por “tener
unos niveles de calcio insuficientes, lo que dificulta la contracción y
relajación muscular; por tener acumulación de ácido láctico que puede provocar
la descomposición de la fibra muscular; por la falta de hidratación o por tener
una mala alimentación en general con déficit de vitaminas, minerales e hidratos”.
Otras
causas, más relacionadas con el ejercicio físico son “realizar esfuerzos
intensos sin la adecuada recuperación, el sobreentrenamiento y la presencia de
lesiones musculares y calambres durante la actividad también afectan al buen
funcionamiento de los músculos”, señala De la Varga.
Cómo
sé que tengo fatiga muscular. Los síntomas de fatiga muscular son:
-Respiración
acelerada e irregular.
-Dolor
en las articulaciones.
-Aumento
del ritmo cardiaco.
-Falta
de coordinación y de fuerza.
-Molestias
y dolor generalizado.
-Pesadez
y rigidez muscular.
-Agotamiento.
-Sensación
de incomodidad y debilidad general.
¿Fatiga muscular o sobrecarga
muscular?
Muchas
veces atribuimos la fatiga muscular a la sobrecarga muscular, pero, como
informa Fueyo, “este término es un término ambiguo, en el cual se hace alusión
a la pérdida de la funcionalidad en la contracción muscular debido a una mala
gestión de la carga de entrenamiento o en contextos de rendimiento propios de
la alta demanda de competición”. También en ocasiones se hace referencia a la
cantidad de volumen de entrenamiento, especialmente en la ganancia de la masa
muscular.
Cómo hay que entrenar para
superar la fatiga muscular
Lo
primero que hay que tener en cuenta es que “todas las personas deben ajustar su
entrenamiento tanto a su condición física como a las circunstancias de su vida
diaria” y a su alimentación, señala Fueyo. Así, es fundamental conocer aspectos
como “el tipo de trabajo, los hábitos alimenticios, el descanso diario y el
nivel de condición física inicial cuando queremos empezar un plan de
entrenamiento enfocado a la ganancia de masa muscular o fuerza”.
En
opinión del traumatólogo, cuando estamos con fatiga muscular “es importante
responder a los síntomas, por ejemplo, reduciendo el esfuerzo físico durante el
entrenamiento o alternando las sesiones de entrenamiento con suficiente
descanso”. Así, informa, “en el caso de la carga aeróbica será aconsejable el
descanso pasivo (dormir bien, masajes, baños, sauna, etc.)” y, en la medida de
lo posible, “aumentar la cantidad de carbohidratos”.
Por
otro lado, añade, “la carga anaeróbica requerirá de un descanso más activo,
como ejercicios acuáticos u otros deportes complementarios que ayudan a
expulsar los metabolitos”.
En
cualquier caso, en opinión de Fueyo, siempre será mejor “una mayor frecuencia
de entrenamiento semanal (3-5 días) que acumular dos días de mucho volumen e
intensidad y no hacer nada el resto de la semana”.
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