Desde la pandemia, los
trastornos de la conducta alimentaria (TCA) no han hecho más que aumentar. En
ese momento, el aislamiento, la falta de socialización, el mayor uso de redes
sociales y el bombardeo mediático con salir de una pandemia mundial más delgado
y en forma, fueron un caldo de cultivo idóneo para aferrarse al control sobre
la comida y el cuerpo, como una manera de evadir la realidad que estábamos
viviendo.
Los TCA no son más que una
manera disfuncional de sobrevivir a traumas y de protección ante dificultades
que no sabemos manejar. Es importante saber que tienen un componente genético
muy elevado, de casi un 60%. El ambiente también hace mucho: vivimos en una
sociedad obsesionada con la delgadez, en la que la cultura de dieta y la
gordofobia lo impregnan todo. Y últimamente, se ha impuesto en la salud un
neoliberalismo por el cual, si no estás suficientemente delgado, en forma o
adecuado a los cánones estéticos, es por tu falta de disciplina. Como si la
diversidad corporal no existiera, y todos tuviéramos que ser similares a un
molde corporal universal.
Además de haber aumentado la
prevalencia de estos trastornos, se han adelantado y comienzan a la edad de 12
años, acudiendo a los servicios médicos en una situación más grave. Este año he
llevado en consulta a un chico con 15 años que, con tan corta edad, había
pasado ya por dos ingresos hospitalarios por anorexia nerviosa. Y por
desgracia, no ha sido el único. Tampoco quiero dejar pasar el hecho de que ser
mujer ya es en sí un factor de riesgo para sufrir un TCA, por lo que la
prevalencia en mujeres es mucho mayor.
En los años que llevo
trabajando como nutricionista especializada en trastornos de la conducta alimentaria,
últimamente estoy viendo esta oleada de chavales cada vez más jóvenes,
preocupados por su cuerpo y aterrados por engordar, mientras están en pleno
desarrollo. Es crucial una detección lo más temprana posible. Por todo ello, he
querido hacer esta recopilación de comportamientos que nos pueden alertar de
que nuestros pequeños estén pasando por un posible TCA:
• Mayor interés por la comida,
sobre qué se va a comer o cenar, cómo se va a preparar. Necesidad de control
sobre lo relacionado con la comida y la compra. Incluso no querer comer esos
platos que antes les gustaban, y ahora parece que ya no les apetecen tanto.
• Ir inmediatamente al baño
después de las comidas. Quizás se estén purgando. Es importante estar pendiente
sin parecer un policía, porque precisan comprensión y ayuda. En realidad, un
TCA esconde muchísimo sufrimiento. No necesitan broncas, sino apoyo y
comprensión.
• No querer asistir a comidas
familiares o a planes con amigos que impliquen comida. Evitan ir a la comida, y
puede que se pasen después o que ni siquiera asistan.
• Tener comportamientos
extraños en la mesa, por ejemplo: desmenuzar excesivamente la comida, beber
mucha agua durante ellas, escarbar en el plato, eternizarse comiendo. También
pueden cambiar su actitud en la mesa y estar muy irascibles y protestones, como
producto del miedo y la ansiedad que les provoca la comida.
• A veces esconden comida en
el cuarto, en la ropa, para no comerla o bien para comer a escondidas esos
alimentos que se prohíben o que en casa les han restringido. En este caso, lo
que suele ocurrir, es que comen a escondidas por la vergüenza que les provoca
reconocer que les gusta ese alimento, pudiendo haber atracones. Al haber tanta
restricción, suelen acabar comiendo gran cantidad de comida a hurtadillas, lo
que después les deja mucho malestar físico y, sobre todo, emocional.
• Querer hacer una
alimentación más saludable, aunque no sepan qué significa eso más allá de
perder peso y dietas. Se interesan por las calorías, los ingredientes, cómo
están elaborados los platos. Pueden estar muy vigilantes con lo que comen otras
personas con las que se pueden comparar; por ejemplo, las niñas con las madres,
amigas o hermanas.
• Presentar un repentino
interés por la cocina, y disfrutar haciendo comidas para los demás, que ellos
no prueban. Les suele gustar servir y agasajar con comida a otros, disfrutan
viendo cómo comen. Hay un triunfo interno que les refuerza la creencia de que
los otros son débiles y sucumben a los encantos de la comida, mientras que
ellos se mantienen férreos sin probar bocado.
• El carácter también les
cambia, y están mucho más tristes y ausentes. Pueden estar muy malhumorados.
Suelen estar más destemplados, con frío constante, y más ausentes.
Generalmente, se debe a la neblina mental: les cuesta concentrarse, por lo que
el rendimiento académico también puede verse afectado, aunque generalmente son
muy perfeccionistas y exigentes consigo mismos.
• Se vuelven más activos, o en
casa o en la escuela, mueven sin parar las piernas, deambulan. Aumentan mucho
la actividad física, realmente es que no pueden estarse quietos.
• Puede haber cambios
repentinos en el peso, bajan o suben de repente. No consiguen un peso más o
menos estable. Hay que tener cuidado con esto, porque sigue permaneciendo el
mito de que los trastornos de la conducta alimentaria cursan con infrapeso, y
por desgracia ocurren en todos los pesos, de hecho, solo un 7% de ellos, están
en pesos muy bajos. Celebrar pérdidas de peso en niños y adolescentes puede
agravar las conductas peligrosas que les han llevado a hacerlo. No siempre un
niño o un adolescente más delgado, va a estar más sano.
• Tienden a aislarse, a pasar
mucho tiempo solos, encerrados en el cuarto, y suelen dejar de hacer planes con
amigos. A veces, el aislamiento social es una consecuencia del trastorno de la
conducta alimentaria y, a veces, el aislamiento puede desencadenar un TCA, como
ocurrió durante la pandemia.
• Pueden pesarse mucho,
criticar mucho su cuerpo y esconderlo. Es importante saber que a los niños no
se les pesa. Suelen cambiar su forma de vestir y empezar a usar prendas más
holgadas, escondiéndose tras tallas más grandes.
• En los casos más graves,
pueden lesionarse, y es posible que tengan heridas en brazos o piernas, en
zonas que puedan ocultar fácilmente. Se hacen daño con objetos domésticos como
una tijera, un marcapáginas metálico, o simplemente golpeándose ellos mismos.
Las autolesiones son formas de liberar el dolor emocional que sienten.
Este artículo no pretende ser
un diagnóstico, solo una llamada de atención ante estos síntomas. Si observamos
alguno, es preferible consultar con un especialista en TCA. En estos casos,
toda prevención es poca. Y, por último, ¿Qué clase de sociedad somos, si los
niños y adolescentes temen engordar? Deberíamos plantearnos nuestra
responsabilidad en ello. AN
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