Viene
descalzo, como siempre. Con el paso tranquilo de quien no tiene prisa, pero sí
propósito. Con la mirada puesta en ti, aunque tú estés mirando al suelo.
A
veces creemos que el día ha terminado, que lo intentamos todo, que no queda
nada por hacer. Pero justo entonces, en la última ola, en la última sombra, Él
aparece caminando hacia nosotros.
No
para darte respuestas, sino para acompañar tus preguntas. No para cargar el día
que ya pasó, sino para sostener lo que queda por vivir.
Porque
Cristo no llega tarde. Llega cuando más lo necesitas. Y a veces, llega… cuando
tú ya habías dejado de esperar. RM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario