Sin
embargo, en ocasiones las respuestas aparecen ante los ojos de nuestra alma. Se
manifiestan en los encuentros personales con los demás que nos marcan y dan
forma a nuestra experiencia de vida, y que constantemente recordamos en
conversaciones con nuestros seres queridos.
Esas
respuestas nos vienen de Dios. Las gracias del Espíritu Santo generan en ellas
los frutos del autoconocimiento en Alegría y Esperanza, Gaudium et Spes. La
asiduidad en la oración y en la Eucaristía, constancia de nuestra fe, nos
revela los tesoros profundos de la dignidad y valor de todas las personas. La
fe, regalo insustituible de Dios, revela en nuestra conciencia el derecho y el
deber de compartir la visión salvífica del Señor a través de ella tenemos la
oportunidad de acompañar a todos aquellos que se encuentran inmersos en una
búsqueda constante y auténtica de sentido en sus vidas, aunque aún no profesen
la verdadera fe. A ellos podemos y debemos ofrecerles una perspectiva
espiritualmente enriquecedora de la vida.
La
perspectiva de la fe se comparte a través de nuestro testimonio personal en el
amor. Cuando somos coherentes con los principios que profesamos en la liturgia
y en nuestra vida de oración, transmitimos a los demás la verdad del valor
inmenso del hombre y de la mujer, imago Dei. Compartirles nuestras experiencias
auténticas de Fe en Jesucristo, contarles cómo hemos experimentado la Gracia y
la transformación personal en el Dios Uno y Trino, puede despertar en ellos la
curiosidad y el deseo de explorar su propio viaje espiritual, y así, el día
menos pensado, encontrarán a Jesús. Como buenos apóstoles, habremos puesto al
Señor en su camino.
Tengamos
la certeza de que cada uno de nosotros puede, desde nuestras muy particulares
circunstancias, ayudar a los demás a descubrir la dignidad y el valor de la
perspectiva de la Fe. Por medio de nuestras acciones y palabras, que son
invitaciones constantes y elocuentes al amor, podemos convertirnos en
acompañantes fehacientes en su travesía personal de sentido y propósito. El
Señor nos ha dicho “vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Nueva a toda la creación”
(Mc 16,15). Avancemos, pues,
valientes, con nuestros corazones abiertos y nuestras mentes receptivas,
testimoniando nuestra fe como un camino hacia la plenitud, la alegría y
esperanza, Gaudium et Spes, con los demás. LAAC
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