En
su mensaje dado a conocer por la arquidiócesis de Panamá, el Santo Padre señala
que “en el hogar familiar, la persona se integra natural y armónicamente en un
grupo humano, superando la falsa oposición entre individuo y sociedad. En el
seno de la familia, nadie es descartado: tanto el anciano como el niño hallan
acogida. La cultura del encuentro y el diálogo, la apertura a la solidaridad y
a la trascendencia tienen en ella su cuna”.
“Por
eso, la familia constituye una gran ‘riqueza social’. En ese sentido, quisiera
subrayar dos aportes primordiales: la estabilidad y la fecundidad”.
El
Santo Padre subraya luego en el texto que “las relaciones basadas en el amor
fiel, hasta la muerte, como el matrimonio, la paternidad, la filiación o la
hermandad, se aprenden y se viven en el núcleo familiar”.
“Cuando
estas relaciones forman el tejido básico de una sociedad humana, le dan
cohesión y consistencia. Pues no es posible formar parte de un pueblo, sentirse
prójimo, tener en cuenta a los más alejados y desfavorecidos, si en el corazón
del hombre están fracturadas estas relaciones básicas, que le ofrecen seguridad
en su apertura a los demás”.
“Además,
el amor familiar es fecundo, y no solo porque engendra nuevas vidas, sino
porque amplía el horizonte de la existencia, genera un mundo nuevo, nos hace
creer, contra toda desesperanza y derrotismo, que una convivencia basada en el
respeto y en la confianza es posible. Frente a una visión materialista del
mundo, la familia no reduce el hombre al estéril utilitarismo, sino que da
cauce a sus deseos más profundos”.
El
Papa resalta asimismo que “desde la experiencia fundante del amor familiar, el
hombre crece también en su apertura a Dios como Padre. Por eso el Documento de
Aparecida indicó que la familia no debe ser considerada solo objeto de evangelización,
sino también agente evangelizador”.
“En
ella se refleja la imagen de Dios que en su misterio más profundo es una
familia y, de este modo, permite ver el amor humano como signo y presencia del
amor divino. En la familia la fe se mezcla con la leche materna. Por ejemplo,
ese sencillo y espontáneo gesto de pedir la bendición, que se conserva en
muchos de nuestros pueblos, recoge perfectamente la convicción bíblica de que
la bendición de Dios se transmite de padres a hijos”.
El
Santo Padre afirmó luego que “conscientes de que el amor familiar ennoblece
todo lo que hace el hombre, dándole un valor añadido, es importante animar a
las familias a que cultiven relaciones sanas entre sus miembros, a que sepan
decirse unos a otros ‘perdón’, ‘gracias’, ‘por favor’ y a dirigirse a Dios con
el hermoso nombre del Padre”.
Para concluir, el papa Francisco hizo votos para que “nuestra Señora de Guadalupe alcance de Dios abundantes bendiciones para los hogares de América y los haga semilleros de vida, de concordia y de una fe robusta, alimentada por el Evangelio y las buenas obras. a.org
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