Según un nuevo estudio, los
microplásticos se están introduciendo en el cerebro de los seres humanos con
consecuencias desconocidas para la salud humana. Cada día, miles de millones de
personas respiran, comen y beben diminutos fragmentos de residuos plásticos
conocidos como microplásticos y nanoplásticos.
Los científicos sospechan
desde hace tiempo este material puede atravesar la barrera hematoencefálica,
que actúa como filtro entre el sistema nervioso central y el resto del cuerpo
humano, protegiendo al cerebro de sustancias tóxicas y proporcionándole
nutrientes.
El estudio, publicado en la
revista ‘Nature Medicine’, es la
última investigación en sugerir que sí pueden hacerlo. Científicos de la Universidad de Nuevo México (Estados
Unidos) analizaron muestras ‘post mortem’ de 52 cerebros humanos, 28 de ellos
sometidos a autopsias en 2016 y el resto en 2024. Así, encontraron
microplásticos en todas las muestras cerebrales, y una concentración un 50%
mayor en las de 2024 que en las de 2016. Además, identificaron niveles más
altos de microplásticos en el cerebro que en otros órganos como el riñón y el
hígado.
Los microplásticos parecen
estar atravesando la barrera hematoencefálica
“Las pruebas científicas que
documentan la contaminación por plásticos en todas las matrices imaginables se
acumulan, por lo que lamentablemente ya no me sorprende ver este tipo de
información”, señaló a ‘Euronews Health’,
Bethanie Carney Almroth, ecotoxicóloga de la Universidad de Gotemburgo que estudia los efectos medioambientales
de los plásticos. Anteriormente se habían identificado microplásticos en la
sangre humana, los pulmones, las placentas y la leche materna. Sin embargo, “la
idea de que las partículas puedan atravesar la barrera hematoencefálica es
preocupante”, indicó Almroth, quien no ha participado en el nuevo estudio.
Los investigadores todavía no
saben exactamente cómo o cuánto afectan los microplásticos a la salud. Otros
estudios han identificado posibles vínculos con problemas graves, como varios
tipos de cáncer, problemas respiratorios, infartos de miocardio y enfermedades
inflamatorias intestinales.
El nuevo estudio ofrece otras
pistas. Los investigadores estudiaron los cerebros de 12 personas que padecían
demencia y hallaron una mayor concentración de microplásticos en sus cerebros
que entre los de las personas sin diagnóstico. Por su parte, Tamara Galloway,
catedrática de ecotoxicología de la Universidad
de Exeter (Reino Unido), quien tampoco ha participado en el estudio, señaló
en un comunicado que el aumento de la concentración de microplásticos en el
cerebro humano refleja probablemente la creciente producción y uso de
plásticos.
Aumentan las pruebas del
impacto de los microplásticos en la salud
La mayoría de los fragmentos
de plástico hallados en las muestras cerebrales eran de polietileno, un
material muy utilizado en envases para alimentos y bebidas, así como en botes
de champú y cubos para el reciclaje, entre otros. Cabe destacar que no se
observó ninguna relación entre la edad de los pacientes cuando murieron y la
cantidad de microplásticos en sus cerebros, lo que sugiere que “los
microplásticos no se acumulan continuamente en los tejidos cerebrales a medida
que envejecemos”, afirmó Galloway. “Esto es significativo, porque sugiere que
si redujéramos la contaminación medioambiental con microplásticos, los niveles
de exposición humana también disminuirían”, añadió.
Investigaciones para
establecer la relación entre los microplásticos y los problemas de salud
Investigaciones de los autores
del estudio señalan que las muestras cerebrales se recogieron en distintas
partes de Estados Unidos, lo que podría afectar a las conclusiones. También
subrayaron que se necesitan más investigaciones para determinar si, realmente,
los microplásticos en el cerebro causan problemas de salud. Idealmente, durante
un periodo de tiempo más largo y con grupos formados por mayor número de
personas.
Aun así, investigadores
independientes afirman que los resultados son preocupantes, dado lo omnipresentes
que son los microplásticos en el medioambiente. “Siempre es difícil demostrar
la causalidad. Sobre todo, en los estudios con humanos que tienden a las
correlaciones”, afirmó Almroth. Sin embargo, “cada vez hay más pruebas del
impacto de las partículas de plástico en la salud”, concluyó. BP
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