viernes, 29 de marzo de 2013

Salmo 81


Salmo 81 – Invectivas contra los jueces inicuos

► Este salmo es una imprecación hacia aquellos que tienen la misión de impartir justicia entre los hombres. En la espiritualidad del pueblo de Israel los jueces eran considerados algo así como dioses, precisamente porque representaban a Yahvé en lo que constituye uno de sus atributos: hacer justicia.
► El salmista arremete contra estos hombres que han sido investidos con una misión divina, porque ejercen su cargo con impiedad, favoreciendo a los impíos y marginando a los débiles: «¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, defendiendo la causa de los malvados? Proteged al débil y al huérfano, haced justicia al pobre y al necesitado, liberad al humilde y al indigente, arrancadlos de la mano de los injustos».
► El salmo no es sino un preanuncio de la gran injusticia que se va a llevar a cabo condenando inicuamente al débil entre los débiles, al inocente entre los inocentes: Jesucristo. Hay todo un entramando, toda una alianza de los poderes del mal para que este juicio perverso, con su posterior veredicto condenatorio, llegue a su término.
► Dado que la justicia a los débiles hace aguas por todas partes -lo acabamos de ver en el juicio condenatorio de Jesucristo-, al final, se pide a Dios que se levante sobre la tierra y que sea Él el juez: «¡Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque todas las naciones te pertenecen!».

Dios se levanta en la asamblea divina; rodeado de ángeles, juzga: "¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta, poniéndoos de parte del culpable? Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable". Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras, mientras vacilan los cimientos del orbe. Yo declaro: "Aunque seáis dioses, e hijos del Altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis, príncipes, como uno de tantos". Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos.

JUEZ DE JUECES
La justicia en el mundo ya no es justicia, Señor. Los caminos de los hombres se han torcido, y aquellos que habían de tomar tu puesto para resolver disputas y traer la paz se han corrompido y han cedido a la corriente de egoísmo que les hace buscar ganancias sórdidas traicionando a la justicia a la que juran servir. Los tribunales de justicia se han hecho a veces guaridas de opresión. Los pobres buscan alivio en la justicia, y sus penas aumentan en vez de resolverse. Falta la honradez en aquellos que más deberían tenerla.
¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta poniéndoos de parte del culpable?
En nombre de los oprimidos, Señor, pido justicia. Da sabiduría y valor a tus jueces para que reconozcan la inocencia, denuncien la culpa y pronuncien sentencia sin temor ni favor. Haz que vuelvan a inspirarle confianza a tu pueblo y enciendan un rayo de esperanza en una sociedad que ha perdido el sentido de la equidad. Que vuelva a reinar la justicia sobre la tierra, Señor, como señal y prenda de tu divina justicia en los cielos.
«Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos».

Oh Dios, Juez de la creación, salva al hombre de la explotación de los poderosos, y, así como, en la muerte de tu Hijo, se consumaron las injusticias del poder humano y, en su resurrección,  triunfó la justicia, te pedimos que Cristo glorificado destrone a los poderosos que gobiernan inicuamente el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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