jueves, 16 de noviembre de 2017

Dos de cada 5 mujeres con diabetes están en edad reproductiva

Cada 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes con el fin de concientizar sobre esta enfermedad y para este año la Federación Internacional de Diabetes (FID) ha definido centrarse en cómo esta patología afecta a la mujer en diferentes etapas de su vida, incluido el momento del embarazo. 
La diabetes es una enfermedad que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce. La insulina es una hormona que regula el azúcar en sangre. El efecto de la diabetes no controlada es la hiperglucemia (aumento de glucosa en sangre), que con el tiempo daña gravemente muchos órganos y sistemas, especialmente los nervios y los vasos sanguíneos. 
Podemos mencionar tres tipos: diabetes tipo 1 - también llamada insulinodependiente, que se inicia en la infancia o en jóvenes, la cual se caracteriza por una producción deficiente o nula de insulina – la tipo 2 – que son la mayoría de los casos y se da en gran medida por sobrepeso, obesidad y sedentarismo, entre otros factores -; y por último, una propia de la mujer que es la diabetes gestacional, que se caracteriza por las hiperglucemias durante el embarazo, una complicación frecuente del mismo. 
Se produce fundamentalmente por el aumento de sustancias como el cortisol, la prolactina y el lactógeno placentario que neutralizan la insulina del cuerpo de la embarazada, haciendo así que aumenten los niveles de glucosa y convirtiéndolas en diabéticas durante la gestación. 
Los factores de riesgo para desarrollarla son tener 35 o más años, sobrepeso u obesidad antes del embarazo, haber tenido diabetes gestacional en embarazos previos, gestaciones múltiples (gemelos y trillizos), hijo previo con peso mayor o igual a 4 kilogramos al nacer, entre otros. 
En el recién nacido puede generar complicaciones como macrosomía (bebé de gran tamaño - puede originar asfixia perinatal y traumatismos en el parto como parálisis braquial o fracturas de clavícula), inmadurez, hipoglucemia, hipocalcemia, poliglobulia, etc.
En la actualidad hay más de 199 millones de mujeres viviendo con diabetes y se calcula que este total aumentará a 313 millones para el año 2040. Hoy es la novena causa de muerte entre el sexo femenino a nivel mundial, causando 2.1 millones de fallecimientos cada año.
“Dos de cada cinco mujeres con diabetes se encuentran en edad reproductiva y padecer esta enfermedad les genera dificultades para concebir o malos resultados durante el embarazo/parto. Sin planificación pre-concepción, la diabetes incrementa el riesgo de morbimortalidad materno-infantil. A su vez, aproximadamente el 20 % de mujeres con diabetes gestacional persisten tras el parto con diabetes tipo 2”, explica el Dr. Carlos Reguera, médico cardiólogo y Jefe del área de Medicina Preventiva y Cardiología de INEBA.
Las mujeres con diabetes tipo 1 tienen un mayor riesgo de aborto espontaneo o un bebé con ciertas malformaciones, mientras que las que padecen el tipo 2, son casi 10 veces más propensas a desarrollar enfermedades coronarias. 
“El denominador común de esta patología es la posibilidad de prevenirla. Hasta el 70% de los casos de diabetes tipo 2 pueden prevenirse si se adopta un estilo de vida saludable y en este sentido el rol de la mujer como madre de familia es clave para poder transmitirlo, ellas tienen gran influencia en el estado de salud de sus hijos”, agrega el especialista. 
La diabetes es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular en el mundo. En nuestro país, se estima que 1 de cada 10 personas mayores de 18 años padece diabetes y al menos el 60% de ellos no alcanzan los objetivos de control glucémico recomendados. Si bien esta enfermedad no posee cura, ofrece la posibilidad de un tratamiento que ayuda al paciente a prevenir posibles complicaciones, que incluye: 
Controlar periódicamente los niveles de azúcar: muchas personas padecen de síndrome metabólico (“pre-diabetes”) o diabetes y no tienen noción de ello (dado que en muchos casos es una enfermedad silente). Un examen de los niveles de azúcar en la sangre sirve para saberlo. 
Prestar atención al estilo de vida y evitar el sedentarismo: al menos 30 minutos de ejercicio ya sea aeróbico o simples actividades como bailar, caminar a paso ligero, puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 en un 30%. 
Cuidar la alimentación: es necesario tener una alimentación saludable. Tratar de consumir menos grasas saturadas (no más del 10%), comer más vegetales, fibras, frutas frescas, granos enteros, omega 3. Reducir el tamaño de la porción y dividir las comidas a lo largo del día disminuye el riesgo de obesidad y diabetes (no realizar ayunos prolongados, ni saltear comidas principales). 
No fumar: los fumadores duplican sus posibilidades de desarrollar diabetes. 
Reducir la ingesta de alcohol: beber grandes cantidades no aporta nutrientes (calorías vacías), por lo general los bebedores son propensos a subir de peso. Con la obesidad, el riesgo de diabetes se incrementa. 
Dormir bien: una buena noche de sueño de al menos 7 u 8 horas al día debería ser un deber. Dormir bien mantiene altos los niveles de energía durante el día, y más importante aún, reduce los antojos de comida chatarra. 
Manejar mejor el estrés: estudios muestran que las hormonas del estrés alteran directamente los niveles de glucosa en la sangre e incrementan el riesgo de diabetes. Para reducirlo se puede practicar meditación, yoga, escuchar música o realizar cualquier actividad que a uno le haga bien.
Chequearse regularmente: mientras envejecemos, somos más propensos, a padecer hipertensión arterial, diabetes, enfermedades del corazón u otros problemas de salud. Por lo tanto, lo mejor es realizar un chequeo preventivo anual, particularmente después de los 45 años.

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