Cada
14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes con el fin de
concientizar sobre esta enfermedad y para este año la Federación Internacional
de Diabetes (FID) ha definido centrarse en cómo esta patología afecta a la
mujer en diferentes etapas de su vida, incluido el momento del embarazo.
La
diabetes es una enfermedad que aparece cuando el páncreas no produce insulina
suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que
produce. La insulina es una hormona que regula el azúcar en sangre. El efecto
de la diabetes no controlada es la hiperglucemia (aumento de glucosa en
sangre), que con el tiempo daña gravemente muchos órganos y sistemas, especialmente
los nervios y los vasos sanguíneos.
Podemos
mencionar tres tipos: diabetes tipo 1 - también llamada insulinodependiente,
que se inicia en la infancia o en jóvenes, la cual se caracteriza por una
producción deficiente o nula de insulina – la tipo 2 – que son la mayoría de
los casos y se da en gran medida por sobrepeso, obesidad y sedentarismo, entre
otros factores -; y por último, una propia de la mujer que es la diabetes
gestacional, que se caracteriza por las hiperglucemias durante el embarazo, una
complicación frecuente del mismo.
Se
produce fundamentalmente por el aumento de sustancias como el cortisol, la
prolactina y el lactógeno placentario que neutralizan la insulina del cuerpo de
la embarazada, haciendo así que aumenten los niveles de glucosa y
convirtiéndolas en diabéticas durante la gestación.
Los
factores de riesgo para desarrollarla son tener 35 o más años, sobrepeso u
obesidad antes del embarazo, haber tenido diabetes gestacional en embarazos
previos, gestaciones múltiples (gemelos y trillizos), hijo previo con peso
mayor o igual a 4 kilogramos al nacer, entre otros.
En
el recién nacido puede generar complicaciones como macrosomía (bebé de gran
tamaño - puede originar asfixia perinatal y traumatismos en el parto como
parálisis braquial o fracturas de clavícula), inmadurez, hipoglucemia,
hipocalcemia, poliglobulia, etc.
En
la actualidad hay más de 199 millones de mujeres viviendo con diabetes y se
calcula que este total aumentará a 313 millones para el año 2040. Hoy es la
novena causa de muerte entre el sexo femenino a nivel mundial, causando 2.1
millones de fallecimientos cada año.
“Dos
de cada cinco mujeres con diabetes se encuentran en edad reproductiva y padecer
esta enfermedad les genera dificultades para concebir o malos resultados durante
el embarazo/parto. Sin planificación pre-concepción, la diabetes incrementa el
riesgo de morbimortalidad materno-infantil. A su vez, aproximadamente el 20 %
de mujeres con diabetes gestacional persisten tras el parto con diabetes tipo
2”, explica el Dr. Carlos Reguera, médico cardiólogo y Jefe del área de
Medicina Preventiva y Cardiología de INEBA.
Las
mujeres con diabetes tipo 1 tienen un mayor riesgo de aborto espontaneo o un
bebé con ciertas malformaciones, mientras que las que padecen el tipo 2, son
casi 10 veces más propensas a desarrollar enfermedades coronarias.
“El
denominador común de esta patología es la posibilidad de prevenirla. Hasta el
70% de los casos de diabetes tipo 2 pueden prevenirse si se adopta un estilo de
vida saludable y en este sentido el rol de la mujer como madre de familia es
clave para poder transmitirlo, ellas tienen gran influencia en el estado de
salud de sus hijos”, agrega el especialista.
La
diabetes es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular en el mundo.
En nuestro país, se estima que 1 de cada 10 personas mayores de 18 años padece
diabetes y al menos el 60% de ellos no alcanzan los objetivos de control
glucémico recomendados. Si bien esta enfermedad no posee cura, ofrece la
posibilidad de un tratamiento que ayuda al paciente a prevenir posibles
complicaciones, que incluye:
Controlar periódicamente los niveles de azúcar: muchas
personas padecen de síndrome metabólico (“pre-diabetes”) o diabetes y no tienen
noción de ello (dado que en muchos casos es una enfermedad silente). Un examen
de los niveles de azúcar en la sangre sirve para saberlo.
Prestar atención al estilo de vida y evitar el sedentarismo: al menos
30 minutos de ejercicio ya sea aeróbico o simples actividades como bailar,
caminar a paso ligero, puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 en un
30%.
Cuidar la alimentación: es necesario tener una
alimentación saludable. Tratar de consumir menos grasas saturadas (no más del
10%), comer más vegetales, fibras, frutas frescas, granos enteros, omega 3.
Reducir el tamaño de la porción y dividir las comidas a lo largo del día
disminuye el riesgo de obesidad y diabetes (no realizar ayunos prolongados, ni
saltear comidas principales).
No fumar: los fumadores duplican sus
posibilidades de desarrollar diabetes.
Reducir la ingesta de alcohol: beber
grandes cantidades no aporta nutrientes (calorías vacías), por lo general los
bebedores son propensos a subir de peso. Con la obesidad, el riesgo de diabetes
se incrementa.
Dormir bien: una buena noche de sueño de al
menos 7 u 8 horas al día debería ser un deber. Dormir bien mantiene altos los
niveles de energía durante el día, y más importante aún, reduce los antojos de
comida chatarra.
Manejar mejor el estrés: estudios
muestran que las hormonas del estrés alteran directamente los niveles de
glucosa en la sangre e incrementan el riesgo de diabetes. Para reducirlo se
puede practicar meditación, yoga, escuchar música o realizar cualquier
actividad que a uno le haga bien.
Chequearse regularmente: mientras envejecemos,
somos más propensos, a padecer hipertensión arterial, diabetes, enfermedades
del corazón u otros problemas de salud. Por lo tanto, lo mejor es realizar un
chequeo preventivo anual, particularmente después de los 45 años.
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