En sintonía con lo que pasa en varios países del
mundo, desde esta semana, los
argentinos nos encontramos en una situación de aislamiento, debido al
incremento de casos de coronavirus en
el país y en el planeta.
Fronteras cerradas, trabajos a distancia,
cancelación de concurrencia a escuelas, museos, teatros, actividades
deportivas, recitales, eventos sociales, plazas y hasta la cancelación de
medios de transporte de larga distancia durante el fin de semana largo próximo,
son algunos de los ejemplos del impacto
del aislamiento necesario que debemos tomar para terminar con los
contagios del nuevo virus surgido en China en diciembre de 2019 que causa la
enfermedad COVID-19.
Y más aquellos que en
forma obligatoria deben respetar una cuarentena por haber
viajado al exterior o haber estado expuesto a una persona sospechosa o
confirmada de estar infectada. Todas las medidas que pueden parecer dramáticas, intentan frenar la propagación del
coronavirus. Así, las rutinas diarias se ven interrumpidas y el aumento
del aislamiento social es una desafortunada realidad para millones de personas
en todo el mundo que puede llevar desde la ansiedad hasta la paranoia.
“Creo que vivimos en un estado de ansiedad
permanente. Por lo que vivimos en casa pero por lo que leemos y escuchamos. Ansiedad por lo que pasa adentro y afuera.
Por cómo estamos nosotros y cómo están nuestros viejos. Por no poder hacer las
compras del supermercado. Pero también empezamos a pensar qué va a pasar cuando termine la cuarentena”,
contó Mariano a Infobae, que junto a su familia regresó de unas vacaciones por
Italia y permanece aislado en su casa.
Y agregó: “A nosotros nos queda una semana y la
sensación es que cuando salgamos no va a haber nada. Es decir, creo que la
ansiedad se podría manejar si supiéramos con qué nos vamos a encontrar cuando
salgamos, pero no lo sabemos para nada”.
Esta realidad descrita por un argentino que volvió
de Europa, es la misma que nos impactó esta semana al saber que transitamos el comienzo de otra fase en la
batalla global contra el coronavirus: las infecciones reportadas en el resto
del mundo superan a las de China.
Ricardo Antonowicz, psicoanalista y coordinador de actividades asistenciales del hospital
Borda, reflexionó sobre los aspectos psicológicos vinculados al coronavirus y
recomendó “atender la cuestión anímica de la población, sobre todo de aquellos
que por su trabajo o estilo de vida se sientan en riesgo”.
“En el
consultorio atendemos pacientes
aterrados por el COVID-19 que nos acercan historias de vida particulares
con relación a antecedentes de miedo a la muerte, miedo a la pérdida de seres
queridos, por ejemplo”, precisó el psicólogo.
Y aclaró que “no hay una receta idéntica para todos
los casos” y sugirió que si el
coronavirus despierta angustia o pánico “no se debe descartar la consulta con
un psicoanalista que pueda hacer un abordaje desde la propia
historia personal”.
Resaltó que Freud,
padre del psicoanálisis, hablaba de 3 fuentes de sufrimiento a las que
el individuo debe enfrentarse a lo largo de su vida: catástrofes naturales,
relaciones interpersonales y miedo a enfermarse. “En el caso del coronavirus se
dan las tres cosas, los tres miedos”, concluyó.
Según un amplio estudio publicado esta semana por la
prestigiosa revista médica de The Lancet,
la mayoría de los casos revisados de personas que transitan una cuarentena, registraron
efectos psicológicos negativos, incluidos síntomas de estrés postraumático, confusión y enojo.
“Hicimos una revisión del impacto psicológico de la
cuarentena utilizando tres bases de datos electrónicas. De 3166 documentos encontrados, 24 están incluidos en esta revisión.
Los factores estresantes incluyeron una
mayor duración de la cuarentena, temores de infección, frustración,
aburrimiento, suministros inadecuados, información inadecuada, pérdidas
financieras y estigma”, explican los investigadores.
Y amplían: “Algunos investigadores han sugerido
efectos duraderos. En situaciones donde la cuarentena se considera necesaria,
los funcionarios deben aplicarla a las personas por un tiempo no mayor al
requerido, proporcionar una justificación clara para la misma e información
sobre los protocolos, y garantizar que se proporcionen suministros suficientes.
Apelar al altruismo recordando al
público sobre los beneficios de la cuarentena para la sociedad en general puede
ser favorable”.
Según recuerda The Lancet, la cuarentena es la separación y restricción del
movimiento de personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad
contagiosa para determinar si se sienten mal, lo que reduce el riesgo de que
infecten a otros. Esta definición difiere del aislamiento, que es la separación
de las personas que han sido diagnosticadas con una enfermedad contagiosa de
las personas que no están enfermas; sin embargo, los dos términos a menudo se
usan indistintamente, especialmente en la comunicación con el público. La palabra cuarentena se usó por primera vez
en Venecia, Italia en 1127 con respecto a la lepra y se usó ampliamente en
respuesta a la Peste Negra, aunque no fue sino hasta 300 años después que el
Reino Unido comenzó a imponer la cuarentena en respuesta a la peste. Más
recientemente, la cuarentena se ha utilizado en el brote de la enfermedad por
coronavirus 2019 (COVID-19). Este brote
ha visto a ciudades enteras en China y Europa, efectivamente puestas en
cuarentena masiva, mientras que a miles de extranjeros que regresan a
sus hogares desde China se les ha pedido que se autoaíslen en sus hogares o en
instalaciones estatales.
Hay precedentes para tales medidas. Las cuarentenas
en toda la ciudad también se impusieron en áreas de China y Canadá durante el
brote de 2003 del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), mientras que
aldeas enteras en muchos países de África occidental se pusieron en cuarentena
durante el brote de Ébola de 2014.
¿Qué sensaciones padecemos durante una cuarentena?
La cuarentena suele ser una experiencia
desagradable para quienes la padecen. La separación de los seres queridos, la
pérdida de libertad, la incertidumbre sobre el estado de la enfermedad y el
aburrimiento pueden, en ocasiones, crear efectos dramáticos.
El estado de confinamiento también es complicado
para quienes están bajo cuarentena por
haber dado positivo en coronavirus, o tener síntomas, lo que les
obliga a aislarse de sus familiares incluso en su propia casa. Además de la
soledad del aislamiento, se une la preocupación por el propio estado de salud y
en ese caso se recomienda mantener el contacto por vía telefónica o telemática,
comunicar lo que les ocurre e intentar evitar pensamientos recurrentes.
Para quienes están en su casa, la recomendación
general es establecer una rutina con espacio para el ocio y el ejercicio;
informarse por canales oficiales y no sobreexponerse a las noticias sobre el
coronavirus. También se recomienda mantener el contacto con familia y amigos,
por teléfono o por internet, procurando que el tema de coronavirus no sea
exclusivo y se toquen otras temáticas.
El Consejo Consultivo de la Licenciatura en
Psicología de Fundación UADE explicó que tenemos la gran ventaja
respecto de otras epidemias del pasado, de contar con una interconectividad a
través de Internet y telefonía celular que nos protege en caso de aislamiento.
Es importante permanecer conectados a través de redes sociales. Los vínculos,
aunque sean virtuales son el gran amortiguador del estrés.
“Los cambios sociales que llevan a suspender
eventos, a cancelar viajes o a tomar distancia física en el contacto con los
otros son medidas de prevención pasajeras. El miedo paraliza, el caos confunde,
la incertidumbre provoca ansiedad y angustia, la información calma, la
solidaridad tranquiliza”, completaron.
La salud puede ser un escenario que provoca
ansiedad, dice Catherine Belling,
profesora asociada de educación médica en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern en
el estado de Illinois, quien escribió un libro de 2012 sobre hipocondría (ahora
médicamente conocido como trastorno de ansiedad por enfermedad). “Nuestros
cuerpos son increíblemente íntimos pero dependemos de los médicos para que nos
digan qué sucede dentro de nosotros”, sostiene.
La preocupación por COVID-19 no se ajusta
exactamente a la factura del trastorno de ansiedad por enfermedad, asegura
Belling. Las personas con tendencias
tradicionalmente hipocondríacas generalmente tienen ansiedad generalizada por
enfermedades y síntomas, en lugar de por una enfermedad en
particular. La condición también se caracteriza por una preocupación excesiva o
irracional, y Belling dice que se justifica cierta preocupación por el
coronavirus. “Es completamente racional estar ansioso, porque no estamos
seguros de cómo se desarrollará”, explica.
“El miedo es el virus más grave que puede afectar a
los seres humanos. Hace que entremos en pánico y tomemos actitudes irracionales
como discriminar a los demás, desarrollar una ansiedad grave y en algunos casos
causar depresión y perder la habilidad para reinventar y responder
inteligentemente en situaciones estresantes. Debemos tomar todas las medidas recomendadas para la prevención y
además, trabajar en nuestras herramientas de gestión de emociones para prevenir
que nuestra salud psíquica sea infectada por nuestros miedos, desesperaciones y
ansiedades”, explicó en diálogo con Infobae en una entrevista
el reconocido psiquiatra, investigador y escritor Augusto Cury, autor de
Ansiedad, cómo enfrentar el mal del siglo.
Situaciones de alerta sanitaria
Pero, ¿qué sucede a nivel cerebral en situaciones
de alerta sanitaria como la que ocurre con el coronavirus? El licenciado en
Psicología Fernando Torrente explicó a Infobae que “en situaciones
como las que presenta la epidemia del coronavirus, se activan los sistemas del
cerebro que tienen que ver con el manejo y respuesta frente al peligro y la
situación de incertidumbre”.
“Por un lado, las respuestas del peligro se
relacionan con los sistemas de la ansiedad. La ansiedad es una emoción que nos
prepara para manejar de forma anticipada los peligros. Está muy ligada al
miedo, pero reacciona antes de que el peligro esté presente de manera inminente
-señaló el director del Instituto de
Neurociencias y Políticas Públicas de Fundación Ineco-. Por otro lado,
frente a la incertidumbre, nuestra mente busca determinados procedimientos o
mecanismos para situarse frente a esa falta de información correcta sobre lo
que puede pasar”.
La licenciada en Psicología Lorena Ruda, afirmó a Infobae que el tema del coronavirus se debe
afrontar como cualquier psicosis alrededor de una enfermedad, hoy calificada como
pandemia, “bajando la ansiedad y
evitando hablar de ello en detalle con los más chicos”.
“Los niños no tendrían que tener acceso a esa
información. Yo siempre digo que los
chicos no deberían escuchar los noticieros, porque las fantasías que
luego crean sobre un tema convierten esa noticia, que puede ser un homicidio,
un robo o un accidente de tránsito, por ejemplo, en un problema y angustia
mayor. No hay que ser amarillista con
los niños. No queremos chicos paranoicos que no quieran salir a la
calle”, enfatizó la experta, especializada en crianza. VI
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