Aunque de origen humilde, recibió una buena educación y a través de la influencia del obispo Volkold de Meissen entró al servicio de Otón I, y después del 971 figura como canciller de Germania. Otón II, en el 975 lo nombró arzobispo de Maguncia y archicanciller del Imperio, cargos en los que, con su capacidad, realizó valiosos servicios al Estado. Hauch le llama un obispo ideal del siglo X. Bien educado él mismo, exigió a su clero una sólida formación. Era conocido como un buen y fluido orador. En marzo del 975 recibió el palio de manos de Benedicto VII, y fue nombrado primado de Alemania. Como tal, en Navidad del 983 coronó a Otón III en Aquisgrán, y en junio del 1002, realizó la coronación de Enrique II en Maguncia; presidió el Sínodo de Frankfort del 1007, en el que treinta y cinco obispos firmaron la bula de Juan XVIII para la erección de la Diócesis de Bamberg. Permaneció en relaciones de amistad con Roma. En el 996 formó parte de la comitiva de Otón III en su viaje a Italia, para asistir a la consagración de Gregorio V, y participó en el sínodo convocado unos días más tarde. En este sínodo Willigis insta encarecidamente a la devolución de los restos de san Adalberto (recientemente muerto y canonizado) a Praga, diócesis que era sufragánea de Maguncia. Willigis probablemente había consagrado al primer obispo, Thietmar, en enero del 976, y a san Adalberto.
En el 997 Gregorio V envió los decretos de un Sínodo de Pavía a Willigis, «su vicario», para su publicación. Estas relaciones amistosas fueron algo perturbadas por el conflicto de Willigis con el obispo de Hildesheim sobre la jurisdicción en el convento de Gundersheim. El convento estaba originalmente situado en Brunshausen, en la diócesis de Hildesheim, pero fue trasladado a Gundersheim, dentro de los límites de Mainz. Ambos obispos reclamaban la jurisdicción. Después de mucha correspondencia y varios sínodos, el papa Silvestre se declaró a favor de Hildesheim. Cuando el edicto estaba a punto de ser publicado en un Sínodo de Pohlde (22 de junio de 1001), Willigis, que estaba allí, se enfureció al punto de querer arremeter contra el delegado de Roma, quien emitió una sentencia de suspensión sobre el arzobispo. No realizó una oposición formal a Roma, pero si Willigis cometió algún fallo en este asunto, lo rectificó por una declaración en Gundersheim el 5 de enero de 1007, cuando renunció a todas las reclamaciones ante el obispo de Hildesheim. En su diócesis trabajó por la construcción de puentes, carreteras y promoción del arte. En Maguncia construyó una catedral y la consagró en honor de San Martín el 29 de agosto de 1009, pero el mismo día fue destruida por el fuego; colaboró en la restauración de la antigua iglesia de San Víctor y construyó la de San Esteban. También construyó una iglesia en Brunnen, en Nassau. Mostró gran solicitud para los religiosos y ayudó sustancialmente a los monasterios de Bleidenstadt, San Disibod y Jechaburg en Turingia. Después de su muerte, ocurrida el 23 de febrero de 1011, fue enterrado en la iglesia de San Esteban.
Thurston señala que gran parte del éxito del Sacro-Imperio en mantener la cristiandad unida, a pesar de la anarquía que reinaba en otras partes de Europa, se debe a la certera labor religiosa y diplomática de san Willigis.
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