Las
fases iniciales se parecen mucho a las de otras enfermedades y el retraso en el
diagnóstico impide que los pacientes se traten adecuadamente. ¿Cómo reconocer y
tratar esta afección?
El linfoma cutáneo de células T (CTCL) es un tipo de cáncer poco frecuente
que comienza en los glóbulos blancos llamados linfocitos T. Estas células
normalmente ayudan al sistema inmunitario del cuerpo a luchar contra los
gérmenes. En este tipo de linfoma, los linfocitos T desarrollan alteraciones
que los hacen atacar la piel, pero pueden afectar de forma secundaria a la
sangre, los ganglios linfáticos y las vísceras. Los CTCL son una forma rara,
grave y potencialmente mortal de linfomas no Hodgkin.
Constituyen el
2% de todos los linfomas y es el segundo grupo más frecuente de linfomas no
Hodgkin extraganglionares. La CTLC suele afectar mayoritariamente a personas de
sexo masculino y edad entre 50 y 60 años. La incidencia es de 4 casos por
millón de habitantes por año.
Hay dos tipos de
linfomas cutáneos: los de tipo T (CTCL) y los de tipo B. Los primeros
representan un 75% del total de casos, dentro de los cuales el 50% pertenece al
subtipo Micosis Fungoide (MF) y el 25% restante al subtipo Síndrome de Sézary
(SS). Los del subtipo MF se localizan y mantienen en la piel, son de curso
indolente y las lesiones son persistentes. Los del subtipo SS representan un
compromiso de tipo leucémico, con menor potencial de remisión y menor
expectativa de vida.
El CTLC suele
presentar signos como: manchas redondas en la piel que pueden estar elevadas o
ser escamosas, manchas más claras que la piel que la rodea, protuberancias que
se forman en el tejido cutáneo, agrandamiento de los ganglios linfáticos,
pérdida del cabello, engrosamiento de la piel de la palma de las manos y de la
planta de los pies y picazón intenso.
Las pruebas y
los procedimientos que se utilizan para el diagnóstico de CTCL comprenden los
siguientes:
· Exploración física para detectar manchas, regiones escamosas o sólidas y crecimientos en relieve, así como también el aumento de tamaño de los ganglios linfáticos u otros órganos.
· Análisis de sangre para comprender mejor la afección.
· Biopsias de piel.
· Pruebas de diagnóstico por imágenes para observar si las células cancerosas se propagaron a otras partes del cuerpo.
No existe un
único tratamiento; la elección de una u otra terapia depende de los síntomas
particulares que presente la enfermedad en cada caso y la extensión o la etapa
del linfoma. La mayoría de las personas reciben una combinación de
tratamientos. Entre ellos se encuentran: cremas y ungüentos para la piel,
fototerapia, radioterapia, medicamentos, exposición de las células sanguíneas a
la luz y trasplante de médula ósea. SB
No hay comentarios.:
Publicar un comentario