Según
el evangelista Juan, Jesús está conversando con la gente a orillas del lago de
Galilea. Jesús les dice que no trabajen por cualquier cosa, que no piensen solo
en un «alimento perecedero». Lo importante es trabajar teniendo como horizonte
«la vida eterna».
Sin
duda es así. Jesús tiene razón. Pero ¿cuál es el trabajo que quiere Dios? Esta
es la pregunta de la gente: ¿cómo podemos ocuparnos en los trabajos que Dios
quiere? La respuesta de Jesús no deja de ser desconcertante. El único trabajo
que Dios quiere es este: «Que creáis en el que Dios os ha enviado». ¿Qué
significa esto?
«Creer
en Jesús» no es una experiencia teórica, un ejercicio mental. No consiste
simplemente en una adhesión religiosa. Es un «trabajo» en el que sus seguidores
han de ocuparse a lo largo de su vida. Creer en Jesús es algo que hay que
cuidar y trabajar día a día.
«Creer
en Jesús» es configurar la vida desde él, convencidos de que su vida fue
verdadera: una vida que conduce a la vida eterna. Su manera de vivir a Dios
como Padre, su forma de reaccionar siempre con misericordia, su empeño en
despertar esperanza es lo mejor que puede hacer el ser humano.
«Creer
en Jesús» es vivir y trabajar por algo último y decisivo: esforzarse por un
mundo más humano y justo; hacer más real y más creíble la paternidad de Dios;
no olvidar a quienes corren el riesgo de quedar olvidados por todos, incluso
por las religiones. Y hacer todo esto sabiendo que nuestro pequeño compromiso,
siempre pobre y limitado, es el trabajo más humano que podemos hacer.
Por
eso, desentendernos de la vida de los demás, vivirlo todo con indiferencia,
encerrarnos solo en nuestros intereses, ignorar el sufrimiento de la gente que
encontramos en nuestro camino… son actitudes que indican que no estamos «trabajando»
nuestra fe en Jesús. JAP
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