El año 376, muerto el obispo de Lodi, Basiano -de cincuenta y cinco años de edad- fue elegido para sucederle. Recibió la consagración episcopal el primero de enero de 377. Dos hechos prodigiosos señalan su primera entrada en Lodi: la curación de varios leprosos y la promesa hecha por una voz celestial de que, en adelante, ninguno de los pobladores de esa ciudad padecería de la lepra. En la Edad Media se mantenía la creencia de que los obispos de Lodi tendrían una pierna llagada por la lepra, para preservar así a su rebaño. Este detalle lo han desconocido Tillemont y los bolandistas.
Basiano fue amigo personal de san Ambrosio de Milán. Con él combatió a los arrianos y asistieron juntos a la mayor parte de los concilios de la Galia Cisalpina. Basiano fue quien acompañó a Ambrosio en su lecho de muerte y quien cumplió con él los últimos deberes. Murió Basiano un 19 de enero de entre el 409 y el 413. Sus reliquias permanecieron en Lodi hasta el 1158, año en que los milaneses destruyeron la ciudad y se las llevaron a Milán, pero con la reconstrucción por obra de Barbarroja, en 1163, fueron nuevamente llevadas a su sede, el 4 de noviembre de 1163.
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