domingo, 22 de mayo de 2022

Día litúrgico: Lunes VI (C) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».
 
«Yo os enviaré (…) el Espíritu de la verdad»
 
Comentario: Pbro. D. Luis A. GALA Rodríguez (Campeche, México)
 
Hoy, el texto evangélico contiene el aviso de Jesús de las dificultades que encontrará todo aquel que sea su discípulo: «Incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios» (Jn 16,2). Humanamente es normal que el miedo pueda abrazarnos, pero también es cierto que nos conforta el saber que no estamos solos, sino que contamos con el Paráclito, el Espíritu de la Verdad, que es quien dará testimonio (cf. Jn 15,26).
Hay que tener presente que el Espíritu vive en cada bautizado, puesto que somos por adopción ‘hijos de Dios’ y ‘Templo vivo del Espíritu’: ¡cuánta verdad!, y muchas veces lo olvidamos o ya no lo creemos, porque no hemos conocido ni al Padre ni al Hijo (cf. Jn 16,3). Vivimos una crisis de valores y de fe, pensamos que el cambio está fuera y que tendría que ser sólo obra de Dios, algo mágico. Pero el Evangelio nos recuerda que el cambio opera en nosotros y por nosotros en la acción del Espíritu Santo. El ‘Paráclito’ no viene a solucionar nuestros problemas, sino que nos enseña a analizarlos y a saber descubrir qué es lo que verdaderamente tenemos que trabajar en nosotros para poder sostener y avivar el testimonio de una vida en Cristo.
Benedicto XVI, en la Misa de apertura del Año de la Fe, nos recordó que, «hoy —más que nunca— evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios», donde el Evangelio y la fe firme en la Iglesia constituyen lo esencial.
Hay que dejarse tocar por Espíritu de Dios para que ante tanto dolor, sufrimiento e impotencia de un mundo tan materialista —y aún cuando parezca que Dios no está presente o es inalcanzable— no tengamos miedo, sino que aprendamos a pedir la ayuda del Paráclito: «¡Ven Espíritu Santo y transforma a tu Iglesia según tu voluntad!».

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