La esclerosis múltiple es una afección autoinmune y crónica que afecta
al sistema nervioso central y en la que los procesos inflamatorios dañan la
vaina de mielina que es la cubierta que protege a las neuronas. Como
consecuencia, se genera un trastorno en la conducción eléctrica neuronal y
posteriormente daños severos en el tejido nervioso causando una amplia variedad
de síntomas que incluyen la pérdida de funciones físicas y cognitivas.
Se diagnostica con mayor frecuencia entre los 20 y 40 años de edad y es
más común en mujeres que en hombres, en una proporción de 3 a 1. La edad y la
severidad del cuadro de forma tan precoz, hace que esta enfermedad constituya
la primera causa de discapacidad física de origen no traumática en los adultos
jóvenes.
A nivel mundial, se estima que la enfermedad afecta aproximadamente a
2,8 millones de personas y su prevalencia ha aumentado sustancialmente en las
últimas tres décadas. «En nuestro país, según los últimos estudios
epidemiológicos, la prevalencia de la enfermedad para la Ciudad de Buenos Aires
es de 38 casos cada 100.000 habitantes. Si extrapolamos estos valores al total
del país deberíamos estimar unas 17.000-18.000 personas. Hace 20 años
hablábamos de una prevalencia de 18 enfermos cada 100.000 habitantes, lo que
refleja un importante incremento de casos y que impacta fundamentalmente en la
población femenina», amplía el Dr. Jorge Correale, Jefe del departamento de
Neuroinmunología y Enfermedades Desmielinizantes de FLENI, Miembro del Comité
Internacional de ensayos Clínicos en Esclerosis Múltiple y Vicepresidente del
Comité Médico y Científico de la Federación Internacional de Sociedades de
Esclerosis Múltiple (MSIF).
Existen diferentes tipos de esclerosis múltiple «Un 85% de los pacientes
inician su enfermedad como una forma remitente-recurrente, esto significa que
presentan un déficit neurológico que se resuelve total o parcialmente,
permanecen por un período de tiempo asintomáticos y luego presentan un nuevo
déficit neurológico. El tiempo, la magnitud y afectación entre cada episodio es
imposible de predecir. Algunos pacientes luego de un período de tiempo
progresan en su discapacidad de manera continua, ingresando en lo que se conoce
como forma secundaria progresiva», explica el Dr. Correale y agrega que «Entre
un 10-15% de los pacientes progresan en su discapacidad desde el inicio, este
tipo de esclerosis múltiple se la conoce como la forma primaria progresiva».
Para las personas que padecen la forma recurrente de la esclerosis
múltiple ya se encuentra disponible en el país ofatumumab un tratamiento de
alta eficacia y con un perfil de seguridad muy favorable que, a diferencia de
otros, evita la aplicación intravenosa y por la tanto la hospitalización. Le
brinda al paciente, flexibilidad, comodidad y la opción de la
autoadministración en el hogar. «Dada su aplicación subcutánea permite que el
paciente directamente pueda auto-inyectarse en su domicilio una vez por mes sin
necesidad de concurrir a un centro hospitalario», comenta el especialista. Y
agrega: «Dada su composición biológica presenta muy bajas chances de reacciones
alérgicas al ser administrada».
Terapias
de alta eficacia
Ofatumumab ha sido aprobado para el tratamiento de
las formas recurrentes de esclerosis múltiple. Es un anticuerpo monoclonal que
actúa de modo específico sobre una proteína llamada CD20 que se encuentra en la
superficie de las células B del sistema inmunitario, que son las que
contribuyen a la inflamación que daña el sistema nervioso. Uno de los objetivos
del manejo de la enfermedad es preservar la función neurológica para frenar el
avance de la discapacidad.
«En los últimos años, los fármacos anti-CD20, han cobrado importancia
como terapias de alta eficacia, permitiendo una nueva alternativa de
tratamiento en pacientes con enfermedades severas o en los cuales existen
evidencias de que su discapacidad muy probablemente progresará de manera
significativa en los años subsiguientes -destaca el Dr. Correale-. Este último
punto es importante a tener en consideración dado que alienta el uso temprano
de estos fármacos antes de ingresar en la fase secundaria progresiva, etapa en
la cual las posibilidades de tratamiento son modestas».
Si bien se trata de una afección descripta formalmente en 1868 por el
neurólogo francés Jean Martin Charcot, su primer tratamiento específico fue
aprobado 125 años después, en 1993. Desde entonces, destaca el especialista,
«se han desarrollado 16 drogas diferentes que permiten disminuir las
posibilidades de recaídas, la discapacidad e ingresar en una fase secundaria
progresiva».
Los estudios clínicos con ofatumumab han demostrado que su
administración subcutánea y mensual reduce la tasa anualizada de recaídas, la
aparición de nuevas lesiones observadas en resonancia magnética o el
empeoramiento de las mismas, así como detiene el empeoramiento de la
discapacidad, logrando que el 88% de los pacientes esté libre de evidencia de
actividad de la enfermedad (NEDA3) en el segundo año de tratamiento.
«Esta nueva terapia se suma a las desarrolladas en los últimos años y
refuerza nuestro compromiso, conocimiento y comprensión de la enfermedad y de
las personas que viven con ella. Buscamos generar soluciones que combinen una
alta eficacia con un perfil de seguridad favorable y que además contribuyan a
mejorar la calidad de vida de los pacientes simplificando la administración de
los medicamentos, dando libertad en el manejo de su enfermedad», destaca. BP
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