lunes, 2 de mayo de 2022

Muchas ganas de dulce o cambios bruscos de humor, posibles signos de candidiasis…

Además de la candidiasis vaginal o bucal existe otra candidiasis relacionada con la alimentación. Se trata de la candidiasis intestinal, más difícil de diagnosticar, pero que está muy presente en la población. 
Si sientes unas ganas irreprimibles de comer dulce, estás más irritable y presentas cambios bruscos de humor y sientes cansancio o dolor en las articulaciones puede ser que sufras una candidiasis intestinal, más difícil de diagnosticar que la vaginal o la bucal, y en cuya eliminación la alimentación, junto con el tratamiento con antifúngicos, es un pilar clave, eliminando para ello azúcar y lácteos. 
Ángela Quintas, licenciada en Ciencias Químicas y especialista en Dietética y Nutrición Humana, dedica en su último libro ¿Por qué me duele la tripa? (Planeta, 2022) un capítulo a la candidiasis, un problema de salud frecuente, más en las mujeres y que es un tipo de infección causado por la presencia masiva y descontrolada de un hongo, en concreto la Cándida Albicans, aunque existen unas 150 especies de cándidas diferentes. 
“Todas las mujeres tenemos un reservorio de cándida en la vagina, que en ocasiones crece y coloniza zonas donde no debería estar presente”, explica Ángela Quintas. Y es que la cándida es un hongo que habita de forma natural en el intestino, la piel y los órganos genitales femeninos. La cuestión es que en algunos momentos prolifera de forma desmesurada.
Cuando la cándida coloniza zonas como la vagina o la boca la candidiasis es más fácil de diagnosticar porque sus manifestaciones son más visibles y evidentes, como picor, manchas o secreciones. Sin embargo, en el caso de la candidiasis intestinal la detección no es tan sencilla. 
Este hongo tiene funciones importantes para la salud y, en general, vive en simbiosis perfecta con el organismo. El problema surge cuando crece sin control. Algunas situaciones que pueden actuar como desencadenantes de la candidiasis son la ingesta elevada de azúcares y el consumo de ciertos fármacos, como antibióticos. 
“En ocasiones me encuentro en consulta con pacientes que tienen candidiasis porque han tomado antibióticos para eliminar el Helicobacter pylori, situación que podrían haber evitado tomando un probiótico durante el tratamiento”, indica esta especialista. 
Síntomas 
En el momento en el que la cándida se descontrola necesita azúcares y carbohidratos como alimento, provocando en quien la sufre una necesidad imperiosa de ingerir alimentos ricos en estos nutrientes. “Es como si el monstruo de las galletas se hubiera apoderado de ellos”, explica gráficamente Quintas “y en consulta nos relatan que se sienten incapaces de renunciar al postre”. 
Y es que el patógeno pasa a la sangre e infecta otros tejidos del organismo. “En primer lugar, la presencia cándida albicans altera el sistema hormonal, por ejemplo, la dopamina, lo cual puede causar depresión, insomnio o mal humor. La cándida albicans se alimenta de azúcares libres, por ello, las ganas irremediables de comer alimentos dulces, al alimentarse el hongo con este nutriente, se produce rápidamente, se hace más persistente y se liberan toxinas en todo el organismo como el acetaldehído. El acetaldehído se transforma en etanol y es convertido por el hígado en alcohol. Este mecanismo baja los niveles de magnesio y potasio, por tanto, aparecen los dolores en las articulaciones y musculares”, explica Ramón de Cangas, doctor en Biología Molecular y Funcional por la Universidad de Oviedo y dietista-nutricionista por la Universidad de Navarra. 
Así, algunas de las señales de este tipo de infección son: 
·        Ganas de comer dulce en forma de azúcares o hidratos de carbono a toda hora 
·        Intolerancia a olores muy fuertes o al humo del tabaco 
·        Fatiga y somnolencia 
·        Irritabilidad y cambios bruscos de humor 
·        Dolor en las articulaciones 
·        Debilidad muscular 
·        Cansancio 
·        Ansiedad 
·        Depresión 
·        Extremidades siempre frías 
·        Dificultad para la concentración 
·        Mala memoria 
·        Insomnio 
·        Mareos y pérdidas de equilibrio 
·        Dolores de cabeza 
·        Estreñimiento, diarrea o alternancia de ambos 
·        Dolor abdominal 
·        Distensión abdominal 
·        Congestión nasal 
·        Picor en los órganos genitales femeninos 
Quintas señala que es importante tener presente que no todos los síntomas mencionados tienen que darse a la vez, sino que la concurrencia de varios de ellos puede hacer sospechar la presencia de una candidiasis. “Muchas veces me he encontrado con pacientes que se sienten débiles y sin energía y que tienen las emociones a flor de piel, cansados de haber consultado y haberse hecho análisis cuyos resultados no manifiestan ningún problema”. 
La candidiasis intestinal es un problema relativamente frecuente. “La epidemiología de la candidiasis ha ido en aumento en los últimos años debido a la toma de antifúngicos y antibióticos de amplio espectro que desequilibran la microbiota intestinal, además de la inmunosupresión por enfermedades o debilitación del sistema inmune que presentan los pacientes y comorbilidades como la diabetes mellitus”, señala De Cangas. 
Existen otros factores predisponentes que hacen de la Cándida albicans prolifere, indica este experto, como los relacionados a la atención en salud como uso de catéteres, nutrición parenteral total, intervenciones quirúrgicas y uso de drogas antimicrobianas, además de los asociados a estado del paciente como edad o deterioro clínico. 
Cómo tratarla 
Para abordar la candidiasis intestinal de forma efectiva, según los especialistas consultados, es necesario: 
Establecer una dieta baja en azúcares, hidratos de carbono simples y levaduras 
Utilizar sustancias antimicóticas, como el ácido caprílico y el aceite de orégano 
Reparar la microbiota con cepas probióticas y con reparadores de la membrana 
Matar de hambre a la cándida 
“La alimentación es imprescindible para erradicar la superpoblación de cándida en un organismo”. Y es que es necesario matar de hambre a la cándida, “evitando ingerir lo que más le gusta que son los azúcares, por eso debemos eliminar estos nutrientes de la dieta durante un periodo de tiempo”, explica Quintas. 
Esta experta propone una pauta de alimentación que deberá ser seguida durante unos cinco o seis meses para erradicar completamente la candidiasis, si bien a las tres semanas ya se empieza a notar la mejoría en los síntomas. 
Es importante señalar que, antes de iniciar un tratamiento de este tipo, hay que consultar con el médico. Él será el encargado de realizar las recomendaciones pertinentes en cada caso. 
En función de esto, Quintas hace un listado de los alimentos que podrían ser evitados, siempre de forma temporal: 
·        Productos que contengan azúcares: azúcar, sacarina, miel, dextrosa, siropes, refrescos, tomate en conserva, cereales de desayuno, bollería y pastelería, helados… 
·        Fruta 
·        Lácteos 
·        Alcohol 
·        Bebida de avena, mijo 
·        Patatas, champiñones, setas, calabaza y boniatos 
·        Productos con levadura, como pan, pizzas, pastillas de caldo 
·        Cacahuetes y pistachos 
·        Productos fermentados, como vinagre, tempeh, salsa de soja, miso y té 
·        Harinas refinadas 
·        Cereales refinados, como el arroz blanco 
Calcio más allá de los lácteos 
Además de esto, según la experta, es importante seguir una pauta alimenticia bien diseñada durante este periodo para evitar que se produzcan carencias. Ángela Quintas explica que hay calcio más allá de los lácteos, por ejemplo, en: 
·        Verduras de hoja verde 
·        Semillas de sésamo 
·        Legumbres 
·        Bebidas vegetales 
·        Pescado azul 
De Cangas destaca también la alimentación como pilar fundamental en el tratamiento de la candidiasis intestinal, junto al tratamiento farmacológico con antifúngicos y suplementación específica. De lo que se trata es de mejorar el sistema inmunitario del hospedador y reducir los hidratos de carbono (azúcares simples y consumo moderado de polisacáridos amiláceos) “para dejar de alimentar al hongo, ya que estos nutrientes ayudan a su proliferación y mantenimiento. Y la ingesta de proteínas y grasas reducen la sintomatología gastrointestinal”. 
Aunque no existe un protocolo oficial para el abordaje nutricional de la candidiasis, De Cangas indica que se suele seguir una dieta de eliminación por fases, con una primera etapa de restricción, en la que se restringen los azúcares simples (tanto los añadidos como los intrínsecos del propio alimento), los alimentos fermentados y las levaduras, disminuyendo también el consumo de polisacáridos amiláceos como arroz y pan, y dando prioridad a hidratos de carbono no amiláceos, “siempre con moderación”, proteínas y grasas de calidad. El alcohol también debe ser eliminado. 
En una segunda fase se van reintroduciendo los alimentos que previamente se habían retirado, valorando la tolerancia individual. Y en una tercera etapa se produce a la adaptación de una dieta individualizada. 
El poder del ácido caprílico 
La dieta es necesaria, pero no suficiente para combatir la candidiasis, sino que es necesario utilizar también antifúngicos, la mayoría de los cuales presentan el ácido caprílico como componente mayoritario, una sustancia poderosa presente en el ácido de coco, la leche materna y algunas grasas animales. 
Quintas explica que a la hora de pautar un tratamiento suelen utilizarse alternativamente dos o tres compuestos antifúngicos para cortar las vías de resistencia de la cándida. 
La importancia de los probióticos 
Cuando el tratamiento llega a la fase de equilibrio es necesario introducir el tercer aliado contra la candidiasis, como son las cepas de lactobacilos que han demostrado eficacia frente a este tipo de infección, en concreto, la lactobacillus gasseri y la lactobacillus helveticus. “Estos preparados suelen tomarse con el estómago vacío, media hora antes de ingenir cualquier elemento”, explica Quintas. 
Además de los probióticos en esta fase esta experta recomienda utilizar reparados de membrana, como la L-glutamina el zinc.

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