“¿Es acaso la
Biblia un libro mágico? ¡No lo sé! Pero he podido constatar que en ella se
encuentran las respuestas a todos los interrogantes del hombre, desde los más
antiguos como el sentido de la vida y la muerte, hasta los que surgen cada día
con los problemas cotidianos y ultramodernos del hombre. En los libros
sagrados, Dios mismo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar
con ellos” Carlos De Haro.
La Sagrada Escritura, el mensaje
vivo de Dios
Dios quiso
dejarnos a los hombres un mensaje escrito y lo hizo en las Sagradas Escrituras.
Dios le habla al hombre en lenguaje de hombre. Esto es una prueba maravillosa
de su delicadeza y amor.
¡Cuántas veces
hemos oído a políticos, científicos o demagogos que hablan a su público con
términos tan extraños y palabras tan rimbombantes que nadie les entiende! Esa
gente, que habla con un lenguaje tan rebuscado, pretende apantallar, dejar
claro lo mucho que sabe, sin importar si el que les escucha le entiende.
Dios no es así.
Con su Palabra no desea sorprendernos, no desea dejar claro la poca cosa que
somos junto a Él. Dios usa palabras humanas, accesibles a todos los hombres, de
todas las edades y todas las culturas. Él quiere que le entendamos, que captemos
la totalidad de su mensaje y ‘rebaja’ su lenguaje divino, celestial,
infinitamente sabio, que podría ser más rebuscado que el de cualquier
científico, a simples palabras humanas, entendibles para la inteligencia del
hombre.
¿Por qué decimos que es una
Palabra viva?
A Jesucristo se
le llama “el Verbo”. Pues bien, Verbo significa Palabra. Jesucristo es la
Palabra de Dios que se hizo hombre para salvarnos.
Y este mismo
Verbo, esta misma Palabra de Dios, el mismo Jesucristo, es el que está en las
Sagradas Escrituras en forma de palabras humanas, accesibles para nosotros.
Esta es la razón por la cual veneramos las Sagradas Escrituras. En ellas está
presente Dios mismo.
Por esta misma
razón es una Palabra viva, porque Jesucristo está vivo y presente en ella, como
lo está en la Eucaristía, y es Él quien nos habla a través de ella.
Por eso, al
leer las Sagradas Escrituras tenemos la impresión de estar leyendo un libro
especial, distinto, sobrenatural. Lo que en él dice se aplica a todas las
épocas, a todas las culturas, a los problemas más diversos del hombre. No es
que sea mágico, sino que es Dios el que nos está hablando y Él, mejor que
nadie, conoce perfectamente lo que el hombre necesita saber, porque Él fue quien
nos pensó, nos diseñó y nos construyó.
¿Qué hizo Dios para escribir esos
libros?
Dios hubiera
podido utilizar cualquier cosa, pero quiso utilizar al hombre para dar su
mensaje. Así es Dios; siempre respetuoso con la libertad del hombre; siempre
queriendo que sea el hombre mismo el que libremente colabore con Él para lograr
su plan de salvación.
De esta manera,
Dios eligió a unos cuantos hombres llamados hangiógrafos (escritores de algo santo, sagrado), que le
sirvieron de pluma, prestándole libremente a Dios sus manos, sus ojos y su
inteligencia para escribir todo y sólo aquello que Dios les dictaba a través
del Espíritu Santo.
Dios mismo
escribió la Sagrada Escritura obrando en los hagiógrafos y por medio de ellos.
Por esta razón,
estamos seguros de que los libros de la Sagrada Escritura enseñan fielmente y
sin error la verdad que Dios hizo que los hagiógrafos escribieran para nuestra
salvación.
¿Cómo se debe leer la Sagrada
Escritura?
Debemos leer la
Sagrada Escritura, meditándola con profundidad y tomando en cuenta dos cosas:
1. La Sagrada Escritura está
escrita por Dios, utilizando
las manos de unos hombres que vivieron en una época determinada de la historia.
Por tanto, al leer la Sagrada Escritura, tenemos que prestar atención a lo
siguiente:
a) A lo que los
autores quisieron afirmar de acuerdo con el tiempo histórico en que la
escribieron, con su cultura, con los géneros literarios que se usaban, con la
forma de sentir, hablar y narrar de los hombres de su tiempo.
b) A lo que Dios
quiso manifestar con las palabras que escribieron los hagiógrafos. Para
lograrlo, debemos leer la Sagrada Escritura con el mismo espíritu con el que
fue escrita; es decir, con la idea de ofrecer un camino de salvación para los
hombres de todas las épocas y culturas. Nuestro entendimiento podrá captar el
mensaje de Dios oculto tras unas palabras humanas.
2. La Sagrada Escritura tiene dos
sentidos: el literal y el espiritual
El sentido literal lo podemos
captar simplemente por el significado de las palabras que contiene.
El sentido espiritual lo captamos
en las realidades y acontecimientos que se narran, y que también son signos que
manifiestan el Plan de Dios.
Estas
realidades y acontecimientos los entenderemos mejor si buscamos en ellos:
a) aquello que nos lleva
a Cristo: sentido alegórico,
b) aquello que nos
lleva a un cambio en nuestra forma de actuar en la vida terrena: sentido
moral
c) aquello que nos
lleva a la salvación: sentido anagógico. Cn
No hay comentarios.:
Publicar un comentario