La vida nos
exige estar capacitados para hacer frente a las distintas situaciones que se
nos presentan. En realidad, estamos constantemente aprendiendo y capacitándonos
para resolver, lo mejor posible, cada uno de los retos de la vida. Hay unas
pocas decisiones que son para toda la vida, pero hay muchas pequeñas decisiones
que afectan concretamente a la calidad de vida cotidiana.
En definitiva,
estamos constantemente decidiendo y para eso necesitamos entrenamiento. Podemos
hacer cosas difíciles, pero no improvisando, sino con entrenamiento.
Esos pequeños
hábitos que vamos adquiriendo, de forma más o menos consciente, nos entrenan
para las decisiones y actuaciones difíciles y nos permiten alcanzar grandes
retos.
Subir hasta una
cumbre de 3.000 m. de altura nos parece imposible, pero si es asequible subir
100 m. diarios. Eso mismo se puede aplicar a los distintos retos de la vida.
Ya tenemos
muchos micro hábitos adquiridos que nos facilitan la vida: dejar los objetos en
un lugar determinado para encontrarlos rápidamente, ponernos el cinturón nada
más arrancar el coche, dar las gracias por pequeños servicios recibidos, etc.
De la misma
forma, podemos proponernos adquirir nuevos hábitos para mejorar nuestra calidad
de vida.
El truco de los diez minutos
Hay metas que
nos parecen inalcanzables, pero que podemos conseguir con un pequeño
esfuerzo de diez minutos diarios. Cuando practicamos algo costoso, dedicando
solamente 10 minutos no lo aborrecemos.
Por ejemplo, es
más asequible hacer 10 min. diarios de gimnasia en tu casa que ir varias horas
a la semana a un gimnasio que te aburre, te cuesta dinero y te mete en
transporte y atascos.
Por ejemplo,
micro hábitos de diez minutos diarios que pueden cambiar muchas cosas: leer un
libro 10 min. diarios, hacer ejercicio físico diez minutos diarios, aprender un
idioma 10 min. diarios, ordenar los papeles o los archivos de la computadora
otros 10 min. En otro orden de cosas, hablar con Dios, en un lugar tranquilo,
10 min. diarios. Y, al revés, no dedicar a las redes sociales más de 10 min.
diarios. Antes de empezar a trabajar cada día, dedicar 10 min. a organizar el
día. Al terminar la semana laboral, el viernes o sábado, dedicar 10 min. a
prever los objetivos importantes de la semana próxima: tranquiliza mucho
terminar y comenzar la semana con las ideas claras. Etc, etc….
Nota:
no basta con decidir esos 10 min.: hay que especificar la hora concreta del día
en que lo vas a hacer.
¿Y
si nos proponemos adquirir otros nuevos micro hábitos?:
Entrar
sonriente a la casa al regresar del trabajo.
Dejar
tranquilo a quien acaba de llegar a casa desde el trabajo.
Cuando
entres en la Iglesia, lo primero saludar a Jesucristo en el Sagrario: Él es
el verdaderamente importante de ese lugar.
Entrar
sonriente al trabajo y saludar cordialmente al llegar, después de haber
soportado una hora de atascos.
Ceder
el paso a coches y peatones un par de veces al día.
Al
comenzar el día, ponte en manos de tu Padre Dios y ofrécele tus actividades de
ese día.
Escuchar
con interés a tu esposo, esposa, hijos, cuando te cuentan algo importante para
ellos, aunque para ti sea intrascendente.
Otro
gran truco, el examen diario. Muy sencillo, al final del día, antes de dormir,
hazte tres preguntas: ¿qué hice bien?, ¿qué hice mail?, ¿qué podría haber hecho
mejor? En pocos minutos tendrás tus respuestas y eso sí que mejorará
definitivamente tu vida.
Cada
uno de los lectores podría añadir aquí su lista personal de experiencias y
sería muy enriquecedor. Aquí solamente hay un botón de muestra.
Nota:
lo que llamamos micro hábitos, porque parece más vendedor, la ascética
cristiana lo llama virtudes.
Nota
final: el complemento de este escrito serían los micro hábitos negativos que
perjudican nuestra vida. JO
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