El amor de Dios
se transforma en misericordia ante las limitaciones, debilidades y finitud del
ser humano, especialmente ante el hombre pecador. Ya en el Antiguo Testamento,
Dios revela su identidad como misericordia y lo hace en el contexto de una
Alianza. Es interesante el texto del Éxodo donde Dios, ante Moisés, al
establecer con el pueblo su Alianza, revela su propia intimidad afirmando de Sí
mismo: “Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en
clemencia y lealtad, que mantiene la clemencia hasta la milésima generación,
que perdona la culpa, el delito y el pecado” (Ex 34, 6-7). Y la respuesta de Moisés ante esta revelación es de
total entrega a la Alianza que Dios hace con el pueblo, una Alianza que es
expresión del amor de Dios: “Si he obtenido tu favor, que el Señor vaya con
nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas y pecados
y tómanos como heredad tuya” (Ex 34, 9).
La misericordia
de Dios se expresa en una Alianza a la que Él será siempre fiel, a pesar de las
infidelidades del pueblo. Esta Alianza es un don y una gracia, particularmente
en los momentos de angustia, desesperanza y muerte. De ahí viene la palabra
misericordia: Un corazón que se vuelve hacia la miseria humana, el corazón de
Dios que abraza y rescata de la fragilidad, la quiebra interior y el pecado al
ser humano para restablecerle nuevamente en la Alianza. El término misericordia
adquiere su profundo significado precisamente ante el dolor, la infidelidad, la
soledad y la limitación. La fidelidad de Dios sale en rescate de quien ha sido
herido y derribado en su caminar. La misericordia va más allá de la compasión:
la misericordia es activa, es salida, es búsqueda para rescatar, sanar,
restablecer, vivificar.
Podemos ver que
la misericordia en la Sagrada Escritura va asociada a la fidelidad de Dios.
Pero, además, aparece una dimensión de esta misericordia: Es una misericordia
entrañable. ¿Qué significa esto? Es el amor fiel de la madre hacia su hijo. Es
una dimensión materna de la fidelidad bondadosa del Señor. Evoca la ternura, la
paciencia y la comprensión, en último término, la disposición al perdón.
Con esto,
podemos percibir la profundidad del significado de la misericordia entrañable
para la tradición bíblica como expresión del amor, la bondad, la fidelidad, la
ternura, la paciencia y el perdón de Dios. La misericordia es la presencia y
acción de Dios ante el ser humano débil, limitado y pecador. Es expresión de un
Dios Padre que ama con entrañas de madre. (Is
49,15). Ante la oscuridad, el abandono, el dolor y la desesperanza, todo
ser humano puede invocar a Dios con la seguridad de que será escuchado y
ayudado: “Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas” (Sal 25, 6). FSG
No hay comentarios.:
Publicar un comentario