Criar a los hijos es una de
las tareas más difíciles de la vida. Y, a diferencia de lo que ocurre con el
trabajo o las aficiones, a menudo se tiene muy poca preparación, sobre todo en
lo que respecta al bienestar psicológico y las estrategias comunicativas. En
consecuencia, solemos recurrir a patrones y técnicas que hemos observado a
nuestro alrededor. Y estas estrategias de la vieja escuela no siempre son
correctas. Algunas son incluso perjudiciales. Utilizar la culpa para
educar a los hijos es una de ellas. Queridos padres, hacer que tus hijos se
sientan culpables puede perjudicar seriamente tu relación. Incluso si
puedes convencer a tus hijos de que sigan tus reglas al pie de la letra, la
culpabilización romperá inadvertidamente las conexiones.
¿Cuáles son los signos de la
culpabilización?
En términos sencillos, el
‘culpabilizar’ es una forma de manipulación. Su objetivo es convencer a alguien
u obligarle a hacer algo mediante la vergüenza o la culpabilización. No
hay que confundirlo con la culpa en general, ya que el sentimiento de culpa y
la asunción de los propios errores es una parte importante del diálogo interior
que puede convertirte en una persona más empática y amable. La culpa se
convierte en culpabilización cuando se fabrica activamente y se utiliza para
‘escarmentar’ a alguien con el fin de alcanzar sus objetivos. Aunque la
culpabilización puede existir en cualquier relación, en este artículo nos
centramos en la culpabilización de los padres. Dicho esto, muchas de las
lecciones que se enumeran aquí pueden aplicarse también a otras relaciones.
Los padres que convencen a sus
hijos para que hagan lo que se les dice a través de la culpa son tristemente
comunes. Como ocurre con cualquier manipulación, esta práctica se aprovecha de
la confianza del niño y de su deseo de complacer a sus padres. Con el tiempo,
esto provoca un efecto dominó que se prolonga hasta la edad adulta del niño y
hace que tanto los padres como los hijos se sientan ignorados y alienados.
Ejemplos de culpabilización:
·
¿Ya te vas?
·
No pido mucho, pero por favor, llámame a diario.
·
Tu hermana me llama todo el tiempo. (“¿Por qué no puedes?” está
implícito)
·
Dejé mi carrera para criarte.
·
Me siento muy sola cuando no me visitas.
·
¿No quieres visitar a tu madre?
·
Lo hice todo por ti, ¿y ni siquiera puedes llamarme?
·
El hijo de Mary le prepara el café todas las mañanas. (“...y tú no” está
implícito)
·
¿Nosotros pagamos tu educación y tú nos lo agradeces con apenas una
visita al año?
¿Por qué los padres hacen
sentir culpables a sus hijos?
Los padres a menudo se
explican a sí mismos que culpabilizar a un niño por un error aparentemente
menor va a enseñarle una lección. En realidad, la culpa rara vez se inflige a
propósito para ganar perspectiva. En cambio, a menudo se hace para afirmar el
control, o incluso peor: es inconsciente. La culpabilización puede transmitirse
de generación en generación. Los padres que guían a sus hijos a menudo han
sufrido una experiencia similar cuando eran niños. A veces, puede que no se den
cuenta del todo de que lo están haciendo. Otras veces, los padres que utilizan
el ‘culpabilización’ pueden incluso creer que es una táctica de crianza eficaz,
por lo que recurren a ella cuando no tienen otras opciones. “Un padre que se
siente impotente para controlar el comportamiento de un niño por cualquier otro
medio, a veces utilizará la culpa como un intento de provocar el comportamiento
deseado o detener el comportamiento no deseado”, dijo Kaufman Rees, un consejero
clínico profesional, a Verywell Family. Cuando el niño crece, los padres pueden
utilizar la culpa por miedo a distanciarse y ser menos relevantes en la vida
del niño. El uso de la culpa puede provenir de un lugar de amor y de la
búsqueda de conexión; no es que justifique el comportamiento o lo haga menos
doloroso para el niño.
¿Qué le hace al niño el trato
de culpabilidad?
La culpa suele dar resultados
inmediatos, pero no te equivoques, lo efectos a largo plazo en las emociones
del niño son totalmente destructivos. Cuando la culpabilización comienza en la
infancia, puede conducir a una baja autoestima. Esto se debe a que un niño no
puede distinguir entre sí mismo y sus acciones. Los estudios demuestran que
cuando se le dice a un niño que ha hecho una ‘cosa mala’, saca la conclusión de
que ELLOS son malos. Si este ciclo se repite una y otra vez, el niño crece
sintiéndose constantemente avergonzado y culpable. Estas personas dudan
constantemente de sus propios actos y tienen una baja autoestima. En la edad
adulta, la culpabilización puede parecer que tiene un efecto positivo, en la
superficie. El niño, que se ha convertido en un adulto responsable, puede
empezar a llamarle y visitarle más a menudo. Pero el precio de manipular a
alguien para que se ponga en contacto radica en la ausencia emocional. En lugar
de sentir ganas de seguir en contacto, cada contacto se convierte en un
recordatorio de culpa. Como resultado, el niño percibe cada visita y cada
llamada como una tarea emocionalmente agotadora. Esto se desborda y se manifiesta
en comportamientos como:
·
Desconexión emocional
·
Búsqueda de más y más privacidad
·
Establecer límites
·
Ataques.
Aunque puede aumentar la
presencia física, la culpa no puede conseguir la conexión emocional y la confianza.
En última instancia, conduce a una desconexión total.
Cómo dejar de usar la culpa
contra un niño
La buena noticia es que el
daño causado por la culpabilización puede revertirse. El proceso es gradual, ya
que implica cambiar los patrones de comunicación. Requiere tiempo y trabajo por
ambas partes, especialmente en el caso de los hijos adultos. He aquí algunos consejos
clave a tener en cuenta:
·
Reconoce el uso de
la culpa en el pasado.
·
Escucha a tu hijo - Deja que
reflexione sobre cómo le afectó tu uso de la culpa.
·
Aprende a comunicar tus
necesidades - El uso de la culpa puede surgir de la dificultad para comunicarse. En
lugar de culpabilizar al hijo con una tarea o con llamadas telefónicas más
frecuentes, ¿por qué no sugerirle lo mismo de forma positiva, por ejemplo, qué
tal si hacemos una llamada semanal?
·
Enseña en lugar de culpar - Tratar un
percance en la escuela como una oportunidad para aprender algo y no para
avergonzar al niño.
·
Aprende a comprometerte - En lugar
de culpar al niño por no visitarte, toma el teléfono y haz la llamada.
·
Identifica los círculos
viciosos en la comunicación - Si ves que tu hijo se
cierra, toma un paso atrás y pregúntale qué le pasa.
·
Evita actuar desde el
enfado - Las quejas pueden surgir de un sentimiento de ira. Si eso te ocurre,
da un paso atrás antes de reaccionar.
·
Encuentra formas de
relacionarse - Alimenta tu relación a través de intereses mutuos y no de
la manipulación.
·
Acepta las disculpas - Cuando un
niño intente enmendarse, acepta y alienta este comportamiento. Las disculpas
traerán alivio y resolución. SF
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