viernes, 16 de junio de 2023

La culpabilización entre generaciones y sus efectos destructivos…

Criar a los hijos es una de las tareas más difíciles de la vida. Y, a diferencia de lo que ocurre con el trabajo o las aficiones, a menudo se tiene muy poca preparación, sobre todo en lo que respecta al bienestar psicológico y las estrategias comunicativas. En consecuencia, solemos recurrir a patrones y técnicas que hemos observado a nuestro alrededor. Y estas estrategias de la vieja escuela no siempre son correctas. Algunas son incluso perjudiciales. Utilizar la culpa para educar a los hijos es una de ellas. Queridos padres, hacer que tus hijos se sientan culpables puede perjudicar seriamente tu relación. Incluso si puedes convencer a tus hijos de que sigan tus reglas al pie de la letra, la culpabilización romperá inadvertidamente las conexiones.
¿Cuáles son los signos de la culpabilización? 
En términos sencillos, el ‘culpabilizar’ es una forma de manipulación. Su objetivo es convencer a alguien u obligarle a hacer algo mediante la vergüenza o la culpabilización.  No hay que confundirlo con la culpa en general, ya que el sentimiento de culpa y la asunción de los propios errores es una parte importante del diálogo interior que puede convertirte en una persona más empática y amable. La culpa se convierte en culpabilización cuando se fabrica activamente y se utiliza para ‘escarmentar’ a alguien con el fin de alcanzar sus objetivos. Aunque la culpabilización puede existir en cualquier relación, en este artículo nos centramos en la culpabilización de los padres. Dicho esto, muchas de las lecciones que se enumeran aquí pueden aplicarse también a otras relaciones.
Los padres que convencen a sus hijos para que hagan lo que se les dice a través de la culpa son tristemente comunes. Como ocurre con cualquier manipulación, esta práctica se aprovecha de la confianza del niño y de su deseo de complacer a sus padres. Con el tiempo, esto provoca un efecto dominó que se prolonga hasta la edad adulta del niño y hace que tanto los padres como los hijos se sientan ignorados y alienados.
Ejemplos de culpabilización: 
·        ¿Ya te vas?
·        No pido mucho, pero por favor, llámame a diario.
·        Tu hermana me llama todo el tiempo. (“¿Por qué no puedes?” está implícito)
·        Dejé mi carrera para criarte.
·        Me siento muy sola cuando no me visitas.
·        ¿No quieres visitar a tu madre?
·        Lo hice todo por ti, ¿y ni siquiera puedes llamarme?
·        El hijo de Mary le prepara el café todas las mañanas. (“...y tú no” está implícito) 
·        ¿Nosotros pagamos tu educación y tú nos lo agradeces con apenas una visita al año?
¿Por qué los padres hacen sentir culpables a sus hijos? 
Los padres a menudo se explican a sí mismos que culpabilizar a un niño por un error aparentemente menor va a enseñarle una lección. En realidad, la culpa rara vez se inflige a propósito para ganar perspectiva. En cambio, a menudo se hace para afirmar el control, o incluso peor: es inconsciente. La culpabilización puede transmitirse de generación en generación. Los padres que guían a sus hijos a menudo han sufrido una experiencia similar cuando eran niños. A veces, puede que no se den cuenta del todo de que lo están haciendo. Otras veces, los padres que utilizan el ‘culpabilización’ pueden incluso creer que es una táctica de crianza eficaz, por lo que recurren a ella cuando no tienen otras opciones. “Un padre que se siente impotente para controlar el comportamiento de un niño por cualquier otro medio, a veces utilizará la culpa como un intento de provocar el comportamiento deseado o detener el comportamiento no deseado”, dijo Kaufman Rees, un consejero clínico profesional, a Verywell Family. Cuando el niño crece, los padres pueden utilizar la culpa por miedo a distanciarse y ser menos relevantes en la vida del niño. El uso de la culpa puede provenir de un lugar de amor y de la búsqueda de conexión; no es que justifique el comportamiento o lo haga menos doloroso para el niño.
¿Qué le hace al niño el trato de culpabilidad? 
La culpa suele dar resultados inmediatos, pero no te equivoques, lo efectos a largo plazo en las emociones del niño son totalmente destructivos. Cuando la culpabilización comienza en la infancia, puede conducir a una baja autoestima. Esto se debe a que un niño no puede distinguir entre sí mismo y sus acciones. Los estudios demuestran que cuando se le dice a un niño que ha hecho una ‘cosa mala’, saca la conclusión de que ELLOS son malos. Si este ciclo se repite una y otra vez, el niño crece sintiéndose constantemente avergonzado y culpable. Estas personas dudan constantemente de sus propios actos y tienen una baja autoestima. En la edad adulta, la culpabilización puede parecer que tiene un efecto positivo, en la superficie. El niño, que se ha convertido en un adulto responsable, puede empezar a llamarle y visitarle más a menudo. Pero el precio de manipular a alguien para que se ponga en contacto radica en la ausencia emocional. En lugar de sentir ganas de seguir en contacto, cada contacto se convierte en un recordatorio de culpa. Como resultado, el niño percibe cada visita y cada llamada como una tarea emocionalmente agotadora. Esto se desborda y se manifiesta en comportamientos como:
·        Desconexión emocional
·        Búsqueda de más y más privacidad
·        Establecer límites
·        Ataques.
Aunque puede aumentar la presencia física, la culpa no puede conseguir la conexión emocional y la confianza. En última instancia, conduce a una desconexión total.
Cómo dejar de usar la culpa contra un niño 
La buena noticia es que el daño causado por la culpabilización puede revertirse. El proceso es gradual, ya que implica cambiar los patrones de comunicación. Requiere tiempo y trabajo por ambas partes, especialmente en el caso de los hijos adultos. He aquí algunos consejos clave a tener en cuenta:
·        Reconoce el uso de la culpa en el pasado.
·        Escucha a tu hijo - Deja que reflexione sobre cómo le afectó tu uso de la culpa.
·        Aprende a comunicar tus necesidades - El uso de la culpa puede surgir de la dificultad para comunicarse. En lugar de culpabilizar al hijo con una tarea o con llamadas telefónicas más frecuentes, ¿por qué no sugerirle lo mismo de forma positiva, por ejemplo, qué tal si hacemos una llamada semanal?
·        Enseña en lugar de culpar - Tratar un percance en la escuela como una oportunidad para aprender algo y no para avergonzar al niño.
·        Aprende a comprometerte - En lugar de culpar al niño por no visitarte, toma el teléfono y haz la llamada.
·        Identifica los círculos viciosos en la comunicación - Si ves que tu hijo se cierra, toma un paso atrás y pregúntale  qué le pasa.
·        Evita actuar desde el enfado - Las quejas pueden surgir de un sentimiento de ira. Si eso te ocurre, da un paso atrás antes de reaccionar.
·        Encuentra formas de relacionarse - Alimenta tu relación a través de intereses mutuos y no de la manipulación.
·        Acepta las disculpas - Cuando un niño intente enmendarse, acepta y alienta este comportamiento. Las disculpas traerán alivio y resolución. SF

No hay comentarios.:

Publicar un comentario