Los neurocientíficos señalan
que pasar un tiempo sin hacer nada es indispensable para descansar la mente,
potenciar la creatividad y aumentar la productividad.
Pocas personas piensas en el
aburrimiento como una opción válida. Ya casi nadie deja viajar su mirada por la
ventanilla del colectivo o espera un turno en el consultorio médico sin hacer
nada. Antes de aburrirnos, automáticamente miramos la pantalla del celular y
nos ponemos al día con las redes. Sin embargo, la ciencia ha comprobado que
aburrirse es bueno para el cerebro.
Este órgano trabaja las 24
horas del día, incluso cuando dormimos. Durante el sueño se repara del trabajo
diurno, consolida la memoria, elimina tóxicos y sueña. Pero, así como la
función del cerebro humano posee una gran capacidad, también tiene límites.
¿Cómo nos impacta estar
siempre activos, conectados y estresados? ¿Por qué nunca dejamos lugar al
aburrimiento imponiéndonos nuevas tareas por hacer?
La doctora Gabriela Goldstein,
psicoanalista y presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA),
expresó que el aburrimiento tiene fama negativa por muchas razones: “En los
adultos porque puede revelar un estado de tristeza o depresión. O en el mundo
acelerado y voraz en el que vivimos, la falta de estímulo da la impresión de
aburrimiento. Y esto genera ansiedad y hambre de noticias, chismes o recorrer
las redes para distraerse”.
Sin embargo, explicó la
especialista, el aburrimiento no siempre trata de eso. “Muchas veces la vida
subjetiva, el mundo interno de cada ser humano, se cultiva de muchas formas,
desde la niñez en adelante. Y tiene que ver con permitirse poder sentirse
aburrido. Este sentimiento es interesante cuando hay un Otro y ciertas garantías
en el entorno, es decir, que la soledad se modula y genera potencialmente un
espacio íntimo para pensar y crear. Cuando aburrirse es la posibilidad de dar
espacio y lugar al deseo, emerge la creatividad”, comentó.
De todos modos, aclaró que “es
necesario un ambiente facilitador, que sutilmente esté cercano y provea en un
tiempo razonable para jugar o divertirse. En este sentido, el aburrimiento se
vuelve una capacidad de estar a solas, pero no en soledad y en un descanso de
los hiperestímulos de la vida cotidiana para poder desear y generar otras
cosas. Es un gran desafío y se diferencia del aburrimiento depresivo o
solitario”, indicó.
Por su parte, el doctor Juan
Eduardo Tesone, médico UBA, psicoanalista y psiquiatra, de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA) expresó que la posibilidad de aburrirse, tanto
en adultos como en chicos, es importante porque permite contactar con el mundo
interior.
“No es conveniente que los
padres estén todo el tiempo intentando que los chicos no se aburran proponiendo
actividades o distracciones. Creo que es importante, justamente, no dejar que
los chicos pasen de una pantalla a la otra, que esto puede adquirir una forma
adictiva”, dijo el médico y añadió: “Hay momentos en los cuales aburrirse puede
ser fructífero, puede ser una experiencia fecunda para la vida interior de la
persona en la medida en que la hace encontrarse consigo misma y, de algún modo,
contactar con su deseo y con algún proyecto. Parar la acción, detenernos, puede
ser útil y fecundo en la medida en que podamos reflexionar, aunque esto
implique aburrirse”.
La importancia del ocio
La doctora Sandi Mann,
profesora asociada de Psicología de la Universidad Central de Lancashire, Reino
Unido, dice en su libro ‘El arte de saber aburrirse’: “En la actual era de la
información estamos tan conectados con la tecnología, y tenemos tantas maneras
de pasar nuestro tiempo libre que ni siquiera deberíamos saber a qué se parece
el aburrimiento. Sin embargo, el aburrimiento parece ir en aumento, y cuanta
más estimulación recibimos, más deseamos. Estamos perdiendo la habilidad de
tolerar la repetición y la rutina de la vida cotidiana”.
Por su parte, el doctor Harry
Campos Cervera, médico psiquiatra y psicoanalista de APA, explicó: “El
aburrimiento es la búsqueda de algo que atraiga y no conseguirlo. Es diferente
al ocio, que es tener tiempo libre para el pensamiento, la meditación, la
introspección o para la filosofía, como cultivaban los griegos. El cerebro está
en un estado de default cuando se encuentra sin estímulos externos”.
Sin embargo, estamos en una
sociedad hiperconectada, afirmó el doctor y esto hace que el cerebro no
descanse nunca. “Las redes sociales no nos dan tiempo para la introspección y
el pensamiento. Estar online permanentemente, en Instagram, Twitter, como hacen
los jóvenes (y adultos también) es tóxico. Hoy es muy seria la sensación que
tienen los adolescentes de miedo a perderse de algo en las redes”, declaró el
doctor y recomendó “hacer un refresh del cerebro tratando de generar tiempo
libre, hacer meditación, aburrirse y lograr desconectarse”.
Las ventajas de ‘no hacer nada’
1. Nos hace más creativos. Los momentos que pueden
parecer aburridos son un descanso para el cerebro y capaces de generar ideas y
soluciones interesantes. “Estar aburrido puede ayudar a fomentar la
creatividad. Muchos científicos y artistas han contado que se inspiraron o
resolvieron un problema complejo cuando en realidad dejaron de pensar en ello.
Este ‘momento eureka’ se llama percepción (...) Incluso se sabe que Arquímedes,
(el físico griego, autor del teorema que lleva su nombre), presentó su
principal hallazgo relacionado con el desplazamiento del agua mientras se
bañaba”, asegura la neurocientífica Alicia Walf, investigadora del Departamento
de Ciencias Cognitivas del Instituto Politécnico Rensselaer, en un artículo
publicado en Neuroscience News.
2. Favorece las relaciones sociales. En el
estudio mencionado, los neurocientíficos analizaron las áreas del cerebro que
se activan al hacer una tarea cognitiva específica y cuando no se hace nada.
Descubrieron que cuando estamos ocupados con pensamientos y actividades no
prestamos atención a los demás, pero cuando nos aburrimos el cerebro se enfoca
más en la interioridad y en las interacciones sociales.
3. Mejora la salud general del cerebro. “Durante
los momentos emocionantes, el cerebro libera una sustancia química llamada
dopamina que se asocia con sentirse bien. Cuando el cerebro ha caído en un
patrón monótono y predecible, muchas personas se sienten aburridas, incluso
deprimidas. Esto podría deberse a que tenemos niveles más bajos de dopamina. Un
enfoque es volver a entrenar el cerebro para disfrutar realmente de estos
tiempos menos emocionantes y tal vez aburridos. Pruebe el aburrimiento y vea
qué se le ocurre a su cerebro”, dijo Walf.
Investigadores de la
Universidad Estatal de Washington han demostrado en un estudio que la forma en
que las personas se enfrentan o manejan el aburrimiento es importante para la
salud mental. Observaron que las que peor lo llevan son aquellas a las que aburrirse
les genera ansiedad. Sin embargo, aquellas que se enfrentan de forma positiva
al aburrimiento y buscan un libro, hacen una lista de compras o piensan en lo
que van a hacer para la cena reducen los niveles de estrés y mejoran su estado
de ánimo.
4. Nos hace más productivos. “El ocio es positivo cuando se generan
planes o proyectos de vida, y cuando se analizan posibilidades de cambio que
permitan crecimiento espiritual, académico, profesional, familiar”, explicó en
una nota reciente el neurólogo Juan Alberto Ollari, jefe del Centro de
Neurología Cognitiva del Hospital Británico y jefe del Servicio del Hospital
Borda.
5. Ayuda a definir nuestras metas. Cuando una
persona tiene la mente vagando sin fijarse en lo que sucede a su alrededor,
tiende más a pensar en el futuro, planear y anticipar sus próximas metas.
6. Ayuda a la autorreflexión. Sandi Mann
también afirma en su libro que, cuando estamos muy ocupados, rara vez nos
detenemos a reflexionar sobre nuestras habilidades y proyectos. “Solo cuando
estamos aburridos tenemos tiempo para la introspección”, señala.
7. Puede ser un factor fundamental para la
felicidad.
La autora Sandi Mann sostiene que el lado positivo del aburrimiento puede ser
un catalizador para el humor, la diversión, la reflexión, la creatividad y la
inspiración, y que la solución al ‘problema del aburrimiento’ es potenciarlo en
lugar de evitarlo: “Concedernos a nosotros mismos periodos de tiempo alejados
de la constante estimulación puede enriquecer nuestras vidas, así que
deberíamos abrazar el aburrimiento y valorar positivamente el tiempo de
inactividad”, recomendó en su libro.
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